El fugitivo

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—Pruébatelo.

—He dicho que no.

—No es una sugerencia, es una orden —hizo una pausa—. Prué-ba-te-lo.

Arrugué mi nariz y le arrebaté el vestido rojo de las manos.
Diane dijo que me acompañaría a Walmart para hacer las compras, y desde que llegó no ha dejado de apoderarse de todo. Me ha hecho gastar casi cincuenta dólares en un chocolate, y aunque sabe que pronto no tendré nada en los bolsillos, me sigue persuadiendo para que compre un disfraz de diabla.

La Halloween Extreme Party será dentro de unas semanas, y aun así, todos los chicos de la UT están como locos comprando disfraces, bebida y preparándose para una de las fiestas más grandes del año. Era de esperar que Dia, la Diosa de las Fiestas, esté informada sobre el asunto. Ahora quiere arrastrarme a esa fiesta con ella.

De paso —como lo vio en internet—, quiere que yo me vista de diabla y ella de angelito. Aunque pienso rotundamente que los papeles deben invertirse.

Me metí a regañadientes al probador y miré el vestido rojo como si fuera una especie de desecho radioactivo. Es horrible. Bueno, tampoco está tan mal, pero es súper corto y apretado para mi gusto. En otra chica se vería bien. Una con el cuerpo de Alyssa. Pero no creo que mi cuerpo de espiga logre llenarlo.

Voy a asesinar a Diane.

Como pude, me metí dentro de esa cosa. Ni siquiera quise verme en el espejo. Simplemente saldré para que me vea y luego me lo quitaré.

—¿Aún sigues viva? —escuché al otro lado de la puerta—. ¿El vestido te tragó? ¡Sal de ahí, Nessa!

—¡Si pudiera caminar ya lo habría hecho! —rezongué tirando de los bordes del vestido hacia abajo—. ¿Podemos dejar esta tontería e irnos a comprar de verdad?

—En serio: me queda horrendo. Mi cuerpo jamás se verá bien con esto.

—Nessa, basta. Deja de menospreciarte de esa manera. Y no digas que nadie quiere tu cuerpo porque yo mataría por esas nalguitas —me sobresalté cuando le dio un golpe a mi trasero—. Te pondrás ese vestido y punto. Luego me lo agradecerás —me señaló con seriedad—. Y si sigues portándote como una
niña, te obligaré a vestirte de Bob Esponja.

—Prefiero eso a parecer una prostituta. ¿Podemos irnos ya?

—Sí. Déjame pagar y nos vamos.

Mis ojos se abrieron como platos.

—¿Qué? ¡Te dije que no me voy a poner est…!

—Pago y nos vamos —repitió en tono amenazante.

Me callé y crucé de brazos. Perderé saliva si sigo intentando cambiarla de opinión.

Mientras pasamos por la caja, no pude dejar de imaginar qué está haciendo Adler. Desde que regresé de la UT —hace como tres días— no lo he visto. Y
cuántas ganas tengo de hablar con él. Alyssa me ha contado que estáocultando algo con Diane y que, de seguro, tiene que ver conmigo. Sé que no estoy del todo segura si tiene que ver conmigo, pero no quiero permanecer con la duda. Adler tiene muchas cosas que aclararme; entre ellas encerrarme en la enfermería.

Y Diane tampoco se queda atrás. He intentado hablar con ella sobre lo que me contó Aly, pero ha estado tan metida en lo del disfraz que sé que no me
prestará atención.

Quizás tenga que restarle importancia y dejarlo pasar… o quizás no.

Saqué mi teléfono y revisé la hora. Es fin de semana, y Adler no tiene otro lugar a donde ir que no sea el apartamento —supongo—. Es el momento
perfecto para hablar con él. Tengo unas ganas infinitas de darle una buena cachetada y preguntarle cuál es su problema conmigo, con Dia, con la UT…
con todo.

Replay [1# Play]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora