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Mikasa observaba la humeante comida sobre la mesa, su estómago se estrujaba, se retorcía por un poco sin importar los desconocidos que estuvieran a su alrededor. Por otro lado, parte de ella misma no podía ignorarlos, no cuando la observaban con total admiración y extrañeza. Karanese era un lugar cercano a las costas del Este, un atajo para lograr salir de la Isla antes que los alcanzarán las tropas de Marley. 

La puerta rechino contra la madera, James entro a la cabaña sonrojado por el frío que perturbaba su pálida piel, más el siguiente invitado no apareció. Eren debía estar en algún lugar allá afuera, y eso no era buena señal, estar solo con tus pensamientos y sentimientos nunca es buena señal y menos después de todo lo acontecido.

Armin, Sasha y Connie se encontraban sentados alrededor de la mesa, sin embargo ninguno tocaba su comida, sus miradas se mantenían perdidas y sus mentes divagaban lejos de ahí.

— James — una mujer bordeando los sesenta años se acercó al joven quien estaba curando la herida de Jean—. ¿Se encuentran enfermos? ninguno ha comido ni dicho algo desde que llegaron.

Los miró a través del pasillo, observando la escena que describía Akiko la dueña de casa, y miembro del clan Hizuru instalados hace poco de un año a las afueras de Karanese.

— Solo están cansados, han sido días difíciles.

Después de varios minutos Sasha comenzó a comer lentamente, todos sentían el hambre que venían arrastrando desde temprano , sin embargo los pensamientos los invadían constantemente.

— ¿Cómo te llamas? — Mikasa tardo unos segundos en comprender que se dirigían a ella, miro al niño a su costado vistiendo un traje de dos piezas blanquecino al igual que su piel. Y observándolo con detalle, se sorprendió al ver lo parecidos que eran .

— Mikasa.

— ¿Qué significa? — pregunto, la azabache ladeó la cabeza sin comprender y él prosiguió diciendo como si fuera lo más obvio del mundo —. Tú nombre, todos representamos algo.

La chica negó con la cabeza y el niño prosiguió.

— Entonces dale un significado, lo que tu quieras —  comenzó a jugar con el borde de la mesa —. Todos somos libres de escoger, eso es lo que dice papá.

—Tu padre comprende muchas cosas — mencionó Armin —. ¿Dónde esta ahora?

El niño no despego su vista de la mesa y menciono neutralmente.

— Esta muerto, pero Nana dice que él es parte de todos así que si seguimos vivos él podrá seguir viviendo a través de nosotros.

Todos quedaron en silencio una vez más, Armin comenzó a comprender que aquellas personas que provenían más allá de la Isla poseían pensamientos muy diferentes y extraños, más no significaba que todos fueran malas personas. Quizás si podría confiar en James, pero no tenía claro cuales eran sus verdaderas intenciones y sobre todo con Mikasa. 


Faltaban un par de horas para el amanecer, por motivos lógicos partirían un poco antes pero después de días intensos todos necesitaban descansar, excepto Mikasa quien se encontraba envuelta en unas mantas dormitando sobre la cama . Trato de despejar su mente, pero el sonido de la lluvia y el viento no le facilitaba del todo su sueño, además cada vez que cerraba los ojos muchas imágenes le invadían haciéndola sentir ansiosa. Sus padres aparecieron en su mente; una tarde de otoño, mientras el viento soplaba llevándose consigo algunas hojas rojizas su madre cantaba al tiempo que tejía una manta para su cama. Otro segundo, y la frialdad de la soledad volvía a clavarle profundo, estaba sola. No era justo.

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