Capítulo 40.

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Cuarta parte.

Estar al borde de los diecisiete años podría ser duro, doloroso, confuso. Estar a punto de tener diecisiete podría realmente apestar. 

Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo.




El regreso a casa fue chispeante, todos hablamos sobre la fecha de nuestros cumpleaños, el tiempo restante que quedaba, el instituto, el último año y lo que harías después de la universidad, algunos se quedarían en Busan, otros partirían a Seúl, era probable que Jake realizara sus estudios en Australia al igual que su prima, Roseanne reprodujo una playlist elaborada por Seok Jin y ella, la primera canción se trataba de Million Reasons donde tres de ellos cantaron a todos pulmón con un acento norteamericano excelente, las canciones variaron tanto como las risas hasta que la rubia se dio la tarea de ir a dejar a tres de nosotros, Im, Jung y yo, Jin se quedó con ella como era de esperarse y el primo Park siendo el violinista por excelencia de ambos. Esa noche de verano comprendí que había algo mágico, los seis estábamos rozando los diecisiete. Inexorable, inevitable como un ciclón, nos acercábamos con violencia hacia el final de la adolescencia donde todo debía ser tomado en serio, donde se pondría de verdad difícil, la carrera de nuestra vida estaba por venir y lo peor, ninguno sabía lo que nos deparaba el mañana. 

Los días transcurrieron a una velocidad sorprendente después del último día que estuve con ellos, el regreso al instituto se precipitó como si tenía la necesidad desgarradora de llegar, el uniforme, la rutina y el largo recorrido por los pasillos estaba de regreso, también estaba de regreso mirar a Hoseok todos los días de la semana, era probable que eso recompensara toda la pesadilla que resultaban los maestros en el segundo semestre del segundo año de escuela superior. Las semanas rebobinaron hacia el final de julio, agosto y a inicios de septiembre los diecisiete de Nayeon estaban viniendo con ímpetu.

-Están llegando- bromeo en uno de los descansos de ese día de septiembre en la cafería a medida que iniciábamos con el almuerzo.

-Eres toda una anciana- tercia Jin, como en los viejos tiempos. En el instituto las circunstancias se volcaban para convertirse en otras, puesto que Hoseok me observaba de lejos en todos esos meses en la cafetería, comprendía la tensión palpable entre Seok Jin y él, Roseanne con cierto desgano notable comía con Yerim, una rulosa encerrada en un mundo de tinieblas del cual solamente ella era conocedora, lo cierto es que antes de las vacaciones Kim se encontraba sumida en el silencio, en el regreso parecía catatónica, funcionaba por mera inercia, ya no hablaba con Park en los descansos, pero tampoco parecía querer que la rubia se fuera y esta de alguna forma parecía obligada a soportar esa circunstancia atenuante, Choi Lia no me miraba, evitaba a toda costa encontrarse conmigo, lo comprendía, durante esos dos meses de retorno a la escuela parecía que ambos éramos invisibles, por otro lado Min Yoongi era solo Min Yoongi, un posible friki ahora que se le conocía mejor, no se relacionaba con tantos y su guardia bajó desde el cambio súbito de la pelinegra rulosa -Eres la única chica del grupo y  la primera en cumplir años.

-¿Eso es discriminación?- el cabello de Nayeon había quedado estancado hasta cierto punto a la misma altura de sus hombros.

-En este grupo no se discrimina a ninguna clase de ser- responde el chico a medida que continúo comiendo como si no hay un mañana. Debido a la victoria en el concurso, el internacional se prolongaría hasta el próximo año debido a que se trataba de extranjeros, debían reunir a los mejores pianistas de todos los continentes por lo cual la chica debía ensayar para ser la mejor, para ganar, porque en algunos casos no solo se trata de la pasión, también está el hecho irrevocable de vencer, comprendí que sus padres no le permitirían perder llegada ya a esas alturas.

A mis diecisiete [Hopemin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora