No soy una persona sana.
Lo digo en sentido físico. Amo la comida con grasa y carbohidratos más que cualquier otra cosa, excepto los dulces. Las verduras son lo que más odio en este planeta y, si no fuera por las manzanas, las frutas también estarían en mi lista negra.
Así que cuando abro la nevera y me consigo con un montón de legumbres, verduras y algo que parece batido de proteínas, me dan arcadas. Alyssa decidió tomar la libertad de cambiarme a un “modo saludable” y así “mejorar mi rendimiento”. Sin embargo, siento que hace lo contrario. En los pocos días que he tenido para conocerla, sé que una de sus debilidades es el hablar muy rápido cuando está nerviosa y la terquedad, por lo que no puedo ponerme a discutir. También debí imaginarme esa faceta de ella. De alguna manera, es derivada de Adler.
¿Por qué no puedo pasar un solo día sin acordarme de él?
Suelto un suspiro y extiendo una mano al interior de la nevera a algo que parece ensalada de lechugas y trozos de queso. Lo miro cómo si fuera un extraterrestre. Sin tener ningún otro remedio, saco un tenedor de la alacena y tomo asiento para intentar comer.
Mientras me acompaña la soledad y el silencio en el piso, me detengo a pensar en ya saben quién. No lo he visto durante todo el día, lo que me hace pensar que debe tener algún lugar donde desahogarse con el mundo o simplemente quiere estar lejos de mí. Así como cuando lo conseguí en el club. Y es irónico porque Adler odia el alcohol. Sí, es algo raro porque al verlo piensas que es un ser desvivo por el alcohol. Yo también caí en esa imagen.
Pero ahora, ¿lo sigo viendo de la misma manera? No lo creo. Desde que ha llegado a este apartamento se ha encargado de dar un vuelco a mi vida. Su físico compensa muchos defectos que tiene, entre ellos el desequilibrio.
Entonces, ¿me atrae su físico? Puede ser. Lo cierto es que estoy metida en el fregado y necesito mucho más que tiempo para poder entenderlo.
No me queda de otra: tendré que hablar con él seriamente. Hemos estado en un juego de toma y dame tan ridículo en el que no que hemos conseguido más
que perjudicarnos mutuamente. Él es tan inestable, tan terco e inmaduro…Antes de que me dé cuenta, el bol de la ensalada está vacío. Las retinas arden. No puedo creer que el pensar en mi inquilino me ha hecho comer algo que detesto.
Lanzo los utensilios al fregadero y voy a mi dormitorio a verme al espejo.
—Acabaste con mi yo verdadera —recriminé a mi reflejo— ¿Quién eres?
—Fácil: eres Snoopy.
Me giro y no me sorprendo al verlo frente a mí.
***
—¿Te puedo contar un secreto? —me preguntó una vez.
Aparté mi mirada del cielo raso que cubre su habitación y la fijé en la pared. Sus manos no paraban de acariciar efusivamente mis brazos, algo que se me hace molesto. Por lo general, he evitado momentos así con ella ya que hace este tipo de gestos.
—No —suavicé mi tono—. Quiero decir, el fin de ello es no hacérselo saber a nadie, ¿no?
Echó la cabeza hacia arriba para verme. Sus ojos marrón claro tenían un brillo inocente.
—Sí, pero te lo quiero contar.
Ahogué un resoplido deseando que nunca hubiese hablado. Acomodó su cabeza de entre mis piernas para mirar también a la pared.
—Tomaré tu silencio como un sí —declaró y puse los ojos en blanco—. Nunca… —duda un momento—. Nunca he sido fuerte, ¿sabes? Es como una
máscara que uso para ocultarme de esta sociedad orgullosa.
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Replay [1# Play]
Teen FictionNessa se ha mudado a Austin para comenzar la universidad y enseguida le va estupendo: es capitana del equipo de voleibol, tiene una amiga increíble, vive en un apartamento con wifi y sus notas son... regulares. Pese al abandono de sus padres, consig...