Capítulo 25

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Mathew vio de refilón como Nathan besaba a su hermana y como ella le devolvía el beso. Sonrió. Ya era hora de que se lanzara Nathan. Sabía desde que se conocían que estaba colado por su hermana. Vio que Nathan, cuando se separó de ella, le dijo algo al oído y volvió a por un saco. Mathew se hizo el dormido, y cuando escuchó como Nathan se alejaba, volvió a abrir los ojos y miró hacia ellos. Vio que Nathan colocaba el saco junto a la hoguera y se sentaron juntos. Se continuaron besando y Nathan empezó a desabrocharle los botones a Claire. En ese momento, cerró los ojos y dejó de pensar en ello. Durante un rato lo logró, pero empezó a escuchar gemir a su hermana y entonces ya no pudo más. Se giró hacia el lado contrario y se tapó los oídos. Después de una media hora, por fin acabaron. Escuchó como colocaban el saco donde estaba y notó como su hermana se tumbaba. Después de un rato, se quedó dormido


Nathan no conseguía pegar ojo. Después de lo que acababa de pasar, se sentía feliz. Por fin había conseguido expresar lo que sentía por Claire. Incluso habían hecho el amor. Estaba super contento. Miró el reloj. Eran casi las cinco de la mañana. Después de haber estado con Claire, había despertado a Adam para que hiciera la siguiente guardia. Adam se disculpó por todo lo que había hecho y le dio un abrazo. Después, Nathan se había ido a dormir. Pero no había conseguido pegar ojo. Miró a Adam y lo vio echando unas pocas ramas a la hoguera para que no se apagara. 

Al no conseguir pegar ojo, miró hacia Claire. Ella estaba al otro lado de Mathew, que roncaba como un tronco, aunque cuando había ido a por el saco habría jurado que le había visto un ojo medio abierto. Claire estaba también dormida. Pensó en lo que pasaría mañana y en lo que probablemente pasaría si no encontraban a Brian. Después de un rato pensando, perdió la noción del tiempo y también se quedó dormido.


Adam estaba sentado junto a la hoguera. Las llamas le daban calor y estaba algo mejor. Sabía que se había comportado como un idiota después de morir su hermano. Mathew tenía razón. Su hermana, su mujer y su futuro hijo eran ahora lo más importante en ese momento. Cuando Nathan le había despertado para cambiar la ronda, le había pedido disculpas. Él las había aceptado y le había dado un abrazo. Pensó en dónde estaría su hermano en ese momento. Lo más probable era que estuviera junto a su madre, en el cielo, mirando como su hermano estaba sentado en ese tronco mirando a la hoguera como un tonto. Eso le hizo sonreír un poco. Miró hacía su mujer, que en ese momento dormía plácidamente. Aún no se le notaba mucho la barriga, pero ya empezaba a tomar forma. Habían discutido mucho sobre los nombres que le pondrían. Después de un par de semanas pensando, se habían quedado con Amanda y Josh. Eran los nombres del padre de Anne y la madre de él. 

Miró hacía arriba y vio que ya estaba empezando a amanecer. Eran casi las ocho de la mañana. Esperó un poco más antes de empezar a despertarlos. Sabía que dentro de un rato continuarían por el camino para seguir buscando a Brian, pero él no lo quería encontrar, pues sabía algo que le podría hacer mucho daño a Susana. Durante una de sus visitas a su hermana a la facultad, había visto a Brian besando a una animadora del equipo. Sabía quien era porque su hermana le había enseñado fotos de ellos, aunque ella no le había contado nada de él ni de Samuel a sus amigos. Se lo guardó para no hacerle daño a su hermana, pero sabía que tarde o temprano se lo tendría que contar. Miró otra vez el reloj. Solo había pasado un minuto. A veces le parecía increíble la velocidad a la que pasan los pensamientos. Esperó un rato más antes de despertarlos. Cuando dieron las ocho y media, Adam se levantó y los empezó a levantar, aunque al llegar a Mathew vio que él ya debía de llevar un buen rato despierto. 


Mathew se había despertado antes por una pesadilla que había tenido. Había visto a la bruja y a su perro junto a una casa en una pradera. Ella se había acercado a él y le había dicho algo terrible. Le dijo que, ese día, iban a morir cinco de ellos. No le quiso decir quienes iban a morir, pero lo que si le dijo, fue que no se fiara de los guardabosques, pues ellos eran el mal en persona. También le dijo, que si no derrotaban al resucitado, todos morirían, incluyendo a los ciudadanos de Lincoln Hill y a todo EEUU en cuestión de meses. Y en un año, todo el planeta perecería en las llamas del infierno. Había visto todo el planeta arder : Chicago, Paris, Londres, Berlín. Todas las ciudades del mundo serían pasto del fuego. También había visto a mucha gente siendo torturada por seres que no eran humanos, y a muchas más personas clavadas en enormes estacas de madera. Lo que la mujer le había mostrado, era el Apocalipsis. Él siempre había pensado que el fin del mundo llegaría por cumpla del calentamiento global, con los océanos completamente contaminados, enormes sequías que arrasarían todos los países, hambruna y, sobre todo, el derretimiento de los casquetes polares. 

La Maldición de Lincoln ForestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora