Mi Evangeline.
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Labios rojos como la sangre, suaves y carnosos que solo hacia que Edward quisiera acercarse y besarla hasta el cansancio el cual nunca llegaría, ojos azules con pequeños destellos verdes, nariz pequeña y respingada, piel igual a la porcelana blanca y suave. En el centro de aquel pasillo elegante estaba Evangeline Rosewood quien vestía un lindo y extravagante vestido rojo el cual remarcaba su pequeña cintura y sus pechos, su cabello estaba peinado con leves rizos y adornado con una pequeña tiara de piedras rojas y listones de color plateado, de sus orejas colgaban dos aretes de plata donde en el centro llevaban una piedra roja, llevaba un collar de plata con un rubí en el centro de este.
Edward Cullen había encontrado a su compañera y todos lo supieron por como el cobrizo la miraba como si fuera lo único importante del mundo, como si fuera lo más hermoso y para Edward así era, ella era hermosa, tenía una belleza demasiado irreal que le hacía preguntarse a Edward si en verdad ella era real, se preguntaba cómo era que una chica tan hermosa fuera su compañera, solo un pensamiento surcó por su mente al ver cómo ella se acercaba sin perder contacto visual con el cobrizo.
Mi Evangeline.
Fue lo que pensó al ver cómo ella le sonreía con dulzura, él le devolvió la sonrisa sintiéndose completo por fin, sentía que aquel vacío que siempre había estado en su pecho ahora había desaparecido, sentía que ya nada le faltaba. Antes de conocerla se decía internamente que estaba completo que no necesitaba a nada o a nadie, pero en él siempre estuvo un sentimiento de vacío como si le faltara algo y él no sabía que era lo que le faltaba porque ella no existía, pero ahora que ella estaba enfrente de él supo lo que faltaba en su vida, ella, su Evangeline.
El sollozo de Lorraine los saco de su conexión, haciendo que la princesa desviará su mirada del cobrizo el cual soltó un pequeño gruñido inaudible para los oídos humanos.
—¿Estás bien Nana?— preguntó preocupada.
Una pequeña arruga se formó en medio de sus cejas al fruncir el ceño, a Edward le pareció lo más tierno que había visto en cien años.
Lorraine solo asintió conteniendo las ganas de abrazarla hasta el cansancio al igual que Ernest. Los Mcfly prácticamente habían criado a Evangeline era por eso que le tenían demasiado cariño, la amaban como si fuera su hija al igual que Anastasia.
Alice chilló de emoción obteniendo la atención de Evangeline quien la miró curiosa, cuando la pequeña Cullen obtuvo su atención se acercó a la princesa empujando a Edward en el proceso obteniendo un gruñido de su hermano.
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Tiempo. [Edward Cullen] ✓
Vampire"No te quería abandonar, te juro que no quería hacerlo. incluso pensé en llevarte conmigo, pero tú no pertenecías a mis tiempos. Pero algo si te aseguraré, volverás a estar entre mis brazos Evangeline Rosewood."