Capítulo N° 28 | Gracias a ti. (MURAHIMU)

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Himuro siguió a aquel policía. Sus manos jugaban entre ellas con nervios  y Atsushi le dedicó una sonrisa única a través del cristal que los separaba.
Hanna dormía con paz en el hombro de su prometido y eso realmente relajó al doncel.

Se dispuso a seguir su camino junto a aquél hombre. Pasaron al menos tres puertas y al fin llegó a su destino.
Cinco personas rodeaban una camilla. Tragó duró e ingresó a la habitación sintiendo el miedo recorrerle todo su cuerpo.

La única mujer presente lo hizo acercarse y lo acompañó hasta llegar a aquel cuerpo inerte.

Levantó la sábana blanca que cubría el cuerpo de esa persona.
Tatsuya corrió la mirada y cerró sus ojos con fuerza. -Es él.- susurró con la voz temblorosa. Todos los presentes le insistieron con que debía estar completamente seguro de lo que decía.
Con su cuerpo aún tembloroso y sintiendo las ganas incontrolables de vomitar, sin mirar el cuerpo inerte, dirigió su mirada a las personas que le decían que tenía que estar completamente seguro. -Puedo confirmar y reafirmar veinte mil veces que éste hombre es Himuro Kanaye.- Dijo con seguridad.

-Ahora... por favor... yo... necesito un baño.- pidió lo más rápido que pudo. La mujer le alcanzó un balde de metal y se lo sostuvo. -Podes vomitar acá, pero espera a salir de la sala.- Le dijo y con delicadeza lo ayudó a salir.

Ni bien salieron del lugar, Tatsuya vació su estómago. Ver aquella imagen de su padre lo había hecho sentir muy enfermo.  Aun le tenía tanto miedo, a pesar de sentirse feliz junto a su familia, ese hombre lo había  atormentado durante muchos años.

Según los informes policíacos y forenses, había sido atacado por una pandilla de los alrededores. Lo habían destrozado a golpes, hasta matarlo.
Aunque aún no podían confirmarlo, eso solo era una sospecha de la policía y por las autopsias realizadas.

La señora acompañó al chico hasta que se encontró con su familia. Atsushi no dudo en abrazarlo con fuerza. -Todo está bien, amor.- le susurraba mientras sentía como el menudo cuerpo se aferraba con desespero a él. -¿Ya puedo llevármelo?- Interrogó con cara de pocos amigos al policía que había llegado hasta ellos.
El policía quien los había llevado asintió pero primero hizo que ambos firmarán unos papeles que correspondían, eran más como una constancia de que ellos estuvieron ahí.

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Atsushi vio como su chico dormía junto a Hanna. Ese día había sido un completo estrés para ambos y para colmo, en menos de una semana se casarian.

El azabache había estado completamente feliz el último mes por el tema de su boda, pero Atsushi sabía que el hecho de tener que ver a su padre muerto lo afectaría muchísimo y su miedo era que Tatsuya volviera a caer en depresión, o reviviera traumas "sanados". También tenía miedo de que el azabache comenzara a culparse por lo que le paso al señor Himuro.

Aquél horrible humano podía ser un bastardo, egoísta, cruel, violento, despiadado y todas las cosas que la gente decía, que a fin de cuentas, eran reales. Pero, igualmente, también era el padre del azabache, esa imagen que los niños atesoran, tanto como la de la madre.
Atsushi comprendía perfectamente que Tatsuya nunca superaría aquel pasado tan cruel, que tu padre te haga cosas tan horribles, cosas que te hieren, es simplemente, inhumano.

El azabache podía mejorar con su apoyo, el de su hija y familia, pero ese hombre siempre estaría clavado en el fondo de su roto corazón y sus horribles recuerdos.

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Miró por la ventana por quinta vez. Su cabello se veía realmente hermoso, Kouki había hecho un trabajo hermoso en su sedoso y azabache cabello. Kuroko y Takao se habían ocupado de la decoración de el enorme salón que los Murasakibara habían alquilado como regalo de bodas. Y Kise se había ocupado de conseguirle aquella vestimenta tan hermosa.

Las bendiciones de los milagros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora