Capítulo 16

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Samuel estaba agotado. Llevaban caminando durante horas y aun no habían encontrado ni rastro de Brian. Era como buscar una aguja en un pajar. No, más bien como buscar una aguja en cien pajares. Podría estar en cualquier parte del bosque, incluso podría estar en alguna otra parte. Incluso se podría haber largado después de ver a Susana en la T1, con la cabeza sobre el volante y llena de sangre. Se habría asustado y se habría largado al pueblo. A lo mejor incluso ya se había ido del pueblo. Quien sabe. A ese chico lo creía capaz de cualquier cosa. Cuando lo había visto por primera vez, había pensado que era como los demás chicos de su edad y que pertenecían al equipo de fútbol : un mujeriego. Era lo que pensaba de él. Estaba convencido de que ahora mismo estaría con otra, riéndose de lo que había hecho. No sabía para qué habían ido a ese bosque. Le daba mal rollo. Llevaba investigando lugares abandonados o en los que ocurrían cosas extrañas más de seis años. Al principio no le había hecho mucha gracia lo de que su hermano lo incitara a unirse a él y a su actual cuñada. No es que no le cayera bien, al contrario, pero es que nunca le había gustado lo paranormal. Ni siquiera creía en ello.

 Pero había empezado a dudar hacía dos años, en una de sus investigaciones. Había sido en la casa de una mujer mayor en Santa Fe, Nuevo México. La mujer vivía en el 6953 de Valentine Way, muy cerca del Club de Campo de Santa Fe. Era una casa de dos plantas muy bonita, construida con ladrillos y con un color tierra muy característico de México. Tenía un gran balcón con una bandera de EEUU. Delante del garaje, había una Pickup de finales de los cuarenta, pues Samuel era un aficionado a los clásicos y era capaz de distinguir cualquier vehículo anterior a los años ochenta. Esa, en concreto, era una Pickup Studebaker de 1947. Estaba en muy buenas condiciones para tener casi ochenta años, sobre todo porque la madera de la parte de atrás estaba entera, sin rastro de podredumbre. Lo más probable era que la hubieran restaurado, pues era completamente imposible que la madera de esas pickup durara tanto tiempo. La mujer, que debía de estar cerca de los ochenta años, salió a recibirles. Era una mujer un tanto regordeta, pero estaba en forma, pues se acercó a ellos con paso ágil. El pelo lo tenía de color rubio teñido, y los ojos (que los pudo ver bien cuando se acercó) eran de color café clarito, tirando al color de la tierra del estado de Nueva Orleans. 

-Muchas gracias por venir-fue lo primero que había dicho esa mujer-Por favor, pasen a dentro y se lo explicaré todo.

Al entrar en la casa, vieron que la mujer tenía la casa recién reformada. La planta baja era de concepto abierto por completo. La cocina estaba en la zona central de la casa. El comedor estaba en la zona de atrás y el salón en la parte de delante, con la chimenea apagada. Las escaleras estaban en la parte de la derecha. La mujer los llevó hasta la cocina. Les sirvió un café a cada uno.

-Me llamo Joane Wilkins-se presentó la mujer-Os he llamado porque desde hace semanas ocurren cosas extrañas en mi casa. Al morir mi marido, mis hijos me ayudaron a encontrar una casa en Santa Fe para poder estar más cerca de ellos. Encontré esta casa a un precio muy bajo, pues la casa estaba en perfectas condiciones. Hicimos la reforma y la acabamos hace un par de meses. Al principio, los muebles se movían solos y a veces se escuchan pasos. Pero hace un par de días, pasó algo peor. Estaba cocinando unas patatas asadas con un poco de pollo que me había sobrado del día anterior. Fui a abrir el horno y la bandeja donde tenía un poco de ensalada preparada me golpeó la cabeza y se rompió al caer al suelo. Lo que pasa es que la fuente no la tenía en la meseta de la cocina, sino en la mesa del comedor.

Esperó a que ellos dijeran algo, pero no sabían que decir. Anne fue la primera en hablar.

-De acuerdo. Empezaremos por poner cámaras en todas las estancias, incluyendo su habitación si nos lo permite-Joane hizo un gesto de asentimiento-Después montaremos el equipo de vigilancia en una de las habitaciones. ¿El garaje está vacío?-le preguntó a Joane.

-Sí-le dijo ella.-No dejo el coche en el garaje desde que murió mi marido. 

-Vale-continuó ella-Montaremos en el garaje el equipo de vigilancia. Traer el equipo a la casa.

Después de montar todo el equipo, la primera vigilancia nocturna le tocó a Adam. Samuel se fue a una de las habitaciones de invitados a descansar un rato hasta que le llegara su turno. Mientras dormía escuchó pasos junto a su puerta. Se levantó y se acercó a la puerta. Los pasos se escuchaban justo junto a su puerta. Pensó que seguramente sería Adam, que estaba intentando asustarle. Abrió la puerta de golpe para pillar infraganti a su hermano. No había nadie en el pasillo. Estaba a oscuras. La cámara que habían colocado junto a la escalera estaba con la luz apagada. Se acercó a la cámara para comprobar la batería. La cámara estaba encendida, pero había dejado de grabar. La volvió a encender y justo en ese momento se cerró la puerta de la habitación de invitados en la que estaba. Fue de vuelta a la habitación para abrir la puerta, pero estaba cerrada con llave. 

Bajó hasta el garaje para  ver si Adam seguía despierto, pues aún era pronto para la ronda de Anne. Intentó encender la luz de las escaleras, pero parecía que había saltado el automático. Empezó a bajar las escaleras con cuidado de no tropezar. Había bajado solo dos escalones cuando escuchó una voz en su oído que le dijo: "fuera de mi casa". Después sintió como alguien lo empujaba escaleras abajo. Se rompió cuatro costillas y se torció el tobillo durante la caída. Como se había protegido la cabeza, no se había torcido el cuello y había sobrevivido. Le ayudaron a levantarse su hermano y su cuñada. Cuando revisaron la grabación, no vieron a nadie empujar a Samuel, pero estaba seguro de que alguien lo había empujado. Desde entonces tenía dudas de que estaban solos en cada investigación. Ese día, tenía el extraño presentimiento de que iba a pasar algo. Mientras iban por ese camino, no paraba de pensar en lo que podría pasarles en ese bosque. Mientras caminaban, vio a un niño entre la maleza. Miró hacia sus amigos, que estaban justo delante de él. Pensó que si se ausentaba solo unos minutos para mirar quien era ese niño, no lo notarían. Se separó del grupo y se adentró en el bosque.


La Maldición de Lincoln ForestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora