¿Qué había sido lo más difícil?
No lo sé. Quizás mis miedos sobre mi futuro ahora desconocido —puesto que el que tenía planeado está hecho trizas—. También está el entender que mi vida nunca será como antes, y que ahora tengo muchas cosas en contra.
De todas formas, no puedo pensar lo necesario en ello. Mi mente está en modo suspensivo. Las lágrimas han quedado prohibidas en mis ojos después de aquel momento con Gallen.
Ello me recuerda a la herida que me hice en el muslo, cuando apenas estaban comenzando mis prácticas y llevaba poco tiempo viviendo en el apartamento. Parece haber pasado un milenio desde entonces. ¿Ahora?: cuánto desearía tener esa misma cortada en la pierna, que no se compara con la que hay en mi interior.
El apartamento: un espacio que posee tantos recuerdos. No se siente que hayan pasado todos en tan solo meses, y tampoco siento que ninguno de esos hechos son míos.
Adler nunca podrá ser sacado de mi memoria. Es algo que se ha quedado allí permanentemente. Tener a alguien como él en mi vida me ha cambiado de un modo patente e irremediable.
Desde el primer día que cruzó la puerta, supe que iba a ser mi perdición. Nunca imaginé que, poco después, le entregaría todo de mí. Y, viéndolo de esa forma, es la única persona en la que pude confiar realmente, sin temor de lo que pensaría.
Él se lleva cada cosa que pasó en este piso: cada latido, cada risa, cada beso... Por él es que no me queda nada; se lo ha llevado todo.
Me ayudó a conocerme a mí misma, a descubrir aptitudes que nunca pensé que tenía. Y lo más increíble, me hizo darme cuenta de mi valor. Claro, tuve que dar cara con cada una de sus personalidades antes de llegar a eso, y eso fue lo más difícil de ese largo viaje.
La conexión que siento por él es infinita, y cada día crece. Sin embargo, me di cuenta de que no se puede vivir un engaño, y más si todos los dedos lo señalan a él.
Por eso me costará mucho olvidarlo: porque él ya es parte de mí.
Así que, cuando regresé al apartamento a recoger las últimas cosas, todo me recuerda a él. El corazón se me aceleró. Mientras más estaba encerrada entre esas paredes, más quería salir.
Miré la mesilla sin mi celular cargándose, la cama sin el edredón, el escritorio sin mis libros. En el dormitorio no quedaba nada mío. Acaricié el marco de la ventana. Las marcas de zapatos en ella siguen allí,
casi frescas, recordándome las veces que Diane pisó para pasar, sin haber entrado nunca por la puerta.Dejé la ventana para fijarme en la pantalla plana, donde a esta hora estaría instalada mirando el episodio estreno de Game of
Thrones en mi querido Netflix. Me acerqué al colchón, me senté y cerré los ojos, pasando mis palmas por las sábanas frías que antes cubrían mi edredón. Sentí el calor del cuerpo de Adler sobre mí, escuchando su voz o sintiendo sus labios sobre los míos.Mis oídos se llenaron de silencio, cortado por el repiqueteo de unos dedos en la ventana.
Abrí los ojos y miré hacia ella, pero nadie estaba ahí. Sacudí la cabeza.«Es que este piso sigue siendo tan mío…». Imposible que haya cambiado tanto en tan poco tiempo.
De pronto, veo un Honda, y este no es producto de mi mente. Una persona conocida me ve a través del vidrio de la ventana.
—Josh —digo cuando está lo suficientemente cerca para oírme. Su cuerpo está frente al mío y carraspeo—. Gracias por haber llevado mis cosas al hotel.
Él parece sentir la misma tensión que yo. Mira brevemente al cielo y le echo un vistazo rápido al tatuaje de su brazo. Se había ofrecido a trasladar los objetos pesados en su auto hasta el hotel donde actualmente me hospedo, y continuaré haciendo indefinidamente. Si iba a encontrar un trabajo estable para mudarme a un sitio mejor, iba a ocurrir en un futuro algo distante, pues aún no tenía muchas ganas de ello. Igualmente continuaría intentando a suerte con la plaza en el campus, aunque no le hacía mucha ilusión.
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Replay [1# Play]
Teen FictionNessa se ha mudado a Austin para comenzar la universidad y enseguida le va estupendo: es capitana del equipo de voleibol, tiene una amiga increíble, vive en un apartamento con wifi y sus notas son... regulares. Pese al abandono de sus padres, consig...