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Capítulo 19: Sonrisas sin lágrimas.

Un pitido interminable. Una habitación oscura. Un cuerpo vivo con un alma muerta, reposando en sobre una cama demasiado grande para una persona. Pero estaba sola, siempre lo había estado, siempre había pensado que era así.

Una pequeña gota de sangre se escapó de un pequeño corte en la mejilla del cuerpo, deslizándose por su rostro inmóvil.

Una gota de sangre negra.

Su antigua compañera estaba intentando asesinarla. Sin embargo, ese solamente era el recuerdo que Natsuo estaba viendo en ese enorme laberinto de espejos que era su memoria.

Aún si esas escena se repitiera millones de veces, jamás entendería porque Inés trataba de asesinarla. Tampoco sabia porque Kirishima a quien ella detestaba la había ayudado.

O talvez si lo sabia y simplemente se negaba a verlo.

Luego de la venta de cincuenta litros de sangre que hizo en el mercado negro cuando tenia doce años, la relación con su compañera se había quebrado y, Kirishima empezaba a albergar un sentimiento que años mas tarde haría que lo odiara.

Natsuo extendió su mano, intentando tocar ese fragmento de sus recuerdos, sin embargó, el escenario cambio repentinamente y, ahora se encontraba viendo a aquel muchacho; alguien que reconocería incluso si estuviera agonizando, los ojos esmeralda y el intelecto de ese joven dejo una fuerte impresión en ella.

Pero, quizás cometió el error de no haber tomado su mano, una parte de su conciencia le decia eso y, la otra, esa aseguraba que seguir a Mori fue lo mejor que pudo hacer.

Sin embargo, Natsuo creía que ella no era alguien capaz de estar al lado de aquellas personas y, probablemente esa fue la razón por la que siguió a Mori. Natsuo era capaz de sonreír todo el tiempo, pero muy pocas veces había derramado lágrimas por algo o alguien, ella simplemente creía que no debía de hacerlo, porque eso fue lo que aprendió.

Natsuo no sonreía de alegría o de tristeza, sus sonrisas no eran vacías. Ella sonreía porque tenia miedo, por esa razón muy pocos serian capaces de ver lo que había detrás de sus sonrisas.

La fémina le desagradaba el laberinto de espejos que era su mente; porque en el era capaz de ver sus propios recuerdos, pero, también veía el sufrimiento de Mariko, la desesperación de Alicia por el abandono de su maestro y, se veía a ella misma y su profundo miedo.

Natsuo abrió los ojos cuando el reloj de su habitación marco la medianoche, las gotas de agua chocaban y se deslizaban por el vidrio del ventanal cercano a su cama. La habitación era iluminada por la poca luz de la luna. El escritorio caoba era adornado por una libreta abierta y la tinta negra derramada sobre una de las hojas.

Ella se levantó y se dirigió a el baño mas cercano a su habitación, abrió el grifo del lavado dejando que grandes cantidades de agua cayeran de el viéndolo hipnotizada.

Su trance no duro mas de diez minutos, para luego caminar hasta el salón, donde aún se encontraba Oliver leyendo algún libro de los que habían en la estantería.

Oliver al verla sonriendo, sabia que el cambio había llegado, dejo el libro en la mesita que estaba a su lado, para luego sentir el peso del cuerpo de la chica sobre él. Acarició suavemente el cabello oscuro de la chica y, se mantuvo de esa manera hasta que ella volvió a caer dormida.

Cuando Oliver conoció a Natsuo, fue el día en que ella comenzaría a trabajar a su lado, Oliver había actuado como el hermano mayor que la fémina había perdido. Sin embargo, no existía nadie en el mundo que hiciera algo sin esperar otra cosa a cambió, y eso la chica lo sabía.

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