La intensidad del sol ha bajado. La brisa perdió fuerzas y se mantiene sólo para mantenernos frescos. Presiono mi espalda contra las barandillas, mirando las nubes. Mis dedos se enroscan en el cabello de Adler, quien descansa su cabeza sobre mi pecho y se recuesta dentro de mis piernas.
El baile nos ha dejado cansados, más a mí que siento las piernas dormidas. Sin embargo, lo que me mantiene en este humor es que Adler está conmigo.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —asiente con un “ujum”—: ¿por qué diablos tienes dos teléfonos?
—Shh. No lo digas en voz alta. Uno es para la DEA —La risa que me arrancó fue genuina. Me señaló el cabello con la nariz—. ¿Por qué siempre tienes un moño? Parece que tuvieras un nido en la cabeza.
—Idiota —le golpeé la frente y rio—. Eh, ¿porque hace mucho calor?
—Pero ya no hace calor —cierra los ojos—. Me gusta verte con el cabello suelto.
Mis ojos se abrieron como platos. Creo que ha pensado en voz alta. Desde hace mucho que no compartía esta cercanía con nadie. Tyler y yo siempre nos acostábamos de esta forma, contándonos cuentos, cantando canciones de Miley Cyrus hasta quedarnos afónicos. Y disfrutaba esos momentos.
—Un tiempo después de que te mudaras con Diane, mi padre perdió su trabajo. Todo porque un colega había dicho mentiras de él a los gerentes.
El silencio se había roto repentinamente. Sin embargo, escuché sus palabras con cuidado.
—Siento escuchar eso. Debió ser muy duro para él.
—Lo fue. Más porque mi padre era la única fuente de ingresos de mi familia. En ese momento no daban trabajo a nadie —hizo una pausa momentánea—. Mi padre cambió mucho desde su desempleo. Empezó a quejarse todo el tiempo porque nunca había dinero. Se volvió desagradable.
La forma en la que Adler hablaba de su padre era muy fuerte. Parecía querer tirarle bolas de fuego.
—Un día, se hartó de andar enojado y comenzó a desaparecer por las noches. Casi siempre llegaba en las mañanas sucio y oloroso a alcohol. Mi
madre no le hice caso. De todas formas estábamos pasando por un momento difícil. Pero se repetía cada noche. Mi padre aparecía de madrugada borracho y rompía todo lo que tenía cerca. Cada madrugada me despertaba y mi madre sólo me decía que volviera a dormir, que a la mañana siguiente, sería diferente.—Y no lo fue —concluí por él.
Asintió nervioso.
—Cada maldita noche, Nessa. Ese malnacido no nos dejaba dormir. Y cada vez que mi madre le decía algo al respecto, se ponía como una cabra y peleaban. Eso pasó por tres meses seguidos.
—¿Y después, qué pasó?
Trago saliva. Sentí su corazón acelerado.
—Una noche, mi madre se quedó despierta hasta la madrugada. Cuando llegó mi padre… —la voz le empezó a temblar—. Él le dijo todo de “zorra” para adelante. Al día siguiente, vi a mi madre con varios moretones. Me dijo que
no eran gran cosa, que se los había hecho ella misma, pero yo sabía que no era así.Exhaló débilmente.
—Todas las noches, mi padre golpeaba a mi madre más fuerte. Incluso le lanzaba cosas. Ella tuvo varios traumas a causa de ello. Empecé a preocuparme mucho por ella pese a que no me dejaba hacer nada para ayudarla. Tuve que soportar verla… así —se calló y respiró con fuerza—.
Tenía miedo de que un día yo despertara… y luego ella no lo hiciera.Mis ojos se abrieron como platos. La forma en que Adler se abre de esa manera aún me parece ilusoria. Pude imaginar a Adler escuchando desde su cama los comentarios despectivos que le decía su padre a su madre.
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Replay [1# Play]
Teen FictionNessa se ha mudado a Austin para comenzar la universidad y enseguida le va estupendo: es capitana del equipo de voleibol, tiene una amiga increíble, vive en un apartamento con wifi y sus notas son... regulares. Pese al abandono de sus padres, consig...