Capítulo 7: Oppa

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Kim Hyun Joong miraba por décima vez su atuendo, corroborando que estuviera en perfectas condiciones y que ninguna arruga se notara en su ropa nueva, regalo de su abuela por su último cumpleaños, hace tan sólo dos días. Estaba nervioso, ese día volvería a ver a la pequeña Soo Eh y definitivamente, iba a causar una muy buena impresión ante ella. 

Con cuidado de no ensuciar su calcetines nuevos, bajo las escaleras y se encontró con su padre. 

—¿Nos vamos? —preguntó con entusiasmo y su padre sólo pudo sonreír. Pronto, ambos salieron de su casa y se pusieron en marcha hacia la lujosa casa de los Park. 

○○○

Cuando la puerta de la casa se abrió y Hyun Joong fue guiado a la gran estancia, Soo Eh no apareció en ningún momento. Con insistencia, Hyun Joong miraba a todos lados a la espera de la llegada de la pequeña niña, pero fue en vano. Ese día Soo Eh no iba a apreciar lo bien que Hyun Joong lucía, ni tampoco el niño iba a proponerle ser amigos; ese día, simplemente era un fiasco. 

Resignado, Hyun Joong pidió permiso para ir al jardín. Cuando su padre le dio permiso, el niño salió corriendo y olvidó mantener su ropa limpia. Corría y disfrutaba del enorme jardín que tenía la casa. 

Por un momento, se olvidó enteramente de Soo Eh, hasta que a lo lejos escuchó el llanto de alguien. Con cautela se acercó y pudo comprobar que quien lloraba no era nada menos que Soo Eh. Sonrió, quien tanto anhelaba estaba allí sentada, pero llorando. Se acercó y se sentó a su lado. La niña traía una caja en sus manos, sus ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar, y no tenía aquella dulce sonrisa, que a Hyun Joong le encantaba.

Sin decir ni una sola palabra la abrazó, ella se aferró a él y escondió su cabeza. Así permanecieron por minutos, hasta que el llanto de Soo Eh desapareció. 

Hyun Joong estaba confundido, no entendía que había pasado para que Soo Eh llorara con ese sentimiento, dudó en si preguntarle o no, pero al final se quedó callado. 

—Toto V murió. —comentó y limpió con su mano su cara. Él no entendió lo que la niña decía. —Era mi patito, me lo regalaron en mi último cumpleaños, amaneció muerto. —le explicó y sus lágrimas querían aparecer de nuevo. Soo Eh le tendió la caja y Hyun Joong la abrió, descubriendo el cadáver de un pequeño pato. 

—Deberíamos darle sepultura. —comentó y Soo Eh no entendió sus palabras. —Vamos. —tomó la mano de la niña y la llevó a la parte del jardín que estaba más alejada de la casa. Con una pequeña pala que encontró en el camino, cavó un agujero. 

Cuando en pato yació bajo tierra, ambos niños guardaron silencio. 

—Deberías decir algunas palabras. —sugirió Hyun Joong. 

—No sé qué decir. —comentó avergonzada. 

—Toto V. —comenzó. —fuiste un pato muy agradable y amable, quien con tu peculiar color amarillo alegrabas la vista de quien con amor te miraba. Eras pequeño y esponjado, pero muy valiente. —Hyun Joong no tenía idea de cómo era el pato, ni siquiera sabía que Soo Eh tuviera un pato. —Extrañaremos tu andar matutino, tu graznido por la tarde y tu calma por la noche. Fuiste un fiel compañero y nunca nos olvidaremos de ti. Disfruta de tu nueva vida y tampoco te olvides de nosotros. —finalizó el niño. 

Soo Eh puso una flor y ambos se dirigieron a la casa. 

○○○

—¿Por qué se mueren? —preguntó Soo Eh, ambos niños comían unos panecillos. 

—Porque han terminado su ciclo aquí, en la tierra a lado de nosotros. —Hyun Joong intentó darle la misma explicación a Soo Eh, que él recibió de su madre cuando su abuelo murió. Una mirada triste apareció en el rostro de la niña. —Pero eso no quiere decir que nos olviden o que no nos querían. Ni tampoco, cuando alguien se muere es significado de que nos olvidemos de ellos, ya que siempre nos entrarán cuidando desde donde estén y hasta dónde nosotros estemos. —comentó y con sus palabras logró consolar a la pequeña. 

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