Capítulo 28.

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Porque cuando estamos con los amigos hablamos de cosas sin importancia y aún así nos siguen pareciendo las mejores personas del mundo.


-Mi madre te odia- me dice como si no lo sé.

-Nos odia.

-¿Qué?- ella se gira rápidamente de su lugar delante de la nevera.

-Me refiero que también odia a Seok Jin. No soy el único desafortunado.

-Cierto- toma dos latas de coca cola y me encuentro cuestionándome ¿Quién en su sano juicio tiene latas de coca cola en su nevera? A pesar de todo tomo el embace frío sin rechistar.

-¿No deberías ofrecerme café o algo así?- la castaña se detiene un momento para evaluar mi estado de muy empapado, frunce el ceño y luego asiente.

-Y-yo- balbucea, se aclara la garganta e inicia de nuevo -No recibo visitas ¿Cómo voy a saber atender a alguien?

-A ver, lo de "atender a alguien" te lo creo, pero me estás mirando ¡No estás ciega!

-Cállate o tendrás un baño con agua fría en cambio.

-¡No puedo creerlo!

-Deberías de llamar a Jin.

-¿Debería?

-Retomando la cuenta, llevamos aproximadamente cuatro meses separados.

-¿En qué momento pasaron cuatro meses?- la veo cerca del microondas mientras espera que la leche en la taza termine de calentarse, tiene los brazos cruzados sobre el pecho, a medida que apoya la cadera  en la encimera, con la mirada pérdida en la nada.

-Quizá fue la escuela.

-Cierto- musito. El electrodoméstico inicia a pitar, ella tira de la tapa, toma la taza del interior, cierra otra vez.

-Toma, chico Pennywise- abre su lata, esta libera el gas, luego da un profundo trago.

-¿Cómo puedes tomar algo tan frío en un día lluvioso?

-En mi defensa, estamos en el verano y hoy ha iniciado a llover por alguna razón- me mira con aires de ironía, luego me señala con la lata como queriendo decir "esto es por ti."

-Llamaré a Jin- ella se ríe por un momento fugaz y asiente. Busco el móvil dentro de mi mochila la cual está cubierta por unas apenas perceptibles gotas debido al material impermeable, tomo el dispositivo, busco rápidamente el número del castaño y pronto me encuentro detrás de la línea.

-Oye...- inicio con timidez.

-¡Jimin!- exclama él con emoción, casi soy capaz de palpar su regocijo.

-¿Puedes venir a la casa de Nayeon?- el muchacho resopla en una expresión burlesca.

-¿Estás en la casa de Im y su madre no te ha echado?

-Bueno, estuvo muy cerca de hacerlo.

-Mierda, me lo imagino. De acuerdo, estoy yendo.

-¡Dile que si no trae dinero que no venga!- exclama mi amiga lo bastante audible antes de haber tenido la oportunidad de colgar.

-¿Para qué carajo quieres dinero?

-Entonces no vengas.

-Igual iré- corta la llamada, giro los ojos y le doy un pequeño sorbo a la taza con leche tibia. Al cabo de unos minutos ya no estoy en la cocina, hemos ascendido las escaleras en forma de caracol para poder llegar a su habitación, a travesamos un bonito piano el cual yace a un extremo de esta como mero adorno, y una vez en su estancia Im enciende su reproductor "this must be my dream" resuena la canción, me sobresalto, la chica ni siquiera se inmuta.

A mis diecisiete [Hopemin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora