Capítulo 29

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29. Otro secreto que guardar

Me sentía como nunca. Jamás tener la miradas posadas en mí y en mi novio había sido mejor. Y si, lo sé, sonaba un poco como...como la sucia Comadreja, pero mis motivos para disfrutar ese momento eran distintos a los de él.

Me sentía libre. Libre de toda carga, de todo maldito secreto que guardar. Solo quedábamos Harry y yo, caminando por la escuela, rebosantes de alegría.

No había momento en que absolutamente todas las miradas se dirigieran a nosotros cuando entrábamos a algún lugar.

Para Harry, eso no era tan agradable, ya que tenía suficiente con ser él como para que tuvieran otra razón para mirarlo.

Pero para mí, no se pudo sentir mejor.

Toda la vida había mentido, fingiendo ser alguien que no era.

Había mentido a Harry desde el primer instante en que lo vi, diciendo que no anhelaba su amistad más que nada en el mundo.

Había mentido a mis conocidos, sosteniendo el papel de frío e insensible Slytherin, ególatra y principal enemigo de Harry Potter, odioso y cruel.

También me había mentido a mí, intentando negar lo obvio: que amaba a Harry, y que con el había conocido la felicidad.

Pero ¡Oye, estoy bien! Vivir en una mentira es fácil, y cargar con millones de secretos es pan comido ¿verdad?

No, por supuesto que no era verdad. Jamás poder hacer lo que realmente quiero hacer no es pan comido. O vivir ocultando mi amor hacia Harry no es para nada fácil.

Y por eso, es que en ese momento, cuando por fin ya no me quedaban secretos que revelar, que era transparente, estaba en paz.

Y quizás, era justamente porque ya no me importaba la maldita reputación, o el apellido Malfoy, ni siquiera mi familia.

Claro que los amaba, eran mis padres, pero al fin era feliz, y si ellos no podían entenderlo, que se fueran al demonio y me dejaran a mi tranquilo, pues ya no me importaba lo que pensaran.

Ahora, éramos solo Harry y yo.

—¿Draco? ¿Estás aquí?—escuche la voz, su voz.

—¿Eh? Disculpa ¿Que dijiste?—pregunté desorientado.

Harry y yo estábamos sentados en la ventana de un pasillo, haciendo los deberes de Cuidado de las Criaturas Mágicas.

Aquél lugar no estaba totalmente desierto, por lo tanto teníamos un par de curiosos observándonos, pero fue lo mejor que pudimos encontrar.

—¿Que te sucede? Has estado toda la mañana en cualquier sitio.

—Oh, pues, en realidad solo pensaba esto—corté mi oración para darle un suave beso en los labios—si, esto.

—Ajá...¿Y que clase de cosas pensabas? ¿T-tu...quieres dejarme?—preguntó con una expresión que demostraba que quería perecer rudo pero en realidad estaba aterrorizado.

—¿Qué? ¿Dejarte? ¿Acaso eres estúpido Harry Potter? Jamás te dejaría ¿Tienes una idea de lo que sufrí y luché para llegar a estar así contigo?

—¿De verdad? ¿Jamas me dejarías? ¿Nunca? ¿Ni aunque me volviera viejo y pelado?—bromeó él, pero yo lo tomé con seriedad, quería que le quedara claro que en ninguna de las circunstancias se me cruzaría por el cerebro dejarlo.

—Mira, Potter. No te dejaré. Jamás, en toda tu vida, podrás librarte de mí.

—¿Y por qué querría librarme de ti?—dijo él para luego pasar sus manos por mi cuello, acercarse a mi rostro y besarme apasionadamente.

¿Amor? ~DRARRY~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora