Capítulo Cuatro

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En el consultorio del doctor Toledo, Ulises toma un periódico de la mesa que está en la sala de espera. El doctor aún no llega, así que decide entretenerse leyendo las noticias. Una en particular le llama la atención, la desaparición desde hace más de dos semanas de una chica de veintitrés años, el otro día también leyó sobre la desaparición de un sacerdote del cual tenían más de tres meses sin saber su paradero. Frunce el ceño al ver que no hay ninguna pista de lo que pudo haberles pasado.

Al ver al doctor entrar cierra el periódico y lo vuelve a poner sobre la mesa. Toledo lo mira, mientras camina frente a él y le hace un gesto para que lo siga. Ya dentro de la oficina ambos toman asiento.

—Hola, Ulises, ¿qué tal te encuentras hoy? —le pregunta Toledo.

—Muy bien, doctor —responde el chico, con esa voz pausada que tanto lo caracteriza.

—Genial. Y ¿Qué tal el nuevo medicamento? —Continúa interrogándolo.

—Funciona... Creo.

—¿Has sentido algún efecto secundario?

—No, la verdad no.

—¿Qué hay de esa chica de la que me hablaste?

Ulises se queda callado por unos minutos y se rasca la detrás de la nuca antes de contestar.

—Tiene novio. Jamás se fijará en mí. —Su tono es mucho más melancólico que de costumbre.

Para el doctor Toledo esta nueva faceta de Ulises es de sumo interés. En todo el tiempo que ha estado tratándolo el muchacho de veintisiete años nunca había expresado interés físico o sexual por alguien del sexo opuesto o de su mismo sexo. Por un lado, era una buena señal, significaba que sí podía experimentar sentimientos afectivos hacia otras personas, lo cual no había hecho hasta ahora, pero por otro lado la evidente falta de interés de la chica hacia él podría hacer que se encerrara aún más en sí mismo y lo convirtiera en alguien totalmente antisocial.

—Cuando era más joven que tú, solía tener esos enamoramientos de chicas que no se fijaban en mí y siempre me rompían el corazón. Por suerte tenía amigos con quienes platicar y que me hacían sentir mejor.

—Yo no tengo amigos.

—Tal vez es un buen momento para empezar a tenerlos —le indica Toledo.

—No soy bueno para eso. No suelo agradarles a las personas, ni ellas a mí.

—Ya me habías dicho eso antes. Lo que me lleva a preguntar ¿Qué es lo que ves en esta chica?

Esta pregunta toma por sorpresa a Ulises.

—No lo sé. Apenas si la he visto, pero siento que la conozco de toda la vida. En el teatro conoces a toda clase de personas, algunas son odiosas y otras son agradables, pero... ella es diferente a todo lo que he visto antes.

Ulises está tan absorto en sus pensamientos mientras los expresa en voz alta, que ni siquiera nota el modo en que lo observa el doctor Toledo. Es la primera vez que habla sobre sus sentimientos de una manera espontánea, sin medir en cada palabra que sale de su boca para no terminar diciendo algo de lo que en realidad no quisiera hablar. Y eso tiene maravillado al psiquiatra.

—¿Sabes? Conozco un grupo de ayuda, se hacen llamar El club de los amores imposibles. Son un grupo de gente que tienen en común el haberse enamorado de personas que no les corresponden. Se reúnen en un lugar una vez a la semana para hablar y darse apoyo mutuo, tal vez te gustaría pasar a verlos, si sientes que esta situación te pueda afectar más de la cuenta. —Escribe algo de prisa y luego le pasa una tarjeta con una dirección y escrita a mano.

El club de los amores imposibles (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora