Capítulo 29

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Damian fue hacia la zona de descanso de los guardabosques para descansar un rato. Había pasado tanto tiempo desde que había dormido por última vez, que casi se había olvidado de que era lo que se hacía cuando no estabas muerto, además de comer y hacer las necesidades. Desde que había muerto por accidente en su iglesia en el siglo XVIII durante su última plegaria al diablo para que le diera el poder para acabar con las almas de las personas que quedaban en el pueblo, había estado vagando por los alrededores del pueblo y el bosque, pero sin acercarse a la zona donde estaba el alma de Amy, la mujer que había sido su sacrificio más importante para poder tener el poder del mal en su sangre. Cuanto más se le pasaba por la mente la muerte de Amy, más miedo tenía de ella. Algo le decía que ella era peligrosa para sus planes de exterminio. Los que sobrevivieran al día del exterminio, podrían elegir entre servirle o ser torturados hasta morir, donde sus almas quedarían condenadas al infierno. Por supuesto, todos los que estaban en ese lugar, eran los elegidos para sobrevivir al exterminio. Habían demostrado ser fieles súbditos y se les concedería la vida eterna durante el segundo día del apocalipsis. 

De repente en sus pensamientos apareció de nuevo Amy, pero esta vez de forma constante. En ese momento se dio cuenta de que estaba dormido. 

-Hola Damian-le dijo Amy-. Ha pasado mucho tiempo desde que me mataste, desgraciado. Es hora de que se cumpla mi venganza.

-Has perdido-le dijo Damian, pero parecía más un susurro que una voz fuerte y firme. Estaba seguro de que era obra de ella-, porque el principio del fin llegará dentro de muy poco tiempo. En apenas un par de horas, todo el pueblo de Lincoln Hill caerá, y detrás de él, todas las ciudades y pueblos del mundo se irán con ellos. Ya empecé a causar las primeras muertes en el pueblo, pero dentro de poco estarán todos muertos.

-Aún no he perdido-le dijo Amy-, no mientras todavía quedé esperanza en el corazón de esos chicos.

Damian sonrió. Dentro de unos minutos, los amigos de Brian estarían muertos como todos los demás. Los tenía encerrados en La Caverna, el lugar donde hacían los sacrificios a Lucifer. Vio que la boca de Amy se movía, formando una sonrisa. Esa mujer sabía algo y no se lo quería contar.

-El futuro está escrito-le dijo ella.-, y tu no estarás en él, pero la sangre que corría por mis vidas en vida, aún no está extinguida, pues mi descendencia viene a por ti, y dentro de poco estarás con el Mal, que te recibirá con unos brazos castigadores por no cumplir tu objetivo.

Damian palideció por las palabras de Amy. Si Amy había tenido descendencia, eso significaba que uno de esos chicos era su descendiente, y tenía que averiguar cual de ellos era y matarlo antes de que supiera el poder que llevaba dentro porque estaba seguro que el poder de Amy se había transmitido de generación en generación todo el tiempo.

-Acabaré con su vida antes de que descubra quién es-le dijo Damian-aunque tenga que matarlos a todos.

-Tranquiliza-le dijo ella-, dentro de poco lo sabrás.

Después de esas palabras, desapareció en medio de una bruma de color blanco. Fue hacia La Caverna para poder saber si seguían encerrados, porque su futuro perfecto para su maestro dependía de ello.


Nathan estaba detrás de Ryan, con el arma que le habían dado en alto, por si se tenían que enfrentar contra ellos en algún momento. Le dolía mucho el hombro, pues ya hacía bastante desde que había recibido el disparo. Al menos ya no sangraba. Recordó el día en que perdió a casi todos sus familiares. Fue durante el huracán Katrina, en 2004. Ellos vivían en una casa de estilo colonial en las afueras. Cuando el huracán los alcanzó, estaban en el sótano de la casa. Los cimientos eran fuertes, pero las paredes de la casa eran de madera y tenían más de cincuenta años. Después de una hora de vientos de más de doscientos kilómetros por hora, las tablas que cubrían las ventanas fueron arrancadas. Sus padres lo metieron en el cuarto de la caldera mientras ellos intentaban salvar la casa. Poco después, la casa se derrumbó y sus padres murieron aplastados.

