Creo que no me había sentido tan colocada desde hace mucho tiempo. Mi cuerpo está paralizado, sin la plena capacidad de reaccionar. Los
nanosegundos en los que ocurrió ese solo puñetazo se sintieron en cámara lenta. Todo se resumió a un golpe, luego otro y no me di cuenta cuando Adler le estaba propinando una lluvia de hostias al chico que aún no soltaba mi celular.Un profundo sonido se hizo claro en mis oídos. Fue lo suficientemente fuerte para sacarme de mi pequeño trance. Lo siguiente que hice fue apartar a Alyssa del camino e ir directo al
Starbucks.La vista se me nubla a medida de mis pasitos se van convirtiendo en largas zancadas. Empujé la puerta de la tienda con brusquedad sin importarme si cerraba detrás de mí. Antes no pensaba y ahora lo hago demasiado. Tanto que no me doy cuenta de que estoy acercándome a una golpiza en la que puede que no salga ilesa.
No sé desde cuándo está Adler en el café. En mi cabeza permanece la imagen de un ladrón que de alguna manera obtuvo mi teléfono y ahora Adler le está descargando la paliza del año. Los gritos de las personas del Starbucks se hacen vigentes. Todos se alejan lo más posible de la escena.
Adler tiene los ojos inyectados en sangre. Las venas que sobresalen de sus brazos denotan la fuerza que está descargando. En sus manos tiene a un chico de piel morena que no muestra ninguna señal de respuesta. Llevo mis manos a la cara. El rostro del chico herido está hinchado. Me
aterra que, por culpa de Adler, se le corte la respiración en cualquier momento.—¡Adler! —vocifero a todo pulmón—. ¡Adler, detente!
Me ignora, tal vez porque mis gritos se confunden con los de la gentuza asustada. Me apresuro a esquivar a algunos de ellos y colocarme frente a todos, lo más cerca que mi zona de seguridad me permite.
Adler toma al chico del cuello y lo lanza contra una mesa. Todo parece detenerse. Él se acerca lentamente hacia el chico golpeado. Su nariz está inundada en sangre y cuando intenta respirar parece más bien que agoniza.
—Adler —me le sigo acercando con el corazón en la boca—. ¡Detente, por favor! —estoy a sólo medio metro de él—. ¡Óyeme…!
—¡Nessa!, ¡¿qué diablos estás haciendo?!
Miro por encima de mi hombro a Chelsea, Aly y a Diane. Están
frente a los clientes aterrados, y se nota que ellas también lo están.En ese momento, Adler se vuelve y me mira.
Mi corazón late fuerte. No recuerdo haber visto a Adler tan prepotente. El retrato relajado de él que tenía en la mente es reemplazado por otro muy
disparejo. Sus labios están entreabiertos. Ni siquiera quiero echarle un vistazo a sus manos; con el aspecto sangriento que imagino basta.Quiero recriminarle, lanzarle un taco, cualquier cosa. Prefiero que ambos nos estemos gritando a pulmón gastado a que no compartamos palabra alguna.
Aunque es claro que una multitud grita a nuestro alrededor, no la escucho.
Por la forma en que Adler me ve, supongo que a él le sucede lo mismo.Me siento en otro universo, el universo de sus ojos. ¿Cómo esos ojos grises pueden pasar del brillo a la oscuridad en tan poco tiempo? Es un universo cautivador y a la vez peligroso, muy peligroso.
Se me cruzan los pelos con este nuevo Adler. Cómo me confunde, cómo me enreda, cómo logra exacerbarme tan rápido. Es un mar de improvistos: a veces sereno, a veces tempestuoso. Nunca sabes qué tan profundo es ni cuán bajo te puede llevar.
Mi vista desliza al chico que descansa sobre una mesa volteada. Un centenar de personas corren a su auxilio y revisan las heridas que tiene. No me he percatado de que otro agrupamiento ha tomado a Adler por los brazos y lo han alejado de él, aunque ya no lo apaleará más. Lo sé.
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Replay [1# Play]
Teen FictionNessa se ha mudado a Austin para comenzar la universidad y enseguida le va estupendo: es capitana del equipo de voleibol, tiene una amiga increíble, vive en un apartamento con wifi y sus notas son... regulares. Pese al abandono de sus padres, consig...