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Capítulo 16: Encargado del secreto.

El tacón de sus botas resuena a cada paso lento que da. Un pequeño almacén se presenta frente a ella y una abrumadora oscuridad que lo devora todo. En medio del almacén se encontraban un par de jóvenes hombres conversando, esa misma que fue interrumpida con su vaga presencia.

Un par de metros alejada del lugar, observa la pequeña mancha carmín en la manga de su blusa blanca. Y luego su mirada se dirige a aquellos individuos.

Sus manos se dirigieron a su chaqueta acomodándola un poco.

Aun después de tanto tiempo seguía usando aquel uniforme escolar; el mismo diseño de hace un año, en su primer encuentro con Chuuya.

Su ropa no cambiaba, pero si después de un año Chuuya es capaz de saber que su actitud se ha torcido mucho más de lo que ya estaba.

Se acercó a ambos jóvenes, entregándoles unos documentos, los cuales fueron minuciosamente examinados y, entonces todo lo anterior tomaba sentido. Compartieron la poca información y el plan que efectuarían.

Algo era diferente, Chuuya no podía ver sus ojos brillantes del pasado.

El silencio se convirtió en el mejor acompañante por las palabras que no pudieron ser dichas.

—¿Por qué odias trabajar conmigo? — Contrario a lo que se podía estipular, las palabras que se pensaron para Chuuya, fueron dichas a Albatros.

Y aquella sonrisa tétrica hizo acto de presencia adornando su pálido rostro.

—No odio a Natsuo-chan. — El muchacho hablo sin despegar la vista de aquellos papales. — Sin embargo, tu compañero es desagradable.

Natsuo sonrió eufórica por su respuesta.

Nadie podía entender cómo funcionaba su cerebro, y los pocos que lo intentaron cayeron en una insania tan hermosa como lo era su sonrisa. Sin embargo, el único ser humano que se quedó a su lado fue Oliver, aun cuando sabía que en cualquier momento seria destruido por aquel monstruo sonriente.

Algunos pocos eran capaces de determinar el cambio de aquella chica. Pocos los que son conscientes de su retorcida actitud y, ellos mismos aseguraban que Natsuo en la era del predecesor era mucho más agradable, eran tan pocos que los dedos de una mano bastaban para contarlos.

Y eran aún menos los que conocieron la forma en la que se hacía llamar.

El auto se detuvo cerca del puerto, el lugar donde se revisaría la mercancía de contrabando.

El sudor frio resbaló de su sien y descendió al asfalto, las manos sudorosas le temblaron, y el pánico se apodero de él. Lo cual no fue notado a los ojos de sus compañeros, el tono persuasivo utilizado, y aquellas joyas fueron mostradas no eran lo que se esperaba.

Aquel individuo los quería estafar.

La mirada estoica de Natsuo se detuvo en un deslumbrante zafiro azul. Chuuya quien noto el extraño comportamiento de su compañera, se acercó a ella colocando su mano en el hombro de la fémina.

Lo siguiente sucedió tan rápido que era difícil de recordar.

Ella habia sacó un arma de su chaqueta e hizo una pregunta acerca del proveedor de las joyas, minutos después y antes de que Chuuya o Albatros pudieran reaccionar, una bala habia sido incrustada en la sien de aquel hombre.

El disparo habia alarmado a todos los subordinados que estaban con ellos, haciendo que todos corrieran temiendo lo peor.

La sangre habia manchado el asfalto y, ella sonreía.

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