Una vida juntos.
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Pasaba delicadamente su mano por las rosas que estaban a su alrededor, en algunos arbustos había rosas rojas, en otras eran amarillas y en algunas otras eran blancas. Evangeline de vez en cuando se acercaba para olfatear el dulce aroma que impregnaba cada una de las rosas.Acaricio delicadamente una rosa blanca, quiso tomarla pero al momento de agarrarla, está tenía espinas lo que causó que la azabache soltará un quejido de dolor, observó la gran espina que tenía la rosa para después desviar su vista hacia su mano la cual sangraba un poco, sangre se deslizó por su pálida mano para finalmente caer en la blancura de la rosa la cual se manchó levemente de sangre.
Sintió una frías manos posarse en su palma lastimada, Evangeline dió un pequeño brinco del susto al ver a su cobrizo observando su mano lastimada con preocupación.
—¿Estás bien?— preguntó con su ceño fruncido.
—Es solo una pequeña cortada Edward, no es como si alguien me hubiera apuñalado con una daga al corazón y me esté desangrando— comentó sarcástica.
Edward la miró serio mezclado con dolor pues recordó la pintura dónde estaba su querida Evangeline en el frío suelo con una daga de plata en el centro de su corazón, como la sangre a su alrededor salía de su boca y de dónde fue apuñalada. Sacudió su cabeza para alejar esa imagen, él evitaría que sucediera aquello, y si es necesario él asesinaría con sus propias manos al príncipe Jhonson.
—No juegues con eso, y no vuelvas a decirlo— murmuró mientras acariciaba su mejilla con una mirada de dolor— No soportaría perderte.
Evangeline se sintió mal cuando vio la mirada triste de su cobrizo, como sus ojos dorados mostraban dolor puro.
—Lo siento— susurró para después besar su mejilla.
—Esta bien, solo no lo vuelvas a decir— musitó mientras la besaba suavemente.
Evangeline correspondió aquel beso sintiendo como Edward retenía las ganas de hacerlo más intenso, desde aquel día en el que casi hacían el amor no habían vuelto a hablar sobre el tema, pero la tensión entre ellos dos era muy notoria.
La azabache hizo lo que pudo transformando el beso a uno más dulce, tierno y lleno de amor. Al separarse sonrieron mientras juntaban sus frentes, las sombras se hicieron a un lado y el sol resplandeció en su máximo esplendor. La piel de Edward comenzó a brillar haciendo que la de ojos azules se alejara un poco para admirar la belleza de su cobrizo.
El vampiro se quedó quieto dejándose llevar por la caricias de su compañera, la Rosewood acaricio la pálida piel que brillaba del cobrizo, paso sus delicados dedos por los fríos labios de su compañero. Era simplemente hermoso, sus cabellos cobrizos despeinados sin ninguna dirección pero aún así se veía realmente hermoso, sus labios entre abiertos esperando ser besados por los de ella, su pálida piel resplandeciendo a la luz del sol, era perfecto.
—Eres hermoso— musitó Evangeline para después acercarse a los labios del vampiro.
Edward acortó aquella distancia uniendo sus labios para crear una danza perfecta, el cobrizo afirmó sus manos en la delicada cintura de su amada para después apretarla un poco sin lastimarla, Evangeline abrazo el cuello del vampiro para hacer más intenso el beso. Segundos después la Rosewood se separó por falta de aire, Edward besó las mejillas sonrojadas de la mujer que amaba.
—¿Qué te gustaría hacer después de casarnos?— preguntó de repente el cobrizo haciendo sonrojar a la azabache.
—No me lo has propuesto— indico con una pequeña sonrisa coqueta.
—Solo espera un poco amor, pronto lo haré.
—Bueno me gustaría viajar por todo el mundo y tal vez poder tener una casa en la playa en Hawaii— informo con una sonrisa.
La sonrisa de Edward desapareció repentinamente, algo que no pasó desapercibido por la Rosewood.
—¿Y no te gustaría tener hijos?— preguntó sintiendo como su estómago se contraía.
Evangeline supo a dónde iba aquella conversación, ella sabía que los vampiros no podían procrear o bueno eso era lo que decían los libros.
—Nunca me detuve a pensar en eso, siempre estuve tan ocupada en obedecer las órdenes para ser una dama, en clases totalmente innecesarias, en poder escapar de este castillo y poder tener una vida normal, por esa razón nunca lo pensé— confesó.
—Pero, ¿Te gustaría tenerlos?— repitió.
—Se que los vampiros no pueden tener hijos, y no te voy a negar que en un momento si me ilusioné de que talvez.... Tú y yo... hayamos podido tenerlos— susurró lo último sintiendo sus mejillas calentarse.
En ese momento Edward se imaginó a un bebé de la mujer que amaba y de él, una hermosa niña con los ojos azules de su madre, con su cabello cobrizo largo y brilloso, con la suave piel de su compañera, una réplica exacta de ellos dos.
—Entiendo que tal vez te afecte un poco, pero está bien. Te amo y eso es lo que importa, solo tú y yo.
—Odio arrebatarte eso— susurró dolido.
—Esta bien cariño, no estoy enojada o triste. Lo que en verdad importa es que estaremos juntos.
—Te amo Evangeline Rosewood, no consigo verme a mi mismo sin tí.
Ella sonrió para susurrar: Te amo
Edward la tomo entre sus brazos para darle un pequeño beso para después seguir caminando mientras veían los hermoso rosales que habían a su alrededor.
La rosa blanca en la que Evangeline se había cortado, había quedado una mancha roja la cual era sangre de la azabache en el suave y blanco pétalo.
Espero que les haya gustado.Por ahora no tengo nada más que decir, solo una cosa: ¡Prepárense porque se viene el drama bien emocionante!
¡Los amo!
Gracias por leer.
—Alexa💚🐍
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Tiempo. [Edward Cullen] ✓
Vampire"No te quería abandonar, te juro que no quería hacerlo. incluso pensé en llevarte conmigo, pero tú no pertenecías a mis tiempos. Pero algo si te aseguraré, volverás a estar entre mis brazos Evangeline Rosewood."