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Capítulo 41: Chivo expiatorio.

"Cuando lo recordara más tarde, se daría cuenta de que su sensación en ese momento era similar al sonambulismo, y que aunque estaba a punto de llevar a cabo su plan, se sentía extrañamente vacío, como si ese gran plan fuera un viaje de placer casual que estaba haciendo. poniéndose en marcha. Pero en algún rincón de su mente acechaba la conciencia de que lo que estaba haciendo era en realidad un sueño y que había otro mundo real esperándolo al otro lado del sueño."

[Edogawa Ranpo; La extraña historia de la isla panorama]

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No importa cuanto tiempo se sentaran a hablar sobre que estrategia usar, para atrapar a algunos miembros de mimic y hacerlos confesar. Natsuo era experta en la tortura ya sea de tipo psicológica o física, aun así, no era de las personas que conversaran estrategias con alguien más, de todas maneras, al final del día la que se usaría siempre sería la de Dazai.

Sin embargo, ahora se encontraba junto a Dazai bajando las que conducían a un sótano oscuro. Repentinamente fue arrastrada por el joven, quien irrumpió su oficina. Atrapar a los miembros de mimic en el casino, era la estrategia de Dazai, quien seguramente lo que quería de ella era que se encargara de extraer la información de una manera más sencilla, con el uso de su habilidad.

Una neblina blanca se filtró silenciosamente a través de las grietas en el muro de piedra, haciendo que la cámara se volviera borrosa como si estuviera bajo el agua. Las paredes estaban húmedas y negras, brillaban tenuemente después de absorber innumerables gritos y desesperación.

Esa era la prisión subterránea de la mafia. Muchos entraron vivos, pero muy pocos se fueron de esa manera. Decenas de personas fueron llevadas ahí por varias razones, entre ellas la gran cantidad de instrumentos de tortura disponibles, la extrema dificultad involucrada en el rescate de prisioneros y el simple hecho de que era un poco más fácil limpiar cualquier desorden y sangre en el sótano.

Natsuo camino siguiendo los pasos de Dazai en silencio, mientras se dirigían hacia la celda de los prisioneros especiales. Aquella no era más que una habitación individual de unos treinta y seis metros cuadrados. La única entrada y salida era una puerta de hierro corta; ni siquiera había una ventana para dejar entrar la luz. Grilletes y cadenas como las de una cárcel medieval colgaban de la pared.

Al momento de entrar, frente a ellos, se extendió el paisaje de tres cadáveres, todos ellos en medio de la celda y estaban relativamente frescos. La sangre se extendió lentamente por el suelo, como si luchara infructuosamente por escapar de la cámara sombría.

Los que murieron aquí fueron soldados Mimic. Habían perdido el conocimiento después de inhalar gas noqueador en el casino, y la mafia los había llevado allí para ser torturados.

―Dime que ocurrió. ― Dijo Dazai, con una expresión oscura en su rostro.

Cuatro miembros de la mafia también estaban en la celda, dos de los cuales eran subordinados de Dazai que habían ayudado a luchar contra un francotirador en un callejón. Y, uno de ellos, era subordinado de Oliver, había sido llamado para que ayudara en el interrogatorio.

El cuarto individuo, era un chico bajo y delgado vestido con un abrigo negro.

La persona a la que Natsuo había denominado en el fondo de su mente como un chico traído por una caridad.

―Usamos gas para dormir, para noquear a la vanguardia de Mimic cuando atacaron nuestro casino, y luego los trajimos aquí. ― Respondió un subordinado levantando sus gafas de sol. ―Planeamos torturarlos para obtener información sobre sus lealtades, e incluso eliminamos el veneno escondido en sus molares para que no pudieran suicidarse.

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