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Kitty despertó por el toque cálido de los rayos del sol.

Había pensado que el sueño húmedo de la noche anterior lo tendría en cama hasta pasando el medio día, pero parecía que eran a penas las ocho o nueve de la mañana.

Hubiera continuado pensado que era un sueño húmedo, de no ser por el terrible dolor de caderas que tenía al solo moverse. El brazo pálido de su novio rodeaba su cintura, lo mantenía abrazado a su cuerpo, con sus glúteos pegados a sus caderas y con las piernas enredadas.

Joder, ¿Que tanto había pasado anoche?

— Buenos días, príncipe. — La voz ronca de Agust le recibió mientras besaba su hombro desnudo. Al parecer tenía tiempo despierto, pero no sé había movido de su lugar para no despertarle y solo se había atrevido a hablar cuando sintió a Kitty moverse.

— Mhnn... — Kitty no quería despertar. Es que él ya no quería despertar y tener que pensar en tantas cosas al mismo tiempo. El embarazo, Agust, el secreto, que desayunaría ese día y que tan mal se sentiría por haberse acostado con su novio cuando aún seguían molestos.

Se giró con cuidado, para quedar de frente a Agust, acurrucando se en su pecho y ocultando su rostro en su cuello. El aroma de Agust por la mañana era delicioso, lo extrañaba, lo extrañaba tanto. Agust soltó una pequeña risa por la respuesta de Kitty y lo acurrucó entre sus brazos.

— ¿Eso significa que estoy perdonado? — Preguntó Agust mientras acariciaba sus rosados cabellos. Él estaba sonriendo, pero en sus brazos, Kitty aún estaba confundido.

— No, no lo estás, pero por ahora cállate y abrázame. — Demandó Kitty. En definitiva no, Agust no estaba perdonado, Kitty aún sentía que habían capítulos sin hablar, poca comunicación y expectativas distintas en la relación, sin embargo, ahora solo quería cariños, mimos, besos y cuidado de Agust. El embarazo lo tenía tan mal. — Repite lo que haz dicho anoche. — Kitty dijo mientras salía de su escondite para mirar a los ojos de Agust. De inmediato, y ante la expresión seria de Kitty, Agust dejo de sonreír.— Quiero que lo digas sin estar ebrio.

Un suspiro por parte del mayor se escuchó en la habitación, y entonces, cuando sus ojos y los de Kitty se encontraron, habló.

— Te amo, Kitty. —Dijo con toda seguridad mientras le miraba. No sonreía, no tenía demasiadas expresiones distractoras en el rostro, porque solo quería que Kitty le mirara a los ojos y viera su compromiso al decirlo. — Te amo, Kitty gang. — Repitió.— Te amo, Park Jimin.

El corazón de Kitty se sintió cálido una vez más, no solo por saber que Agust lo amaba, si no porque le había llamado por su verdadero nombre. ¿Eso significaba que amaba ambas partes suyas por igual?

— ¿Lo haces? ¿Me amas sin importar como sea?

Kitty no era alguien inseguro, tal vez había sido miedoso, pero su autoestima y seguridad en si mismo eran grandes, pero tal vez ello se debía a que nunca tuvo una debilidad como lo era Agust.

— Lo hago, Gatito, lo hago. — Afirmó Agust acariciando su cabello rosado para acariciarlo.



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Kitty caminaba, ligeramente adolorido, con la camisa de Agust encima de su cuerpo, sin pantalones y solo con unas pequeñas bragas de color negro. Caminaba lentamente por la cocina, directo hacia los gabinetes para buscar una taza y poder tomar un buen té y quizás alguna pastilla para el dolor.

— Así que... Anoche eh. — Hope dijo aquello al verle pasar frente suyo, mientras él estaba sentado en la barra de la cocina, leyendo y tomando una buena taza de café cargado. — ¿Están juntos de nuevo?

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