Aquí habita un vampiro.
Todos lo temen.
Dicen que es malo.
Dicen que asesina por qué ama la sangre.
Todos hablan de «él»
Aunque nadie le ha visto el rostro.
Nadie sobrevive lo suficiente.
Los cuerpos siguen apareciendo.
Nada los detiene.
Quieren ext...
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—No, no. —estiró su mano para quitarle la tijera a su sobrino—. Te vas a hacer daño.
Mason hizo un puchero pero ella le entregó una pala de madera que había sido un obsequio que le había dado Luciana para que le ayudará en el jardín, sonrió cuando él se distrajo haciendo un hueco en la tierra donde enterraron una raíz de la planta que ella estaba cuidando.
Sus padres estaban más que felices por ella, después de más de un mes donde no había salido de su habitación por culpa de su "enfermedad" siendo luego lo de Jem, que esa mañana se hubiera levantado con una sonrisa enorme, el semblante lleno de vida y el único propósito de arreglar el patio, sus padres estaban felices.
Y quizás algo confundidos.
Había vestido a Angie con algo simple al igual que Mason, la bebé estaba sobre una canasta a unos pocos pasos de su posición jugando con unas flores que les había dado hacía un rato, mientras que Mason le estaba ayudando en su tarea de arreglar el patio.
Se sentía bien limpiar la maleza de su jardín.
Así las verdaderas plantas podrían crecer sin nada que les detenga.
Así como Laroy Hill.
Ahora podría ver crecer a sus sobrinos alejados de la maldad.
Por qué lo que menos quería era que tuvieran una mínima experiencia como la suya, que vivieran una vida común sin preocupaciones.
Por qué a ella le hicieron un daño horrible.
Y no, no se refería directamente al hecho de que ella bebiera sangre para sobrevivir.
Hacía tres años ella salió de su grupo de oración de la tarde con las hermanas de Jeremiah y otras dos jóvenes de su misma calle, en ese tiempo era seguro andar por la calle en solitario por lo que cuando andabas en un grupo no era nada.
No era la primera vez que andaban por la calle de esa manera, por lo que quizás ella se había retrasado un poco con una de las mellizas.
Lo siguiente que supo fue cuando las demás gritaron, ella había reaccionado mucho después que la melliza y eso quizás fue lo... lo que le empeoró-salvo la situación.
Recordaba haberlas visto cruzar un callejón segundos antes, por lo que las imitó.
Pero algo la corto.
Literalmente.
Aún podía sentir el frío de aquella hoja cortar la piel sensible de su abdomen, como traspasaba hasta lo más profundo de sus entrañas mientras la sangre manaba de herida... su sangre.
El dolor de su abdomen le había provocado un grito de agonía, ella habría estirado sus manos para sostenerse de lo que fuera en el momento en que sus rodillas perdieron la fuerza de mantenerla en pie.