Muerte.
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La lluvia empezaba a caer fuertemente mientras el viento soplaba bruscamente, el sol se había ocultado y la luna lo reemplazaba. Evangeline observaba atentamente como la lluvia caía mojando todas y cada plata que había en el jardín, le encantaba abrir la ventana para respirar el aroma fresco de afuera, la ayudaba a relajarse además de que le encantaba la lluvia en cambio Anastasia la odiaba porque arruinaba sus planes de salir en las mañanas a ver el sol.Su hermana Anastasia había empezado a salir con el chico Black, estaba feliz por ella, su hermana merecía alguien que en realidad la amará, y sabía que Jacob era el indicado.
Anastasia peleará por su amor con Jacob, incluso enfrentaría a su padre. Y eso lo sabía muy bien Evangeline.
Su cabeza en ese momento estaba hecha un lío, tenía pensamientos por doquier sin saber en cual concentrarse primero. La fría y suave mano de Edward acariciaba delicadamente su cálida mano, el cobrizo se deleitaba con los tranquilos latidos de su compañera, desde aquella noche en la que habían paseado en caballo estaban siempre juntos lo cual causaba felicidad por todos los Cullen y tristeza por los Mcfly pues sabían que dentro de poco ellos tendrían que separarse.
El tiempo era demasiado maldito y no perdonaba nada, el tiempo no los dejaría estar juntos y eso todos lo sabían. El tiempo los separaría dentro de poco, y aquello causaba un profundo dolor en Edward.
—Entonces 4 de abril.
—Si, ese día es mi cumpleaños. Cumpliré 17 y ya no serás mayor que yo — afirmó orgullosa.
—Pero yo cumplo en Junio — musitó tocando la punta de la nariz de su compañera con su dedo índice.
Evangeline hizo un pequeño puchero que causó ternura en el cobrizo, y con todo su autocontrol evitó besar aquel tierno puchero de su amada.
—Estoy emocionada por cumplir 17— exclamó dando un pequeño saltó.
La expresión de Edward cambio de un momento a otro, ahora era una tristeza muy notable. Él sabía muy bien lo que pasaría después de que ella cumpliera los 17, ese hombre la casaría con alguien que ella nunca llegaría amar, la casaría con un monstruo. Y ese monstruo asesinaría a su preciosa Evangeline, y él no podría hacer nada, porque afectaría la línea del tiempo.
—Al diablo el maldito futuro — susurró demasiado bajo para que su amada no lo escuchará.
Era una noche de tonos reprimidos, sonrisas falsas y ganas de llorar. Pero corrí en el prado a pies descalzos. Bañé mi cabello en llovizna boreal.
Y una calma.
Exhumada por el brebaje celeste; invito a los rayos de sol tan similares a sus dorados ojos a peinar mi alma.
Edward sonrió al leer los pensamientos de su compañera, ella había pensado en él para realizar un poema, un poema demasiado hermoso. El cobrizo acaricio el suave cabello azabache de su amada recibiendo una sonrisa por parte de ella que fue correspondida.
—¿Crees en el renacimiento?— preguntó abruptamente la princesa.
El cobrizo analizó la pregunta de su compañera llegando a la conclusión de que no sabía que responderle.
—No lo sé.
La azabache inconscientemente se acercó más a los brazos del cobrizo siendo rodeada por estos.
—He leído que algunas personas les dan una segunda oportunidad de vivir una nueva vida, otras dicen que siempre volvemos a renacer para reencontrarnos con el amor de nuestra vida, aquella persona la cual siempre amaremos, la persona que siempre volveremos a encontrar, la persona que volverá entre nuestros brazos— susurró siendo escuchada atentamente por el cobrizo.
>Y la muerte es demasiado cruel, no importa quien sea la persona que se lleva, la muerte no tiene piedad con nadie. Aunque hay veces que hace excepciones y la verdad es que es muy raro que lo haga.
>A la muerte no le importa si eres tan solo un niño, o una buena persona. Hay veces que la muerte se compadece y deja vivir un poco más, pero es demasiado raro que haga aquello. Siempre acabará llegando hacia ti, a todos les llega la muerte, solo es cuestión de tiempo.
Edward se sorprendió ante las maduras palabras de Evangeline, pero sabía que ella tenía razón. La muerte no perdonaba y el tiempo tampoco.
—Eres muy madura a tu edad.
—Asi me educaron— resopló— casi nunca jugaba con mis muñecas porque padre me obligaba a tomar clases de piano, de violín, de baile, y muchas otras cosas más.
El de ojos dorados levantó la mirada de su amada con sus manos, observó el brillo de sus ojos de ese color azul tan intenso cuál zafiro, anhelaba besarla, anhelaba probar aquellos dulces labios que sabía que serían su perdición, anhelaba hacerla suya, la anhelaba a ella. Se acercó a su labios queriendo besarlos pero una mueca de tristeza apareció cuando ella se alejó.
—Creo que vamos demasiado rápido. Si padre nos hubiera visto, creo que se enojaría conmigo y no me hablaría durante algún tiempo.
—Te he estado cortejando, ¿Crees que vamos muy rápido?— preguntó recibiendo un asentamiento por parte de ella— Te esperaré todo el tiempo que sea necesario Evangeline.
Ella sonrió para después sorprenderse cuando sintió los fríos labios del cobrizo en los cálidos de ella, fue un beso muy corto. Pero para Edward fue lo más maravilloso de toda su existencia, y para Evangeline era lindo haber dado su primer beso con el cobrizo. Edward se controló porque sabía que terminaría besándola hasta más no poder, no fue suficiente para él, quería más, mucho más, la quería a ella.
Cuando se separó vió como sus palidas mejillas tomaban un tierno color rosado, besó cada una de sus mejillas para después besar su frente, viendo como cada vez más sus mejillas se ponían más rojas.
Evangeline Rosewood era su perdición.
Maratón 2/3
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Tiempo. [Edward Cullen] ✓
Vampire"No te quería abandonar, te juro que no quería hacerlo. incluso pensé en llevarte conmigo, pero tú no pertenecías a mis tiempos. Pero algo si te aseguraré, volverás a estar entre mis brazos Evangeline Rosewood."