—¡Suéltala!— Mi voz sale solemne, claro intento por no denotar lo aterrado que estoy en este momento.
Espero la reacción del sujeto, pero este parece no escucharme, su atención está totalmente clavada en Soo Eh, quien, con todas sus fuerzas, intenta zafarse de él. Al descubrir que mi varonil y ruda voz, no ha causado la impresión y temor que tanto deseo, me preparo para patearle el trasero a aquel hombre. Lo empujo y logro que se aleje de Soo Eh. Él cae al suelo y ella inmediatamente reacciona y se coloca atrás de mí. Ambos observamos como el desconocido nos dirige una mirada de odio. Se levanta furioso y en un abrupto movimiento se acerca a nosotros e intenta tomar a Soo Eh, yo lo evito.
De pronto, siento como algo puntiagudo atraviesa el costado derecho de mi cuerpo, justo a la altura de.... ¡Mierda! No sé a qué altura, pero el dolor es insoportable. Logro colocar mi mano en la herida y me quedo inmóvil, consumido por el dolor y temeroso al ver como la sangre comienza a teñir mi camiseta.
Estoy de espaldas y no sé a ciencia cierta qué sucede con Soo Eh y el desconocido. Los gritos y maldiciones que Soo Eh arroja, me indican que intenta con todas sus fuerzas alejarse de él. Pero sé que no puede, ella es tan pequeña e indefensa.
Siento como todo comienza a moverse a mi alrededor y el dolor se intensifica, pero no puedo permitirme desfallecer en este momento, ahora que Soo Eh está en peligro, ahora que me necesita...
Con sumo cuidado me giro hacia ellos, mi mano aún cubre la herida y ejerzo un poco más de presión para intentar menguar el flujo de sangre que sale de aquella pequeña y profunda lesión.
Para mi desgracia volteo en el preciso instante en que el desconocido suelta un golpe contra el perfecto rostro de Soo Eh. Ella cae al suelo debido a la fuerza de aquella agresión. Desconcertada voltea a verme, su labio está roto y su mejilla roja, próxima a pintarse de un tono purpura; pero lo que me sorprende son sus ojos; están vidriosos, aunque determinados a no llorar. Noto su coraje, su dolor, su temor, su fragilidad y un siento miedo, como hace años no lo sentía. Ese miedo que te deja helado y no te permite moverte o respirar; que oprime con fuerza tu pecho y sólo deseas morir para que desaparezca. El mismo miedo que sentí cuando supe que ya no volvería ver más a mi padre o sentir alguna reconfortarle caricia suya. Pero ahora, el miedo es más intenso y me hace olvidar el dolor físico que siento. Necesito protegerla, necesito que nada le pase, saber que está bien. ¡¡La necesito a ella!!
El desconocido se acerca a ella y la carga. Soo Eh no hace nada para impedirlo, veo su rostro y ya no encuentro expresión alguna. Contemplo como se aleja en brazos de aquel desconocido y como sus labios se mueven para pronunciar mi nombre. Estoy paralizado, no sé qué hacer. El dolor bloquea mi sentido común y en mi intento por recuperarlo, cierro mis ojos.
«Eres el único que puede protegerla.» Es lo que resuena en mi mente con insistencia.
Abro mis ojos de manera abrupta y valiéndome un pepinillo la recién puñalada recibida, me echo a correr tras ellos. Choco con un grupo de chicas que sueltan varios gritos al ver mi ropa ensangrentada. También un profesor se interpone en mi camino e intenta detenerme, pero todo es inútil, mi único objetivo en este momento es salvar a Soo Eh.
No sé si fue ayuda divina, pero al girar por uno de los pasillos, veo una alarma contra incendios que no dudo en apretar. El sonido ensordecedor de la alarma llena todos los pasillos y salones. Estudiantes y profesores comienzan a salir de sus salones y a lo lejos, veo como una multitud presa del pánico se interpone en el camino del desconocido.
Me acercó con cautela, logrando alcanzarlos en el momento que él se ve rodeado y Soo Eh comienza a gritar. Todos centran su atención en ellos y algunos intentan calmar al desconocido, que repentinamente coloca su navaja a la altura del cuello Soo Eh. Amenaza con hacerle daño sí no los dejan marcharse. Tengo ganas de arrojarme sobre él, pero sé, al igual que todas las personas temerosas que están a mi lado, que la advertencia del desconocido va en serio.
