Y así, en medio de la pista de baile de la HEP, Adler McGraw me besó.
Desearía decir que el beso fue horrible, que esparció baba por todos lados, que lo empujé y le grité improperios en todos los idiomas. Pero aquí estoy, incapaz de mover otra cosa que no sean mis labios en los de él.
Si pudiera describir el beso me faltarían voz, fuerza y palabras, que son exactamente lo que no tengo. Se me dificulta bastante decir si es dulce o salvaje. Quizás sea una fusión de ambos. El caso es que no pongo resistencia en ningún momento. Mis piernas tiemblan estúpidamente, haciendo que la única cosa que evita que me desplome al suelo sean sus labios. Mi moral y conciencia han sido lanzados a mi corteza cerebral, muy lejos para sacarme del universo Adler. Me sorprende la ternura de sus labios, la delicadeza que emplea al sostener mi barbilla con los dedos, la suavidad de su piel al tocar la mía. Mis ojos se cierran al tacto dejando que sienta el beso desde otro matiz. Ese beso llena un gran vacío en mi pecho, ese que se sentía extraño al no
tener a Adler cerca… y es maravilloso.La mente se me llena con pedazos del pasado. La infinidad de veces que estos mismos labios se unieron, y que fueron sin ningún tipo de sentimiento. Vacíos, como una caja. Y que hoy, tres años después, se unen con todo lo que no sintieron, como si hubiera pasado una eternidad desde la última vez.
Me he trasladado al infinito universo de su boca, después de tanto. No obstante, mi conciencia despierta e, instintivamente, me empuja lejos de Adler.
—¡¿Qué diablos te ocurre?! —le bramo. Mi lado maduro habría mediado la potencia de mi voz, pero a este punto me vale si la gente nos mira.
El beso se esfuma en el acto. Se me olvidó cómo se sentía por completo.Aunque no he hablado hasta ahora, siento que quedé sin aliento. Mi corazón bombea más que nunca. Adler está inmóvil, asustado. Sus suaves labios que acariciaron segundos antes los míos como el mayor deleite tiemblan dudando de las próximas palabras a recitar.
—Yo… No sé qué me pasó. Lo siento.
Siento como si me golpearan y casi me caigo al suelo.
«Lo siento.»
¿Acaso he escuchado bien?
«Lo siento.»
—¿Y crees que con decir eso basta?
—¿Pues qué quieres que haga? —su actitud toma un giro—. Es lo que siento, y puedes pensar lo que quieras sobre eso.
Me carcajeo con ganas sin saber si era a causa de los nervios, su cruel respuesta o lo afectada que me hallaba tras ese beso.
—Por si no lo sabías, para que alguien me dé un beso tiene que enterarse primero que tengo novio. Y segundo, debe tener algo conmigo. Y tú —lo miro de arriba abajo— no eres nada para mí.
—Tengo entendido que a un beso no se le pide permiso ni… —su piel se palidece—. ¿Qué dijiste?
Si me hubieran dicho que Adler se puso nervioso de esta forma, no me lo hubiera creído en esta ni en mis próximas vidas. Parece el real retrato de alguien después de presenciar un espanto.
—No te hagas el dolido. Sabes muy bien que entre nosotros no…
—¿Tienes novio?
Ahora la que se queda en blanco soy yo.
El mundo sigue sin aparecer entorno a nosotros, y me esfuerzo en encontrar la tierra en la que debo apoyar los pies para mostrarme imperturbable.
—Pues... sí. Y no me da miedo contarle a Brad todo lo que acaba de suceder.
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Replay [1# Play]
Ficção AdolescenteNessa se ha mudado a Austin para comenzar la universidad y enseguida le va estupendo: es capitana del equipo de voleibol, tiene una amiga increíble, vive en un apartamento con wifi y sus notas son... regulares. Pese al abandono de sus padres, consig...