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Un escalofrío recorría el cuerpo de la joven haciendo que soltara un leve respingo, a pesar de los años que el agua fría recorría su piel le era imposible no maldecir cuando las primeras gotas chocaban con su cuerpo temperado y desnudo. Dejo su cabeza caer hacia atrás para que penetrara de mejor forma en su cabello azabache. Una aglomeración de sentimientos y pensamientos la abordaron sobre lo acontecido el día de hoy. Se sentía extrañamente aliviada, sincerarse consigo misma por sobre todo le resulto sacarse un peso que no sabia que cargaba, pero obviamente no sería difícil olvidarse de Eren de la noche a la mañana, no cuando ha sido su primer amor desde los 10 años y también su familia. A través del golpeteo del agua escucho unos leves golpes que provenían de la puerta de su habitación y posteriormente la manilla girando.

- ¿Armin? ¿Eres tú? – alzo la voz para que pudiese escucharla, pero no hubo respuesta- Dame un momento.

Enjuago una vez más su cabellera para envolverse en la toalla blanca que colgaba de un pequeño clavo algo tosco, pero que procuraba limpiarlo diariamente. Con la otra pequeña toalla celeste con las iniciales M.A grabadas en una esquina sacudió su cabello sacando el exceso de agua.

-Armin, creí que ayudarías a...

Abrió apresuradamente la puerta del baño y se echó atrás involuntariamente por el susto de ver a otra persona que no era su amigo.

- ¿Connie? – dijo exaltada- ¿Qué haces aquí?

- Mikasa yo...- Observo a la muchacha envuelta en una toalla que solo cubría parte de su busto y alcanzaba a tapar su trasero- ¡Lo siento ¡-se giró avergonzado y el rubor subió a sus mejillas- Vine a entregarte esto – saco de su chaqueta un sobre y lo extendió hacia atrás sin mirarla- pensé que no estabas así que te lo dejaría por aquí.

- ¿Qué es esto? - se acercó cautelosa de cualquier percance que pudiese ocurrirle-

-Es del capitán Levi, me pidió entregártelo.

-Gracias, ya puedes irte Connie.

-Si, adiós- se apresuró a salir de la habitación cerrando la puerta de un golpe-

Mikasa soltó la respiración que mantuvo en su pecho y el rubor subió rápidamente a sus mejillas por la vergüenza. Estaba acostumbrada a que su amigo la viera en toalla, pero tener a otro chico tan cerca y sin poder realizar algún movimiento por temor la hizo contener la respiración y paralizarse. Fijo su atención nuevamente en el trozo de papel que sostenía y giro su muñeca observando de todos los ángulos la pequeña carta.

***

Eren estiro sus largos dedos entre su cabellera para amarrarlo en una pequeña coleta, poco a poco algunos mechones se soltaron de su agarre, su cabello no ha crecido tan rápido como le gustaría.

-¿Eren, ya te vas?

La joven despejo los mechones rubios que caían por su rostro para observar de mejor manera la trabajada espalda del hombre semi desnudo que tenía frente a ella.

-Lo nuestro termino, Historia. No tengo intenciones de quedarme.

Solo unas cuantas personas sabían acerca del verdadero nombre y origen de la chica, el castaño esperaba muy pronto se diera a conocer la verdad ya que tener que fingir más allá del acuerdo que tenían le resultaba realmente tedioso. Por otro lado, Historia seguía buscándolo y el cedía a sus caprichos.

- ¿Y porque estás aquí entonces? – sonrió maliciosamente-

Hizo las sabanas a un lado y se acercó sigilosamente detrás del castaño.

-Puedes decir que lo nuestro termino – con sus uñas recorrió su marcada espalda y este se paralizo- pero ambos sabemos lo caliente que eres, por eso estas aquí ¿no?

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