Capítulo 13.

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Al despertar me percaté de que la hora correspondiente de la rutina para la escuela se había sobrepasado, di un respingo en mi lugar sentándome con rapidez, todo giró y se nubló al ponerme en pie, caminé a como mas pude hasta el cuarto de baño, me liberé de no entrar en la ducha con ropa. Sentí el agua cayendo sobre mi cuerpo adormilado y cálido debido a las sábanas, lavé mi cabello y mi cuerpo a medias, saliendo esta vez ya despierto, seguramente con espeluznantes e increíbles bolsas bajo mis párpados.

Sequé mi cuerpo velozmente, vistiendo con el uniforme después olvidándome de que la noche anterior había traído un gato conmigo, olvidándome también del horario de ese día, ni siquiera soy capaz de recordarlo, tomo la mochila y corro hacia la cocina para tomar un vaso con agua, mamá ya no está por lo cual imagino que se ha ido al trabajo, tampoco se vislumbra la presencia del felino, así que con la mente preocupada recuerdo que no estoy en una película cliché donde el adolescente de quince años tiene un vehículo, sabía que el transporte no me llevaría a tiempo, por lo cual debía gastar parte del dinero destinado al almuerzo y tomar un taxi.

Lo hago, rezando sorprendentemente sin siquiera saberlo, para que la primera clase no haya iniciado.

-Por favor, que no sea historia, por favor, que no sea historia- murmullo, el conductor me ve por el retrovisor no obstante, su mirada furtiva es lo de menos, le pago cuando me encuentro delante del enrejado del instituto, salgo desprendido como un suspiro y corro lo más rápido que puedo.

En ese instante me cuestiono, porqué carajo el enrejado, la entrada y los pasillos están tan malditamente separados, cuando casi me he quedado sin aliento con la sensación en la boca del estómago de que el trayecto solo se alargaba por mero capricho de la circunstancia divisé a lo lejos la puerta, envío la última plegaria al cielo, atravieso el umbral y me encuentro con un salón de clase hecho un lío sin ningún maestro, aún, a cargo, busco a tientas a Im o, a Kim, cuando nuestras miradas conectan me vuelvo consciente de que ambos me ven con preocupación, continúo andando con rapidez, no puedo siquiera respirar correctamente hasta que me encuentro en mi lugar, me dejo caer pesadamente sobre la silla con la mochila a la espalda, en ese preciso instante la puerta se abre y el maestro de historia hace presencia, siento mi alma abandonando mi cuerpo.

-Oh, a todos los dioses que son Dios, pero llevan otros nombres, gracias.

-¿Qué?- musita Nayeon con cierta chispa burlesca, rápidamente se calla.

-Cerca de la época de Jesucristo Corea se dividió en tres reinos- inicia, Nayeon se pone rígida al comprender lo que estaba viniendo -Goguryeo, Baekje y Silla, el reino central, del norte y sur, a medida que se avanza en la documentación descubrimos que la penínsila siempre ha estado poderosamente dividida sin embargo, este es un tema que no me concierne, Nayeon, Roseanne, espero estén preparadas.

La castaña se pone en pie con toda la disposición, Rose la sigue mientras toma del interior de su mochila una computadora portátil la cual deja sobre el escritorio a un lado de Im, mi amiga la ayuda con el proyector que sin saber anteriormente estuvo ahí siempre, conectan los cables y prontamente las imágenes se están reproduciendo, aún así antes de iniciar la presentación la puerta se abre y el con el director hace presencia acompañando a un chico que por alguna razón vaga siento que conozco.

-Buen día alumnos, maestro, me disculpo por mi impertinencia, pero este joven se une al grupo a partir de hoy- observo sin habérmelo propuesto a Kim Yerim, quien desfigura su expresión indiferente por una sorprendida y conmocionada como si se ha encontrado con un fantasma, el chico penetra en la estancia con la camisa fuera del interior del pantalón, no lleva corbata y parece desaliñado, el profesor lo observa con una ceja alzada mas sin embargo, no dice nada más que.

A mis diecisiete [Hopemin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora