Capítulo N° 26| Felices por siempre. (AKAFURI)

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Kouki abrió con pereza sus orbes chocolate. Su esposo acariciaba su enorme vientre con mucho amor.
Le encantaba poder ver el apuesto rostro de Seijuro siempre que se despertaba y más que nada recibir cada mimo brindado por el contrario.

Pronto recordó donde estaba. El hospital.
Ya tenía los nueve meses de embarazo cumplidos, sin embargo su hijo no tenía planeado salir pronto de su interior.

Levantó su delgada mano llamando la atención de su acompañante. -Amor, ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?- preguntó realmente asustado el pelifresa. Kouki negó y le regaló una bonita sonrisa.
-¿Qué dijo el doctor?- Interrogó con un brillito raro en sus orbes. -Se supone que debe estar por venir. En la mañana dijo que debías tomar una decisión.- Kouki asintió en respuesta.

Miró su enorme vientre y puchereo. -¿Por qué le haces ésto a mamá?- Dijo el doncel mientras otro puchero más pronunciado se formaba en sus labios.
Seijuro sonrió al ver la carita sonrojada y los labios de su esposo haciendo esa mueca tan adorable.
Sin pensarlo demasiado se acercó a los labios de su castaño y dejó un casto beso.
El contrario sonrió enorme al recibir un contacto tan hermoso por parte de su amor. -No me provoques.- Susurró el castaño, sacándole una carcajada al pelifresa. -¿Es una amenaza?- Dijo divertido y provocando al contrario con su tono de voz sugerente y sensual. -Solo una advertencia.- Respondió el doncel. Akashi volvió a reír.
-¡Oh, ya veo! Lo que usted diga, mi emperatriz.- Respondió riendo.

Ninguno notó la presencia de otra persona hasta que una garganta fue carraspeada. Ambos dirigieron sus orbes hacia el lugar de donde vino el sonido. Con sorpresa miraron al médico y le sonrieron tontamente.
El hombre devolvió la sonrisa a la pareja Akashi.
-Akashi-san, debo preguntarle qué elegirá. ¿Desea que le hagamos una cesárea o que le demos una dosis para que se produzca el parto "naturalmente".- Kouki miró la cara de horror de su pelifresa. No pudo evitar sonreír ante tal escena. -Quiero que sea un parto lo más natural posible.- respondió con seguridad.
El doctor asintió y sin esperar más salió de la habitación para preparar la sala de parto y a todos sus ayudantes.

Akashi seguía con una expresión que el castaño no podía descifrar. -¿Qué sucede?- interrogó. -¿Si sabes que soy yo el que tiene que parir, no?- Dijo riendo el doncel. Akashi suspiró y se acercó a besar a su esposo.
-Kouki, con todo lo que hemos pasado es imposible que no tenga miedo.- Kouki aceptó el beso de su esposo  y se tomó el tiempo necesario para observar cada gesto del contrario. -Nada va a sucedernos, amor.- aseguró.

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Había pasado una hora desde que le habían inyectado aquel líquido transparente. No estaba seguro de cuando comenzaría el labor de parto exactamente, pero le habían dado un periodo de tiempo. Si lo pasaba tendrían que hacer cesárea.

No pasó mucho tiempo más para que el doncel castaño tuviese su primera contracción. Estranguló la mano del pelifresa, quien casi suelta un gritó por el dolor y la sorpresa.
Las enfermeras llegaron pronto a la habitación, comenzaron a preparar al castaño para llevarlo a la sala de parto.

El bebé iba a nacer pronto. El canal por el que aquel pequeño ser se abriría paso hacia el mundo exterior estaba dilatándose correctamente.
Las manos del médico se movían con gran agilidad, las contracciones de Kouki eran bastante seguidas.
Los orbes chocolates se cerraban con fuerza a la vez que el labio inferior del castaño era dañado por los propios dientes del chico. -Lo estás haciendo muy bien.- Le dijo su esposo mientras besaba su perlada frente. El castaño lo miró como la primera vez que parió un niño.
Akashi se estremeció, aquella mirada sólo le decía una cosa "o te callas la boca y servis de muñeco para apretar o te salis del parto." Si, su doncel realmente no siempre era el chico tranquilo y dulce. Pero era entendible, después de todo estaba expulsando un niño de al menos dos kilos por un canal angosto.

Las bendiciones de los milagros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora