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El ambiente era ligeramente tenso, ligeramente preocupante, y más lo era para el chico pálido de cabellos rosas que estaba sentado en el característico sillón que ya se había vuelto más de él que del mismo Agust.

J-Hope caminaba de un lado al otro bastante inquieto, y aunque JK estaba a un lado suyo acariciando a penas su mano cuando pasaba cerca, no calmaba sus nervios. V estaba sentado en las escaleras, mirando una y otra vez su arma, como si algo hubiera fallado realmente. RM había desaparecido en conjunto con otro chico más alto y de hombros anchos, que Jimin ni siquiera alcanzo a ver por la rapidez de las cosas.

– ¿Estará bien? — Jimin no quería sonar desesperado, ni mucho menos. Perlfue inevitable que su pequeña vocecita preguntará ello en cuanto vio a RM salir por la puerta principal de la habitación de Agust, tomado de la mano del otro chico.

— ¿Por qué no entras a preguntárselo? — Aunque las palabras pudieran sonar horrible, el tono dulce y la sonrisa de hoyuelos que le regaló RM a Jimin le hicieron latir el corazón emocionado.

— Alguien quiere verte, Jimin. — El chico que le acompañaba, se dirigió a él, sosteniendo la puerta de la anotación medio abierta. De inmediato Jimin bajo del sofá y paso corriendo con una sonrisa al lado de los chicos. J-Hope le dedico una sonrisa y ahora parecía mucho más calmado, o eso creía.

Al pasar lo reconoció, el perfil de ese chico, los labios gruesos, el cabello obscuro y sobretodo sus facciones. Jimin había visto al chico que tomaba la mano de RM mucho antes. Pero no quería pensar ahora de dónde, no ahora que necesitaba confirmar que Agust estaba bien.

Justo antes de cerrar la puerta, vio como los chicos se acercaban a RM y el pelinegro, posiblemente les esperaba una larga plática.

Cerró la puerta detrás suyo y de inmediato escucho la voz rasposa y gruesa, justo como había ocurrido meses anteriores a las afueras del pub.

— Pareces un gatito asustado. Ven. —Le llamo con la mano y Jimin casi de inmediato trepó en la enorme cama pera acurrucarse a su lado.

— ¿Estás bien? — Preguntó de inmediato arrodillado sobre la cama, mirándole atento y con temor de que acercarse le hiciera doler algo.

Agust tenía el brazo izquierdo vendado, adherido a su pecho y aunque se cubría con las mantas, para Jimin era posible ver parte de su torso desnudo e intentaba concentrarse en su rostro.

— Estoy bien, gatito. — El dorso de la mano de Agust se paseo por su mejilla y Jimin ferro los ojos ante el delicioso tacto y calor que le brindaba.

No sabía que hubiera pasado si perdía a Agust, pero en definitiva no le habría gustado nada. Y ese pensamiento era el que lo había hecho disparar si vacilar, proteger a quienes quería y un poco de cargo de conciencia porque, el retraso, había sido por culpa suya. No quería perder a nadie, a ninguno de ellos, incluso al molesto de V que aún parecía odiarlo. Aunque ahora tenía dos muertes sobre su conciencia, no importaba. Ellos eran ahora su familia, y Agust quizás un poco más.

— ¿Por qué no repites lo que hiciste hace rato, eh?

La voz ajena le hizo abrir los ojos, y no se había dado cuenta del preciso momento en el que había colocado su mano encima de la de Agust para que su mejilla un se mantuviera caliente.

¿Hacer qué? Oh.

El beso.

Podría haber olvidado detalles de "un evento traumático" como decían los especialistas. Pero nunca olvidaría ese beso.

Lo había hecho con ganas acumuladas, porque no iba a negarse el hecho de qué en todo ese rato de coqueteos previos con Agust no lo había deseado, sin embargo, la adrenalina del momento lo había vuelto más intrépido y valiente, tanto como para matar y besar en un mismo instante.

Y ahora aún lo deseaba.

Jimin inclino su rostro ligeramente hasta rosar su nariz con la ajena, teniendo el cuidado debido de no llegar a hacer cualquier movimiento que pudiera lastimar a Agust o incomodarle. Mientras tanto, sentía la mano de Agust deslizarse entre las hebras de su cabello hasta tomarle de la nuca y atraerlo a juntar sus labios.

Era justo igual a como había ocurrido instantes antes. El roce de sus labios era la gloria, deliciosamente hermoso y lo que tanto ansiaba.

Y ese era solo uno de los tantos besos que se iban a repartir en lo que restaba de la madrugada y quizás el resto de sus días.

— Que bonita, ¿Es tuya? — Preguntó Agust al separarse, mirando la bonita bata de ceda en la que estaba envuelto el pequeño pelirosa, incluso combinaba con su cabello.

Jimin asintió con su cabeza mientras sonreía y sus mejillas se coloraban un poco.

J-Hope le había enviado a su habitación solo unos segundos después de entrar de nuevo al "hogar" que compartían. Le había pedido que se cambiara de ropa y toda la entregará dentro de una bolsa, para que él personalmente se encargada de deshacerse de ella. Si, su bonita ropa se había ensuciado de sangre, y eso no era permitido dentro de casa.

— He tomado algo de ropa de la tienda... ¿T-te gusta? —Jimin pregunto aquello por lo bajo, y Agust sonrió al verlo ligeramente nervioso.

— Es linda, es tuya, tiene tu estilo. —Aseguró sin dudarlo mientras tomaba el nudo de la bata de ceda para comenzar a soltarlo con una  sola mano. Vaya habilidades que se cargaba.— Se siente bien tener tu propia ropa aquí, ¿No es así? Ya era necesario que lo hicieras. —Sonrió de medio lado hasta deshacer el nudo y dejar los listones caer lentamente.— Anda, ¿No quieres modelarla solo un poco para mí?

Y ¿Por qué si Jimin se sentía avergonzado de pensarlo, ya se estaba quitando la bata de encima?

Era un conjunto realmente bonito. Iba a juego con el tono de la bata, solo que la pijama era en tonos brillosos, de seda específicamente, y la había tomado de la sección de mujeres, justo después de dejar a J-Hope en la lencería, encontró el bonito conjunto en un estante, y tenía el mismo tono de la bata. Todo perfecto.

Era un pantalón tan corto, que incluso rozaba con ser una prenda íntima, con encaje al final de cada trozo de tela, dejando la tela delicada sobre sus muslos, y en la parte superior de su torso tenía una camiseta tan delgada, sin mangas y dos tirantes delgados de la misma tela satinada, que adornaban sus hombros de manera tan bonita.

No se atrevió a levantarse de la cama, simplemente se alejo unos centímetros y separó sus brazos unos segundos para que pudiera verle mejor, antes de colocarse la bata una vez más, sin atarla en su cintura.

Agust simplemente estaba sonriendo desde su lugar en la cama, y al terminar le llamo con la mano de nueva cuenta.

— ¿Puedes quedarte a dormir aquí hoy? Ya sabes, si necesito un vaso de agua o un beso, sería bueno tenerte cerca.

Jimin soltó una risa divertida y asintió con la cabeza. Casi de inmediato se introdujo dentro de las mantas, acercándose al cuerpo bien formado de Agust.

Sus respiraciones estaban sincronizadas, y Jimin sentía una paz inexplicable estando junto suyo. No fue capaz de escuchar más que los latidos del corazón del rubio y su respiración calmada y apaciguada.

¿En qué se estaba convirtiendo todo esto? 

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