Soo Eh es arrastra hacia el estacionamiento por el desconocido. Corro tras ellos, a pesar del dolor que siento, cada vez es mayor la sangre que sale. Ahora, siento un sudor frío recorrer mi cuerpo.
A lo lejos, veo Jung Min recargado sobre el auto que JaeJoong le regaló a Soo Eh. Tiene una amplia sonrisa que pronto se borra y pasa a ser una cara de terror al entender la situación—.Moung Jo—pronuncia y, el ahora ya no desconocido, voltea a verlo. Corro y me acerco a ellos. Los tres nos miramos, atentos al movimiento del otro.
—Te dije que me las pagarías Jung Min—anuncia Moung Jo y jala a Soo Eh para colocarla frente a él. Su mano tira con fuerza de cabello de ella y la navaja vuelve a ser colocada a la altura del cuello—. Al principio pensé en dañar a tu pequeño hijo, pero deseaba que sintieras el ser abandonado por la persona que amas...—hace una pausa, el sujeto está rojo de furia—Perdí toda esperanza, pues tú nunca te relacionabas con ninguna mujer por mucho tiempo, hasta que llegó ella y me dije: ¿Por qué no dañar a la madre de su hijo? ... Y es justo lo que voy a hacer en es...— el sujeto no continua hablando, pues Jung Min se arroja sobre él. Lucha y logra a alejar a Soo Eh.
Veo como se pelean, los golpes de Jung Min son bastantes torpes en comparación a la primera vez que lo vi peleando. Moung Jo entierra su navaja en el brazo de Jung Min, este automáticamente cae al suelo y Moung Jo aprovecha para patearlo repetidas veces.
Cuando, al parecer, deja a Jung Min inconsciente, se acerca a Soo Eh, la toma del cabello y la arrastra unos cuantos metros, antes de azotarla contra el piso y colocarse sobre ella para estrangularla.
Reacciono inmediatamente y me aproximo a ellos, tan rápido como mi cuerpo lo permite; sin pensarlo dos veces, golpeo al sujeto. Lo hago caer y me coloco sobre él, antes a estrellar con furia su cabeza contra el suelo, le doy dos golpes en la cara y veo correr sangre de su nariz. Me pega justo donde me apuñaló, quiero doblarme por el dolor, pero no lo hago. No dejo de golpear hasta el momento en que veo a un policía acercarse.
Con dificultad me pongo de pie, busco a Soo Eh con la mirada. La encuentro sentada, con su cara cubierta y sollozando en silencio.
—Todo está bien— le digo colocándome a su altura. Ella me mira directamente a los ojos, intentando averiguar si digo la verdad o miento. De pronto, siento sus brazos rodear mi cuello. Toda su fragilidad me es transmitida por medio de ese abrazo. Me aferro a ella con todas mis fuerzas, olvidando como me humilló, como me golpeo o como tuve que pasar la noche en una celda por su maldita culpa. Me olvido de todo, siento que ahora sólo somos ella y yo...
Pero no todo es para siempre... Inesperadamente, siento como se aparta de mí con brusquedad, dejando un gran vacío que pronto se convierte en enojo y frustración.
—Jung Min —la escucho decir y miro en dirección a donde sus ojos anhelantes ven. Un golpeado Jung Min aparece frente a nosotros. Ahora, los brazos de Soo Eh lo rodean a él.
Aprieto mis puños e intento contener mi repentina molestia. Sé a la perfección que desprecio a Soo Eh, pero me enferma la idea que alguien más esté ocupando el lugar que instantes antes era mío... Agotado física, emocional y mentalmente, me dejo caer al suelo. Cierro mis ojos por un momento, todo se vuelve negro y aunque intento abrir mis ojos, al escuchar como me llaman, no lo hago. Entonces, caigo en un profundo sueño.
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Nuestro Hilo del Destino
Fanfiction«Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper». ¿Qué pasaría si por capricho de un Dios el hilo es atado a la...