 Él sobrevivió gracias a las paredes y el techo de cemento del cuarto. Cuando lo encontraron tres días después, el agua casi había cubierto todo el cuarto. Sufrió un grave caso de hipotermia, pero sobrevivió con un pequeño caso de asma.

Ahora, en ese lugar, estaba empezando a necesitar su medicación para el asma. La cantidad de polvo y humedad que había en ese lugar era excesiva. Después de subir varios pisos, no se habían encontrado con nadie. Posiblemente no se habían enterado de que se habían marchado de las celdas, así que en eso tenían ventaja. Esperaba que Brian estuviera cerca para poder ayudarle. No sabía con exactitud cuantos guardas forestales eran, así que no sabía si se encontrarían con un par de docenas, o con un par de centenares. Se acercó a Ryan en cuanto pararon en una esquina para mirar a ver si había alguien.

-¿Sabes cuantos guardas son?-le dijo mientras este miraba por la esquina.

-En total, serán un par de docenas de guardas.-le dijo.-Pero creo que aquí hay mucha más gente. Ese tipo que matamos en lo alto de las escaleras, era uno de los carteros del pueblo. Era el que se encargaba de la zona sur. Creo que también hay ciudadanos de Lincoln Hill involucrados.

Eso no era muy alentador, pero era lo que había. En cuanto Ryan hizo una seña para seguir avanzando, todos entraron en ese pasillo. En cuanto Nathan cruzó ese umbral, supo que algo andaba mal. Tenía un mal presentimiento. En cuanto cruzaron el pasillo, su miedo a que algo andaba mal se hizo más potente. Estaban en una especie de almacén enorme. Los techos debían de medir al menos diez metros y se adentraba hacia el interior al menos un kilómetro. Sus paredes eran de hormigón, y parecían bastante gruesas. Tenía al menos cien metros de ancho y dl techo colgaban carteles con señalizaciones en los que se podía leer cosas cosas como "barracones", "comedor", "enfermería", "almacén", "granja" o "sala de generadores". A pesar de que todo estaba sin terminar, todos sabían lo que era eso: era un refugio subterráneo. No sabían para que se estaban preparando, pero estaba seguro de que no era nada bueno lo que planeaban. En ese lugar entrarían fácilmente más de diez mil personas.

-Deberíamos continuar-dijo Ryan. No parecía tener buena cara.-. No deberíamos haber visto esto. Encontremos la salida. 

Continuaron caminando por ese lugar. Había muchos andamios por la zona, además de cajas enormes de madera con objetos de todo tipo. En la sala que ponía "sala de generadores" había un par de enormes motores diésel de barco cubiertos por una lona de plástico transparente. También había un montón de barriles de combustible apilados en un par de palés de madera junto a una de las paredes. En la sala que ponía "enfermería", solo había un par de andamios, botes de pintura y varios rodillos de pintor. Vio un cartel que indicaba que la salida estaba a unos cien metros y fueron en esa dirección. Algunos se adelantaron, entre ellos la costurera y un hombre mayor que estaba en la celda en la que habían encerrado a Claire. Cuando estaban a tan solo unos veinte metros, la puerta se abrió y entraron varios hombres uniformados con trajes militares negros. Abrieron fuego en cuanto cruzaron la puerta. Las balas atravesaron los cuerpos de muchas de las personas que habían logrado salir con ellos hasta ese lugar. Cayeron muertos antes de tocar el suelo, entre ellos el hombre mayor y la costurera. Los que quedaban se escondieron tras las cajas y las paredes de las salas. Los hombres uniformados se colocaron tras las cajas que tenían cerca y continuaron abriendo fuego. Los demás empezaron a abrir fuego. Nathan apuntó con el rifle que tenía colgado. Fijó en su punto de mira a uno de los hombres y  disparó. La cabeza del hombre se movió hacia atrás en una forma imposible cuando la bala del calibre 32 le hizo un enorme agujero entre ceja y ceja. La batalla por salir con vida de ese lugar había comenzado.



La Maldición de Lincoln ForestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora