Estarás bien (46)

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Después de Rose.

Una noche mientras lloraba usted estuvo ahí.

One Day Of Twenty.

Va vestida con un vestido negro, converse y el cabello castaño hasta los hombros, luego de ello, bajo la espesa cabellera castaña se asoma el aza que sostiene el brazalete que cubre por completo su brazo, eso es, pienso, he ahí el cambio, es el inusual artefacto en señal de que algo le sucedió en el brazo derecho... algo le pasó a su mano, y ese algo que no quería mencionar se trataba nada más y nada menos que de una ruptura, le miramos anonadados, de repente parece que las malas noticias no dejaran de suceder, la chica camina hacia donde nos encontramos, atraviesa una pequeña parte del campo verduzco, el viento hace volar su cabello y la falda del vestido, con la mano buena se acomoda los mechones de la cara tras las orejas, las personas que yacen unas más cercas que otras del ataúd de Roseanne no la presencian puesto que están sumidos en su mundo de pérdida, al llegar a mi lado, en el instante que sus orbes se encuentran con los míos casi puedo jurar que ya no queda nada dentro de ella. La chica de aquella noche cuando Anne le obsequió el vestido se ha esfumado, el fortuito pensamiento sobre lo rápido que la noche nos cambia florece en mi interior.

-No me veáis como si resucité -el tono que emplea me lleva atrás, antes de que Nayeon decidiera demostrarme lo mucho que estaba sufriendo -No me presenté antes porque no sabía cómo reaccionar.

-Tu...- inicio, sin embargo, las palabras mueren a mitad de mi garganta, no quiero pronunciarlo tampoco quiero reconocerlo, me hago creer que todo pasó después de la competencia y que ganó. Muy en lo profundo de mi interior la especulación no tiene una pizca de lógica.

-¿Cómo puedes decir eso? -musita Kim -¿Lo dices como si nada ha sucedido? ¡Qué te pasa! -exclama, el silencio sepulcral en el que yacían sumergidos es interrumpidos, la madre de Anne nos mira desde la distancia -¿Por qué te comportas de una manera insensible? -sin embargo, y no como en otros tiempos, en señal de que queda algo de la nueva Nayeon, ella no reacciona con violencia. No es furia lo que queda en su interior, es la pesadumbre colosal.

-No grites -Hoseok percibe todo en silencio, a mi lado, desde lo sucedido con Rose se ha limitado a estar presente sin decir una palabra.

-¿Tu brazo? -inquiero como si no es obvio.

-Da igual -susurra, después nos deja a su espalda puesto que han iniciado con el doloroso descenso de la sepultura. Esa sería la última vez que le vería, para siempre. La mamá de Park se desvanece en los brazos del padre por unos segundos después se recompone, ha de ser un gran peso saber que se trata de la última vez que verá a su hija como para estar inconsciente durante la ceremonia, Jin se queda a mi lado, su silencio es apacible, pero las lágrimas que resbalan por sus mejillas es imposible de detener, Nayeon lo mira todo en silencio, no se mueve, no llora, no cambia de expresión parece que ha dejado de respirar también, Hoseok sostiene mi mano, somos un pilar para el otro ante la incertidumbre de la vida, yo, por mi parte, no puedo confiar en el suceso delante de mí. Al cabo de varias horas, posterior a que Jin recobrara consciencia sobre sí mismo nos encontramos viajando en autobús de regreso a casa sentados en pareja bajo el silencio de no ser por el rumor que emitía el motor y las llantas sobre el asfalto, estábamos rotos pero girando con el mundo porque este no se detiene por nadie. Al bajarnos en nuestra parada correspondiente parecíamos un extraño cuarteto de emos, Kim con un esmoquin negro, Nayeon con un vestido negro, Hoseok con una bonita camisa de botones negra y yo, con una camiseta bastante simple negra, lo único que no complementaba nuestros conjuntos era el lápiz de ojo con rayas tan gruesas que ocultaran cualquier rastro de orbes.

Recorremos la acera que los cuatro conocemos, avanzamos en silencio hasta que no puedo evitar reírme en voz baja ante la descabellada idea que tuve hace un momento, Nayeon me mira y frunce el ceño, sé que hemos perdido a Rose para siempre pero aún tenemos a cuatro de nosotros -Vaya día de mierda -digo a medida que caminamos bajo el sol de primavera, quizá las peores pérdidas no se dan solamente en el verano, ni en el invierno, también vienen en la primavera cuanto todo florece, todo es verde, todo es fresco, los pájaros cantan y el sol sale, brillante, luminoso, con cielos celestes despejados, con nubes tan blancas, inmaculadas.

A mis diecisiete [Hopemin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora