Aquí habita un vampiro.
Todos lo temen.
Dicen que es malo.
Dicen que asesina por qué ama la sangre.
Todos hablan de «él»
Aunque nadie le ha visto el rostro.
Nadie sobrevive lo suficiente.
Los cuerpos siguen apareciendo.
Nada los detiene.
Quieren ext...
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—¿Si me vas a besar, mi lord? —susurro mordiendo un poco su labio inferior.
Él lado un poco su cabeza mientras una de las comisuras de sus labios se elevaba con sensualidad, pudo sentir como su sangre se calentaba en sus venas y la respiración que era un reflejo se atoraba en su garganta cuando él desplazaba aquellos hermosos ojos café hacia sus labios.
—No lo se, mi lady. —la voz de Jeremiah salió como un susurro enronquecido, que solo alteró aún más sus hormonas.
—No debe ser egoísta, mi lord. —hizo un puchero que causó que la sonrisa de él se ensanchará aún más—. Soy su esposa, ¿No crees que debes compartir?
—Creo que a mi esposa se le olvida que nos estamos mudando. —rodó los ojos descaradamente cuando él se puso en pie.
Se habían mudado más este último siglo de lo que había pasado anteriormente, tal parece que estas nuevas generaciones eran mucho más supersticiosas que las anteriores, y ahora parecía que a cada pueblo al que iban todos le miraban extraño, parecía que estaban a punto de señalarlos como hijos de demonios.
Se puso en pie y sacudió el polvo inexistente sobre su falda, no le gustaban los tonos pastel, ahora debido a que en este pueblo mantenían un estatus de casados ya no le era obligatorio tener que usar esos empalagosos tonos de nuevo.
Sus propiedades eran extensas, quizás un poco más de lo que una joven pareja de matrimonio como ellos deberían tener, pero al final ellos eran simplemente los falsos descendientes de una pareja que nunca murió.
No estaban más de una década en algún lugar, era su manera de prevalecer.
Después de todo cuando llegaban a un nuevo pueblo ambos eran vistos con ojos de envidia. Provenían supuestamente de una familia rica, con buen apellido, grandes casas, bastos contactos, sin contar que ella siempre mantenía su apariencia de diecinueve años y Jeremiah de veintitrés.
A Jem le había costado un poco hacerse de la propiedad que le había heredado su tío, por eso estuvieron casi dos décadas separados luego de que él se convirtiera, de esa manera él pudo aprender a ser un vampiro, mientras que ella criaba a sus sobrinos.
Hoy en día eran los dueños de la compañía de la familia de Jem, justo ahora se estaban expandiendo, pero a ellos no les interesa demasiado el dinero, jamás lo iba a hacer, era algo intrascendente teniendo en cuenta que tenían toda una inmortalidad por delante.
—Vanessa. —levanto la cabeza, él no solía llamarla así cuando estaban en público.
La mano de Jem fue a dar a su nuca, volvió en un puño sus cortos mechones antes de tirar de su cuerpo hasta que sus labios colisionaron.
Su cuerpo vibró ante el contacto, soltó un suave gemido contra la boca de él, que ocasionó que el ritmo de aquel beso cambiara drasticamente, se aferró a la camisa de Jem volviendo puños la tela bajo sus manos, él la empujó por el pasillo hasta que su espalda colisionó contras una de las paredes.