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Capítulo 10: Contravalor de perdida.

Las palabras estaban destinadas a ser compartidas con todos. Deseo poder darles a esos tristes corderos un momento de paz.

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El día y la noche se repitieron por un mes, las tragedias y las comedias eran las mismas en la ciudad.

Después de la traición de Rando , su casa fue quemada y sus pertenencias destruidas. Normalmente, los traidores esperaban las sanciones que se extendían hasta los familiares según los procedimientos de la mafia, pero Rando no tenía ni un solo familiar.

Al paso de una semana, su cuerpo que habia sido olvidado, fue enterrado en un cementerio común bajo una lápida sin nombre.

Una fuerte brisa marina soplaba hasta la zona del cementerio común, una base anhelante lejos de la ciudad. Inmediatamente después del alza del mar, todas las lapidas expuestas a la brisa marina están tristemente inclinadas.

Y ahí estaba él, sentado sobre una de esas lápidas sin nombre.

—Incluso después de muerto sigues siendo un viejo problemático —murmuró el chico con una expresión tosca. —Todos los registros que has reunido en la vida fueron tomados por la mafia, por lo que preguntar será un trabajo complicado. Bueno incluso si estuvieras vivo, no habría conocido la historia.

Meció su cuerpo hacia adelante, bajando de un salto de su lugar. Metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y se apartó de la tumba de Rando, comenzando a caminar.

—Nos vemos, vendré a verte otro día.

Bajando la colina, por medio de unas escaleras, observó la vista que le regalaba el mar. Más allá se encontraba su compañero, que lo buscó en el arcade, y se sorprendió de verlo.

—Te estaba buscando, Chuuya.

—¿Cómo supiste donde me encontraba?

—Quería pedirte disculpas por lo que sucedió. Esto nos hizo ver un gran problema que había en nosotros, entonces debatimos y encontramos una manera de solucionarlo — estaba de espaldas, con una sonrisa en su rostro.

Chuuya tenía una expresión de sorpresa al escuchar las palabras de su compañero.

—Entendí muy bien dónde estaba el problema en la organización. — el chico rio un poco, antes de continuar. — Así que lo hablamos y decidimos como resolverlo. ¿Podrías escucharme?

—Si. Bueno está bien lo que sea que hayan decidido. —Chuuya respiró hondo y caminó hacia el chico. —También estaba un poco cansado por ese incidente. Espero que los problemas no aumenten. Caminemos mientras hablamos. ¿Qué pasa?


Chuuya pasó por el costado del chico y continuó caminando.

El viento del mar soplaba intensamente y sacudía las hierbas del cementerio. Entonces algo golpeó fuertemente la espalda de Chuuya e hizo un ruido. Él estaba sorprendido.

—Esta es la solución.

—Tu...

Sus palabras se vieron interrumpidas por un intenso dolor en la parte baja de su abdomen y bajó la mirada, confundido, para observar qué era lo que lo causaba. Era el que creía su amigo y compañero quien sostenía el arma enterrada en su carne, quien lo traicionaba y quien le rompía el corazón.

Maison des tragédies   |BSD|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora