Calum

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Me encontraba en la cama, sin fuerzas para nada y con fiebre. Estaba temblando de frío aunque estaba tapada con 2 mantas de las gordas. Mi nariz estaba congelada, al igual que mis manos y mis pies. Tenía los ojos cerrados, pero no dormía. No podía. Todo me dolía y era casi imposible dormirme.

Y de pronto, el timbre de mi apartamento sonó por toda la casa, haciendo que me quejara e hiciera pucheros aunque nadie me viera. No tenía ganas de levantarme e ir hasta la puerta, y menos aún de hablar con alguien y recibirle en mi casa. Quería estar sola y tapada con las mantas hasta el cuello.

Decidí estar callada para simular que no había nadie en casa, y así, la persona que estaba en la puerta se iría. Pero no.

¡Diiiing, dooong!

Maldito timbre.

Me levanté, empezando a temblar aún más por salir de la cama y me llevé una manta conmigo, echándomela por encima. Caminé hacia la puerta, arrastrando los pies y andando a paso de abuela.

¡Diiiing, dooong!

-¡Que ya voy, joder! ¡Un poco de paciencia! -grité cabreada, acelerando un poco más el paso.

-¿Niki?

-¿Calum? -finalmente abrí la puerta y me encontré con el moreno que me sacaba dos cabezas- ¿Qué haces aquí?

-Vengo a cuidarte, que sé que estás enferma. Y además ahora puedo confirmarlo, tienes unas pintas horribles -rió.

-¿Gracias? En realidad, no hace falta que me cuides, estoy bien. Puedes irte.

No, no te vayas. Quédate y cuídame.

-De eso nada, me quedo.

¡Bien!

Entró en el apartamento y cerró la puerta detrás suya, como si viviera aquí de siempre.

-Ven, vamos a la cama -me rodeó los hombros con su brazo, y yo le miré frunciendo el ceño-. ¿Qué pasa...? ¡Ah, vale! Qué mal pensada eres, en serio.

-Eres tú, que no formulas bien las oraciones -fuimos hasta mi habitación y volví a acurrucarme bajo las mantas-. ¿Quién te ha dicho que estoy enferma?

-Kate. Le he preguntado por ti porque no te conectabas al WhatsApp en todo el día, y me ha dicho que tenías fiebre.

-¿En serio le has preguntado por mí? -sonreí de lado.

Él se quitó la chaqueta y la dejó sobre una silla. Se acercó a la cama y se sentó, mirándome.

-Sí, ¿te parece raro?

Asentí con la cabeza.

-¿Por qué? Soy tu amigo, los amigos se preocupan por los suyos.

-Pero nuestra relación de amigos se basa en insultarnos el uno al otro, y que aparezcas aquí de repente para cuidarme es muy extraño e inusual.

-Oh vamos, los dos sabemos que en el fondo nos preocupamos el uno por el otro. El otro día me fijé cuando estabas asustada por si me había roto la nariz jugando al fútbol. Por suerte no -rió levemente.

Si supiera que en realidad estoy enamorada de él, y no solo asustada de que se rompa la nariz, las cosas cambiarían mucho.

-Bueno, gracias por venir, entonces.

-Pero cuando te recuperes te voy a seguir molestando y dando por saco, no te hagas ilusiones. Nunca me voy a cansar de escucharte gritar "¡Calum!" mientras me miras con rabia cada vez que te tiro del pelo -se rió divertido y se acostó en la cama bajo las mantas, a mi lado. Cerca, muy cerca.

Boom-boom, boom-boom, boomboomboomboomboom.

Se me aceleró el pulso brutalmente y me quedé en silencio, todavía temblando por el frío, y quizá también por los nervios de la situación.

-Joder, ¿y esa manera de tiritar? Pareces una maraca. ¿Tienes frío?

-Estoy enferma Calum, estoy destemplada. Tengo frío hasta en las uñas.

-Espera, ven aquí -se acercó aún más a mí y me rodeó con los brazos, de tal manera que mi cara se escondía en su pecho. Me encantaba el olor de su perfume-. ¿Mejor?

-Sí... gracias -mi voz sonaba lejana. Estaba tan sorprendida por la situación que empezaba a pensar que estaba soñando o delirando por la fiebre.

-Intenta dormir, te he visto ojeras. Descansar te vendrá bien.

-El problema es que no consigo dormirme -empecé a hablar en susurros, sin saber por qué.

-¿Te canto?

-¿Qué?

-Cierra los ojos y relájate.

Obedecí y a los pocos segundos escuché la voz de Calum salir suave y tranquila de su boca, cantando con dulzura. No era una nana, pero sonaba tan relajado que todo mi cuerpo se unió a esa sensación de serenidad y paz.

Nunca lo había oído cantar, jamás. Me resultaba incluso extraño imaginármelo. Pero tenerlo a mi lado, abrazándome y cantándome al oído, era algo tan inesperado como agradable.

Ya no me acordaba del frío, ni de la fiebre, ni del malestar general de mi cuerpo. Incluso empezaba a tener sueño, por fin.

Sitting here wasted and wounded, at this old piano, trying hard to capture the moment this morning I don't know, 'cause a bottle of vodka is still lodged in my head. And some blonde gave me nightmares, I think that she's still in my bed, as I dream about movies they won't make of me when I'm dead.

Estaba cantando Bed Of Roses de Bon Jovi, conocía esa canción. Era preciosa, y sonaba preciosa saliendo de su boca.

Y cuando empezaba a cantar el estribillo, me quedé dormida. Tan dormida como Blancanieves al morder la manzana, porque Calum era mi manzana.

Imaginas/1D y 5sosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora