«No deben salir de casa, repito, no deben salir de sus casas»
Odiaba a ese sujeto que andaba por las calles de allí gritando aquello a todo pulmón, ¿Por que mierda andaba él por las tarde-noche gritando aquello, cuando no debían salir de sus casa?
Era algo estupido si los veía a través de perspectiva.
Pero eso no era lo más relevante que tenía por decir del pequeño Laroy Hill.
Nuevo sacerdote. Nueva Ley.
Ahora nadie podía salir después del ocaso o será penalizado y señalado de brujería o conspiración con el "vampiro" que ahora acechaba el pueblo. Todos estaban convocados a reunión eclesiástica todos los días sin excepción, nadie podía quedarse fuera o también sería señalado de lo anterior.
Ahora se preguntarán. ¿Por qué todo este drama por la muerte del miserable de Marcus? Pues verán, resulta que habían seguido apareciendo muertos cada mañana sin falta frente a la iglesia.
Solo que había una diferencia, estos no parecían tan sanguinarios como los de Marcus dado que simplemente aparecían sobre la grama en una pose casi pacífica, si los veías de lejos podías jurar que simplemente estaban durmiendo.
Sin embargo si ponías mayor atención al cuerpo podías encontrar una mordida grotesca en algún lugar de su anatomía. Podría ser en un brazo, en un hombro, quizás en el cuello o en una pierna.
Muchos especularon que era por el margen de ventaja que tenía el atacante para sorprender a las víctimas. O quizás ese pensamiento era para los pocos eruditos del pueblo que querían ver más allá de la simple aparición de los cuerpos.
Estaba harta de tener que ir a reunión eclesiástica por lo que se sentaba en las escalinatas a mirar a las palomas que iban de aquí para allá sobre los bancos, apretó sus labios mientras pisoteaba una hoja seca escuchando a la perfección el crujir bajo su pie.
—¿Quien diría que te vería aquí, linda Vanessa? —se giró entusiasmada pero de inmediato su gesto cambió.
La media sonrisa y la alegría de sus ojos fue reemplazada por una máscara de seriedad mientras giraba de nuevo hacia la plaza.
—Aquí siempre estamos todos, ¿No? —movió su cabeza de lado a lado mientras seguía mirando a las palomas—. Todos estamos condenados a este maldito pueblo a sus apariciones cadavéricas en las mañanas.
—No digas eso. —le miro con aburrimiento en sus gestos, él la miraba desde donde estaba de pie a su lado—. A veces lo bello viene de lo impredecible.
Se alejó de su tacto cuando intentó tocarle el cabello.
Jeremiah se hubiera sentado a su lado... sin importar que eso posiblemente dañara su traje.
Hubiera cruzado sus tobillos y la observaría aplastar las hojas en silencio... porque sabía que necesitaba desahogarse.
Reuniría un montón de hojas verdes y se las obsequian como una ofrenda de paz... aunque eso manchara sus manos.
A Jeremiah no le hubiera importado saltarse la reunión eclesiástica sólo para estar con ella allí afuera en silencio.
Pero él no era Jeremiah.
Él no la veía como una persona común.
Solo como un objeto.
Como la mayoría de los solteros de Laroy Hill la observaban, como si ella fuese la clave para salir de sus míseras vidas en casas de sus padres sin importar que ella no tuviera un maldito centavo en el bolsillo.
—Sera mejor que vuelva dentro —murmuró poniéndose de pie.
Sacudió sus manos llenas de tierra sobre el bordillo inferior de su falda antes de comenzar a ponerse de pie, ignoro por completo la mano que él le estaba ofreciendo, no quería nada que ver con nadie de este maldito pueblo, no quería tener que ver sentimentalmente con nadie.
Ahora apegarse a alguien de esa manera sería contraproducente, ella no tenía un estatus al cual alegar, sus padres eran acomodados sin embargo lo más probable era que aquella pequeña fortuna que estaban amasando terminará en manos de sus sobrinos, y quizás en las suyas si jamás se llegara a casar.
—Ness. —se tensó de golpe y se giró para mirarlo sobre su hombro.
—No me llames así. —apretó sus dientes y le miró con odio destilando—. Solo mi familia me llama así y usted no pertenece a ella.
—¿Y Jeremiah, Vanessa? —soltó un suspiro y negó con una media sonrisa.
—Él es como mi familia. —se dio media vuelta para caminar de nuevo hacia la iglesia.
Lo bueno de vivir en un pueblo pequeño era que la iglesia en cada reunión no se llenaba hasta el tope, por lo que camino hacia la banca donde estaba su familia y se escabullo sabiendo que sus padres debían estar maldiciendo en silencio tenerla como hija.
Levanto a Mason por sus axilas para que se sentara sobre su regazo, Angie hacía burbujas con su saliva sobre los brazos de su madre, verlos allí tan pequeños e inocentes le hacía recordar a Luciana y lo que no pudo hacer por ella.
Sus sobrinos eran extremadamente pequeños, lo suficiente como para que no tuvieran un recuerdo claro de Luciana o Marcus, Mason solo había cumplido tres años hace unas pocas lunas mientras que Angie aun andaba en brazos.
Toda la iglesia parecía enfurecida y la llama de aquello era el sacerdote que gritaba a todo pulmón algo sobre quién sabe qué, frunció sus cejas y miró a la mujer a su lado quien parecía convencida de lo que estaba ella.
—¡El hijo del demonio pagará por todas las muertes que ha ocasionado! —teniendo en cuenta de que ella conocía un argumento fuerte que declina ese dilema.
—¡Si! —soltó una enardecida multitud a su alrededor.
La mano de su madre se enredó en la suya con la única esperanza de que no saliera huyendo, apretó sus labios con fuerza mientras bajaba la vista hasta los bonitos ojos avellana que tenía Mason.
—¿No va a hacer daño? —apretó sus labios y negó con una sonrisa forzada.
—Nadie les hará daño, nunca. —le peinó los mechones lejos de su rostro—. Te lo prometo.
¿Que les pareció?
¿Teorías sobre quién es nuestro misterioso desconocido que hablo con Ness?
¿Les fastidia todas mis preguntas?¿Calor o frío?
No es para mí, es para una encuesta.La pregunta del capítulo:
¿Donde creen que extrae los cuerpos "el vampiro"?
Los leo saltamontes.
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Lady Corbac
Ma cà rồngAquí habita un vampiro. Todos lo temen. Dicen que es malo. Dicen que asesina por qué ama la sangre. Todos hablan de «él» Aunque nadie le ha visto el rostro. Nadie sobrevive lo suficiente. Los cuerpos siguen apareciendo. Nada los detiene. Quieren ext...