Capítulo 16

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Vitany (Tiana)

Me adrento en el bosque sigilosamente, acechando cualquier movimiento alrededor mío. Estoy concentrada en todo lo que me rodea, en los árboles y en sus hojas danzantes por el viento, en los olores y en sus particulares matices, en los ruidos y en sus extraños sonidos, en la suave brisa que mueve mi sedoso pelaje blanco y que lleva consigo rastros de eco de melodías que crea la naturaleza por ella misma, los cantos de los pájaros y su particular pío-pío...
Me doy cuenta como el bosque entero se prepara para el manto negro que cubrirá el cielo en unos poco minutos, sumiendonos en una preciosa noche estrellada, acompañada de su inseparable amiga, la luna.

Veo como todos los animales se preparan para irse a dormir. Las ardillas entran a los huecos árboles por los distintos agujeros que se encuentran en estos, las liebres y los conejos entran en sus pequeñas madrigueras, los erizos escabullendose hacia un pequeño tronco caído adentrándose en la pequeña abertura que posee, los búhos desperesandoce para iniciar la caza de algun animalillo indefenso para darse un buen festín, pues no todos los animales son diurnos, hay algunos nocturnos.

La luna, espléndida en lo alto del cielo, es el toque mágico y especial que le da a la noche. Me dan ganas de aullar ante tan bonita luna, pero me contengo, pues tengo un deber que tengo que cumplir sino quiero que me chupen la sangre a mí.

Me llega un intenso olor a barro y almizcle y lo sigo sin dudarlo por un camino lleno de ramas secas, de piedras, de barro y de plantas. Llego a un pequeño claro apenas iluminado por la luz de nuestra preciosa luna, en el cual en el centro se alza un majestuoso alce con una cornamenta imponente, comiendo tranquilamente un poco de hierva fresca por el rocío de la reciente noche. El hocico se me hace agua y tengo que darme prisa antes de que se dé cuenta que estoy aquí, puesto que al mínimo ruido no dudará en salir corriendo. Lo hacecho tranquilamente y me voy acercando, sin hacer un solo ruido, por detrás, pues si me acerco por delante, aparte de que me puede ver, me enfrentaría con su enorme cornamenta y me podría hacer daño y ya no sería el cazador, sino que me convertiría en el cazado.

Estoy a tan solo unos metros cuando el alce gira la cabeza hacia la derecha por un ruido situado detrás de unos arbustos, entonces ahí es cuando reacciono y como no me queda tiempo, me lanzo a su espalda y busco, desenfrenada, su garganta. La localizo unos centímetros más arriba, con lo cual sin tiempo que perder clavo mis colmillos en su garganta, mientras el pobre animalillo intenta, sin éxito, escapar de mis fauces. Al cabo de unos instantes el alce deja de removerse, callendo muerto entre mis colmillos. Cuando voy a empezar a arrastrarlo veo que detrás del arbusto, que antes se movía, sale un pequeño lagarto. ¡Y pensar que por esa miniatura casi pierdo mi caza!

Logro arrastrar unos metros al pesado alce, pero me canso y me lo subo a la espalda siendo así más llevadero el poder llevármelo de vuelta. Cuando estoy a sólo a escazos metros de la cascada, veo que Nathan ya no está en la cima de esta, sino que esta descendiendo por la pared de piedras resbaladiza. En el momento que llego junto a la cascada, él pega un salto, aterrizando junto a mí. Se sorprende por verme con el alce aquestas, creo que no se esperaba que hubiera cazado algo tan grande. Me ayudó a bajárlo de mi lomo y lo coloco en el suelo.

Me acarició la cabeza en forma de agradecimiento - ¡Muy bien! - Me dijo con una sonrisa de lado. Solo ese simple gesto hizo que mi corazón diera un vuelco en mi pecho y extrañamente creciera un sentimiento de felicidad en mí. Dejando mis sentimientos a parte, me dirijo hacia una piedra y me escondo detrás de ella, para poder transformarme de nuevo en humana.

- Nathan, ¿me puedes pasar mi ropa? -
Os estareís preguntando como es que me da vergüenza que me vea en ropa interior si cuando le reté me quite la ropa sin rastro de vergüenza, pues el caso es que fue por culpa de la luna llena, me hace hacer cosas que yo no haría, pero ahora como ya estoy consciente y no hay luna llena pues ahora si que tengo vergüenza.

Me da un asentimiento, se gira, y coje la ropa situada encima de una roca.

Se acerca al arbusto en donde me encuentro y hace un amago de tirarmela, pero se de tiene y en su lugar aparece una sonrisa traviesa.

-Nathan, ¡dame la ropa ya!- Grito ya desesperada.

- ¿Y si no quiero? - Dice mientras su sonrisa se hace más grande y en sus ojos brilla la diversión.

- Bueno, tú te lo has buscado. - Le contesto. No le dí tiempo ni de hablar, puesto que me convertí en Tiana.

Me acerqué hacia él. Cuando me vió paró de sonreír, pues ¿quien no le tendría miedo a una loba de tres metros y medio, de ojos rojos y molesta? Exacto. Nadie.

No le di tiempo de responder porque me avalance sobre él. Le tumbe al suelo cayéndose de espaldas conmigo encima. Le gruñia en la cara muy cerca de su rostro.

-Tranquila lobita, solo era una broma- dice poniendo las manos en alto, insinuando que estaba desarmado. Agarro mi ropa, con mi boca, sugetandola con los dientes, situada al lado de él, ya que cuando me lancé encima de él la tenía en sus manos y la soltó cerca de su hombro derecho. Le doy un gruñido antes de irme devuelta al arbusto.

Se escuchan como mis huesos vuelven a su sitio, así transformandome de vuelta, a humana.

- Trinquiliti libiti, sili iri ini brimi, ¡ja! Imbécil. - murmuro mientras me pongo los pantalones, repitiendo lo que el me dijo, intentando imitar su voz.

- ¡Este se va a enterar de lo que vale un peine! ¿Porqué me tendría que tocar un mate tan estúpido? .- refunfuño mientras salgo detrás del arbusto con el ceño fruncido.

Busco rápido con la mirada a Nathan, pero me sorprendo al no encontrarme con nadie en el lugar donde este se situaba antes. Como no tengo éxito buscando al egocéntrico vampiro intento visualizar, al menos, al hermoso y enorme alce que atrapé a penas unos instantes. Y como no, ¿adivinen qué? , ¡tampoco está!

-¡Ja, maravilloso!- Digo sarcástica, pues ya estaba cansada de sus tonterías... Aunque... Una parte de mi me atraía irremediablemente hacia él y por mucho que me moleste me encanta esa faceta suya, no lo puedo evitar, es... mi estúpido vampiro.

-Es mi estúpido vampiro- repito en voz alta con una sonrisa de lado y un brillo especial en los ojos.

Cuando me doy cuenta de que lo dije en voz alta rápidamente miro hacia ambos lados, hacia arriba, mirando por las copas de los árboles y luego hacia abajo revisando los huecos árboles y los agujeros de la tierra. Cuando corroboro que no me ha escuchado nadie, suspiro aliviada.

Cuando estoy eligiendo el camino que seguir, detrás de mi se escucha un crujido. Me vuelvo hacia el sitio proveniente del ruido. Observo con cautela cada hoja, ramita seca y flor que se encuentre con mis ojos.

Hasta que detrás de un arbusto situado a mi derecha algo salta hacia mi.

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⏰ Última actualización: May 16, 2021 ⏰

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