El estrellado

3 2 0
                                    

Sin darme cuenta, ya me he bebido más de seis vasos de whisky seguidos, bailado distintas canciones con Josh, y creo que convencí a Aly para que bailara también, pero mis recuerdos son borrosos.

—¡Camorero, otra orden de whisky!

No estoy segura si dije camarero de forma correcta, pero me la suda. Estoy ebria.

Siento que todo se bambolea en torno a mí. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que me planteé vengarme de Adler. No obstante, mi plan sigue en pie y no pienso abandonarlo.

Registro el club a ver si encuentro a Adler. No hay ninguna señal de su físico. Su atractivo físico. Tampoco recuerdo saber dónde están Joshua y Aly. Asumo que deben estar cuchicheando en alguna parte del mundo. No me preocupa.

Un bartender me llena una nueva orden de whisky y me lo bebo de golpe. Golpeo el vaso vacío contra la barra mientras aferro mis uñas a la misma. La forma en que rechina la madera me distrae de la música tempestuosa.

El alcohol que corre por mis venas afecta mi equilibrio, y eso queda clarísimo en cuanto me pongo de pie. A pesar de ello, consigo caminar entre las personas que sigue danzando por la pista.

Trasteo hasta que me detengo y descanso en un pequeño banco apartado. Si sigo caminando,
vomitaré en cualquier momento y no estoy preparada ni física ni mentalmente para ello.

¿Por qué no le dije a Adler que nos llevara a Diane y a mí a casa? A lo mejor por el hecho de que estaba crispada con él por reírse de mí. Lo sigo estando. Es un fanfarrón de tres al cuarto.

—¿Tomando el sol, Snoopy?

Alzo mi vista. Las luces LED parecen brillar más. No sé si es otro efecto secundario de la embriaguez.

Adler está delante de mí con el cabello despeinado y algunos botones de su camisa sueltos. Sigo sin entender cómo le hace para que se vea tan bien; yo hago lo mismo y parezco una bruja.

Sus ojos resplandecen de entre la oscuridad. Olvido por completo lo que estaba pensando.

—¡Eh! Te estoy buscando, no te descubras.

Sin duda tengo más alcohol que sangre en el cerebro. Y usando la misma frase con Diane...

Adler muestra sus dientes en una sonrisa y toma asiento a mi lado. No sé cómo reaccionar. Tenía planeado conseguirlo de entre la masa de gente, mas no tenía previsto qué hacer cuando lo tuviera delante, o creo que sí…

—¿Por qué te burlas de mí?

—¿Eh?

—Te has reído de mí cuando bailé con Josh —me acerqué débilmente hacia él—, ¿no lo recuerdas?

—Para estar tan ebria tienes una memoria perfecta —bufa—. Y no, no me he reído de ti.

—¡Deja de mentir! Eso es pecado.

—Más el tratar mal a tu prójimo.

—¿Quién dice que te estoy tratando mal?

—¿Quién dice que me refiero a ti? —resopla pero sonríe—. Eres más terca cuando bebes de más.

—Y tú eres más idiota cada hora.

—Eso no es lo que dijiste en el baño de la UT, ¿recuerdas?

Pongo una mano en mi frente sintiendo el golpe del alcohol nuevamente. Es la séptima vez que me ocurre en toda la noche. Si vuelve a suceder, vomitaré. No juego.

—¿Por qué estás hablando conmigo? —prosigo—. Dijiste que era una ingenua.

—Tú eres la que está hablando conmigo. Yo sólo me divierto con tu sufrimiento —me pincha la nariz.

Replay [1# Play]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora