Capítulo 18

8 1 0
                                    

Natasha Prescott estaba en su casa a las afueras de Lincoln Hill. Llevaba viviendo en ese pueblo toda su vida. Tenía 56 años y era una mujer que todavía daba bastante respeto. Era una mujer un tanto regordeta a pesar de que medía un metro setenta. Tenía el cabello rubio hasta los hombros y ondulado. Sus ojos eran de color verde claro y llevaba unas gafas de estilo moderno. Trabajaba en la escuela de secundaria Robert Edmund desde hacía más de veinte años. Impartía clases de Geografía e Historia. A sus alumnos no le caía bien y ella lo sabía, pues siempre les estaba poniendo exámenes sorpresa o les mandaba deberes durante las vacaciones. Ese día lo tenía libre, pues no se había tomado un día de descanso desde el carnaval de hace dos años.

Fue a la cocina a mirar cómo iba la comida. Ese día iba a comer un poco de arroz en amarillo con un par de zancas de pavo y una naranja después. Comprobó cómo iba de cocción el pavo y removió el arroz. Después volvió al salón y se puso a corregir los exámenes. El salón solo estaba compuesto por un mueble para la televisión de 24" de plasma que le había regalado su hija hacía dos años, un sofá de cuero que llevaba en su casa desde que se había casado con Edward Prescott hacía más de treinta años, y una mesa de centro de madera de roble maciza. Los exámenes estaban encima de la mesa de centro. Cogió el que estaba arriba del todo. Era de un chico llamado Richi Hollins. Era el más problemático de la clase.

-Veamos si has estudiado, Richi-dijo para sí misma en voz alta.

En la cocina, el viento que se había levantado apagó la llama del fogón que estaba haciendo el arroz, pues tenía la ventana abierta. Natasha acabó de corregir el examen de Richi. Había sacado un 4,5. Se iba a pasar estudiando los continentes todo el verano. El siguiente pertenecía a Wendy Samuels. Era la más lista de la clase, así que tenía altas sus expectativas.

-Seguro que has estudiado, Wendy.-volvió a decir en voz alta.

La ventana de la cocina se cerró, dejando la única vía de escape del gas cerrada. El gas empezó a llenar rápido la estancia. Al acabar de corregir el examen de Wendy, el móvil empezó a sonar. Era uno de los padres de uno de sus alumnos, Tom Watson. Era el típico niño rico mimado al que sus padres, propietarios del Centro Comercial Watson, le daban todo hecho.

-Señora Prescott, soy Robert Watson-dijo el hombre al otro lado de la línea-, el padre de Tom.

-Se quién es, señor Watson-dijo ella con voz decidida.-Si me llama para decirme por qué castigue a su hijo esta mañana, fue porque los deberes que le había mandado el día anterior, los trajo copiados de un alumno.

Esperó la respuesta al otro lado de la línea. Escuchó la cerradura de la llave al otro lado de la puerta. Su marido acababa de llegar.

-¿Podemos llegar a un acuerdo?- "lo sabía" pensó ella-Mi hijo necesita aprobar su asignatura si quiere llegar a Oxford.

-Mire señor Watson-le dijo ella-, sé que no quiere que su hijo suspenda para que pueda ir a Oxford, pero si no se pone las pilas, no llegará a acabar la carrera sin hacer trampas. Si quiere que su hijo apruebe mi asignatura, haga que estudie.

Esperó la respuesta al otro lado de la línea. Su marido se acercó a ella y le dio un beso como hacía todos los días cada vez que volvía del trabajo. Ella se lo devolvió.

-Está bien-dijo el señor Watson.-Haré que empiece a estudiar por su cuenta.

-Muchas gracias por ser tan responsable señor Watson-le dijo ella.-.Seguro que si su hijo se aplica, logrará llegar a Oxford. Que pase una buena tarde.

-Lo mismo digo-colgó.

Se levantó para ir a la cocina a mirar cómo iba la comida mientras su marido sacaba un cigarrillo del bolsillo.

La Maldición de Lincoln ForestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora