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Capítulo 35: Conocido y desconocido.

Las emociones, en efecto, no siguen un orden fijo. Antes bien, y al igual que las partículas del éter, prefieren revolotear con libertad y flotar eternamente trémulas y cambiantes.

[Mishima Yukio]

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Un hombre caminaba con un paraguas bajo la lluvia, caminaba sin rumbo, no tenía un lugar específico al cual ir, las luces de los autos y las voces de los transeúntes, el sonido de la lluvia. Luego de un ajetreado día de trabajo lo único que él deseaba era descansar.

Claro que lo haría, dormiría durante toda la eternidad.

Una joven de diecisiete años iba saltando sobre los charcos que quedaron con de la lluvia. Disfrutaba esa sensación de que las gotas de agua cayeran sobre ella, le gustaban los días lluviosos por esa misma razón. Sin embargo, una joven de su edad no debería de andar por la calle a altas horas de la noche, las situaciones a su alrededor podrían tonarse peligrosa y terminar envuelta en ellas, si bien esto es así, la fémina no tenía permitido dejar que su objetivo se escapara.

La luna llena brillaba intensamente esa noche, el cielo estaba despejado a pesar de haber llovido hasta hace unos instantes.

Cerca del puerto el hombre caminaba con un maletín negro. ¿Qué tenía ese maletín negro? Nadie sabe solo él, pero podemos hacer un par de conjeturas. Podría llevar dinero, documentos, podría llevar hasta un explosivo en él. Pero ese mismo maletín es el que la chica necesitaba.

Pero ¿Quién era ese hombre?

Uno de los informantes de la mafia. Al estar en la misma división, Natsuo tenía un amplio conocimiento de los informantes contratados por la Port Mafia.

Aquel hombre habia traicionado a la mafia. Un par de billetes fueron suficientes para entregarse a su muerte.

La fémina tenía el trabajo de ejecutarlo y recuperar la información del maletín.

El hombre choco con la chica, provocando que cayera al suelo. Él miro sorprendido a la joven, llevaba una blusa blanca de vestir manga larga, una corbata negra y una falda negra plisada que le llegaba a las rodillas. Cabello negro al igual que sus ojos.

La señorita le resultaba familiar. Pero no lograba recordarla.

Un escalofrió recorrió el cuerpo del hombre. Tenía esa sensación de querer escapar de ese lugar. Una advertencia llego a su cerebro, sin embargo, decidió ignorarla.

Momentos después, sintió unos fríos y delgados dedos alrededor de su cuello. El panorama se tornó extraño, cuando la sensación disminuyo, diviso estar en un lugar diferente; estaba rodeado de nieve y, la señorita que golpeo, se encontraba frente a él, vistiendo de blanco.

—Cuando chocas con alguien deberías de disculparte.

Aquellas palabras sonaron como un hermoso canto, tan dulce y melodioso. Embelesado, el hombre intento acercarse a la señorita que sonreía frente a él. Pero no importaba que tanto lo intentara, su mano nunca la alcanzo. Y su cuerpo se convirtió en uno con la nieve.

Las pocas nubes ocultaron la luz de la luna.

Seguramente mañana encontrarían un cadaver muerto por causas desconocidas.

Natsuo tomo el maletín y dirigió su mirada al hombre que yacía muerto, su mirada estaba vacía, aun así, ella sonrió por el gratificante sueño que el hombre le mostro.

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