Capitulo 13

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- Avada Kedavra.- Lanzó Harry en contestación al auror, auror que se quedó quieto sorprendido de que pudiera lanzarla un niño de once años. Error que cometió al darle la maldición asesina y matarle en el acto, haciendo que éste cayera en el suelo con un golpe sordo y por un breve momento el silencio y las batallas contra los Golems terminaron.

Silencio que fue roto por la aparición repentina de Albus Dumbledore con un contingente de magos pertenecientes a la orden del fénix que creó hace tanto tiempo. Magos que eran profesionales en enfrentarse a Druidas y hechiceros.

Cazadores eran llamados por sus enemigos. Albus miró con pena y pesar en su rostro por un momento al comprender que había cometido el error de no ir el mismo a este encuentro.

- ¡Esto acaba ahora, Harry!- Gritó Albus Dumbledore con un sonorus.

La gente, magos, hechiceros, druidas, gobblins, Hags, licántropos, en definitiva, todas las razas que había en los callejones adyacentes a Diagon estaban presentes viendo desde lo alto de los edificios la batalla que tuvo lugar a las puertas de Gringotts.

Los gobblins estaban preparados para la batalla a la señal de su rey, Ragnok, que veía con asombro e interés bélico como se disputaba una batalla campal por la simple y llana supervivencia de Harry James Potter Emrys.

Hechiceros y Druidas animaban con ímpetu a Emrys, los que tenían báculos los golpeaban contra el suelo, haciendo retumbar y sonar como si fueran una banda de tambores de guerra.

Las Hags veían con un interés como la magia era manipulada y lanzada, esperando con ahínco el primer muerto, lo obtuvieron cuando uno de los magos que se enfrentaban al niño estalló en una masa sanguinolenta de huesos, sangre y vísceras, salpicando a sus compañeros.

Licántropos también veían interesados el poder nato del chico, hechicero o no, Emrys o no, el niño era poderoso para enfrentarse a tantas personas a la vez y darles buena lucha.

El resto de la población del callejón Diagon observaba también embelesados por la lucha que se llevaba a las puertas de Gringotts, como de los doce magos que enfrentaban a Harry Potter, iban cayendo uno a uno, hasta que Harry Potter, envió la maldición asesina que acabó con la vida del auror.

Tenían que conceder que en la batalla se podía matar, era uno u otro por la supervivencia, pero matar con esa maldición, sobre todo él, que fue un superviviente de la misma, no lo tenían muy claro, pero los susurros de que el auror antes le mandó la maldición Cruciatus y solo se defendió por acto reflejo, fue calmando los ánimos de algunos, hasta el punto de animar también al chico.

Todo se calmó cuando la orden de vigilantes de Dumbledore llegó a hacer presencia, tras la aparición de su fénix, Fawkes.

Cuando Dumbledore apareció, fue abucheado por la multitud de gente que llenaba el callejón, pero no se daban cuenta de que no podían ser escuchados, hasta que el mismísimo Jefe de Magos, Titus Ollivander les dijo al público que guardaran silencio y no malgastaran su saliva animando, cuando la barrera que había creado Harry, era ante todo silenciosa desde la parte del público, para protegerse él de la posibilidad ante perder la concentración.

Concentración que le podía salvar la vida, si la perdía y miraba para otro lado o escuchaba, la podría perder, la vida. Por lo que estaba luchando en estos momentos.

Claro, si la batalla continuaba, Bennu aparecería con los refuerzos de hechiceros y druidas que estaban listos para hacer frente a los cazadores que llegaron junto a Dumbledore. Cazadores que no se vieron en Bretaña desde hacía siglos, desde que fueron expulsados por el ministerio de magia, obligados por la nación gobblin del momento.

Harry Potter y el poder del conocimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora