Capítulo Dieciocho

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Los días posteriores al encuentro entre Ulises y Diana han sido bastante agradables para él. A pesar de que le molesta que aún este de novia con Jordan, lo hace feliz ver como lo saluda todos los días y se despide de él cada noche, le da los saludos que le envía su pequeña prima y lo invita a socializar con ella y sus amigos cuando van a reunirse. A esto último siempre dice que no, no tiene ganas de repetir lo que pasó la última vez, pero es como alimento para su alma el saber que ella está pendiente de él y que lo ve como algo más que solo el chico raro del teatro. Incluso Verónica está de acuerdo en que es un gran avance.

En este momento él se encuentra terminando de dibujarla desde las sombras, mientras ella ríe a carcajadas por un chiste que alguien ha hecho. Ya tiene muchos dibujos en su libreta, es lo que ha hecho todo el día prácticamente, pero no puede parar. Su risa, su rostro, sus contornos... son adictivos para él. Una pequeña sonrisa se dibuja en su boca al hojear la libreta. Se ve tan real que es como si tuviera un clon de ella solo para él, uno que nunca lo rechazaría, que siempre le sonreiría.

Henry se levanta del piso del escenario, donde todos están reunidos para ser estiramientos, y empieza a caminar por el teatro sin un rumbo específico

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Henry se levanta del piso del escenario, donde todos están reunidos para ser estiramientos, y empieza a caminar por el teatro sin un rumbo específico. Lo que en realidad quiere hacer es ir a visitar a Félix en su oficina, pero se resiste a hacerlo. Tiene que obligarse a sí mismo a dejar de tener esos encuentros fortuitos con él, o alguien terminará descubriéndolo y su reputación se irá a la basura.

Desde el baile, son ya varias las veces que se han visto y no por un papel en una obra o porque quiera algo de él, lo ha hecho simplemente porque lo desea. Esa es la pura y llana verdad, una verdad que nadie puede saber, en especial sus padres. Mira a Diana y a Jordan tomados de la mano con desprecio. Ella hubiera sido perfecta como pareja; hermosa, talentosa y muy ingenua, lástima que ese imbécil la tiene tan engatusada. Ardió de rabia el día que se fue de la fiesta para regresar con él, no por celos, sino porque, aunque secretamente siempre ha tenido un interés en los hombres, siempre ha podido jactarse de poder llevarse a la cama a la chica que quisiera, y un rechazo como ese era un golpe directo a su ego.

Continúa caminando por el lugar hasta que una sombra tras las bambalinas llama su atención. Camina hacia lo que sea que vio y descubre al rarito albino escondido, asechando a todos de forma extraña y con una libreta y un lápiz en su mano. Una ira ciega se apodera de Henry, ¿por qué ese idiota no puede dejar de hacer rarezas y simplemente se dedica a su trabajo? ¿Por qué los espía a todos como un lunático?

—¡Oye tú!

El repentino grito toma a Ulises por sorpresa, haciéndolo tirar su libreta y todos sus dibujos al suelo. Henry se apresura a tomar uno de ellos y, al darse cuenta de que es un dibujo de Diana, y no solo ese, sino todos los demás, toma al chico por el cuello de la camisa con ambas manos y lo alza unos centímetros antes de estrellarlo contra el piso, para luego ponerse a su altura y amenazarlo con su puño.

—Siempre supe que eras un raro de mierda, pero no pensé que también fueras un acosador. Aunque no me sorprende, tienes toda la pinta. —Ulises no es capaz de responder nada, solo tose por el impacto del golpe en su espalda—. Te voy a moler a golpes, enfermo.

—¡Oye, ya basta! Déjalo —Jordan llega justo en el instante en que Henry está a punto de atestar su puño contra la cara de Ulises, haciendo que se detenga.

—No lo defiendas, este imbécil estaba espiando y dibujando a tu novia; mejor ven a ayudarme.

Jordan se acerca y se agacha a recoger uno de los dibujos de hechos por Ulises, lo mira por unos instantes antes de avanzar más hacia ellos con expresión seria y enojada. Henry lo mira con una sonrisa y vuelve a levantar el puño contra Ulises, pero Jordan detiene el golpe sujetando su brazo.

—Te dije que lo dejaras -le repite a Henry, quien suelta a Ulises y se pone de pie desconcertado

—¿Qué no escuchaste lo que acabo de decir? El maldito es un depravado. Solo estoy protegiendo a Diana.

—Diana es mi novia, el único que debe defenderla soy yo.

—¿Y cómo piensas hacer eso si de seguro estás muy ocupado follándote a su mejor amiga? —Henry, en realidad, no tiene pruebas de esto, pero es consciente de que Estela está detrás de Jordan desde hace un tiempo y con la belleza que posee, es imposible que no lo haya seducido ya.

Ulises se queda inmóvil en el suelo viendo como ambos hombres se miran con desprecio y toman una actitud desafiante, utilizando sus músculos para intentar intimidarse el uno al otro.

—No quiero pelear, pero juro que te partiré la cara si no te largas en este instante.

—Tú no la mereces, ella estaría mejor conmigo.

Henry trata de no lucir amedrentado, pero la verdad es que ha visto a Jordan pelear en la universidad y es implacable. No hay ningún elemento a su alrededor que le dé una ventaja y no piensa arriesgarse sabiendo que perderá. Lo mejor, por el momento, es retirarse. Le lanza un bufido a Jordan y una mirada de asco a Ulises antes de irse.

El chico, que aún está boca arriba en el suelo, aprovecha para voltearse y empezar a recoger sus dibujos, deteniéndose cuando ve a Jordan a su misma altura, observándolo, con una de las hojas de su libreta en la mano.

—¿Tú los hiciste? —le pregunta. El chico solo asiente, visiblemente asustado. —¿Estás enamorado de ella? —Ante esta pregunta él no mueve un solo músculo—. Yo entiendo. Diana es hermosa, amable, honesta y tiene una sonrisa que puede iluminar hasta el día más gris... Sí, justamente esta sonrisa —dice señalando el dibujo en su mano—. Pero es mi novia y no me agrada que la estés acosando. No voy a golpearte ni a insultarte, solo te pediré amablemente que no vuelvas a acercarte a ella o habrá terribles consecuencias para ti. Por cierto, eres bueno, si no te molesta yo me quedaré con estos. —Le arrebata los dibujos y se pone de pie.

—¿Jordan? ¿Estás aquí? —El eco de la voz de Diana retumba en las paredes, lo que indica que está cerca.

—Aquí estoy cariño, ya voy —Jordan se apresura a guardar los dibujos en sus bolsillos y sale al encuentro de Diana.

Ulises se queda allí agachado, apretando sus puños con furia y mirando con ira las sombras de la pareja alejándose; sintiéndose completamente humillado.

El club de los amores imposibles (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora