4. Un mal comienzo

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Cameron

Estaba durmiendo tranquilamente cuando un grito me despertó. Seguido de este vinieron muchos más.

Abrí los ojos rápidamente. Melody no estaba a mi lado.

Salí agitadamente de la cama mientras escuchaba las gritos agudos de Melody.

No sabía que esperarme, pero sin duda lo que estaba ante mis ojos no.

No puede evitar soltar una gran carcajada en cuanto vi a la pequeña Melody intentando apagar una sartén ardiendo.

Ella notó mi presencia y se puso completamente colorada. Me echó una mirada asesina al ver que me estaba riendo de ella.

– Deja de reírte y ven a ayudarme. – Ordenó gritando.

Me acerqué y en un movimiento rápido cogí la sartén y la dejé en el fregadero. Acto seguido encendí en grifo y dejé que las llamas se fueran apagando.

En cuanto ya no había fuego me giré hacia mi nueva compañera de piso quien me miraba avergonzada. Seguía llevando el pijama con esos pantaloncitos cortos que no me habían dejado dormir en toda la noche.

– ¿Que demonios intentabas hacer? Si se puede saber. – Ella agachó la cabeza, ni siquiera podía mirarme a los ojos. Lo que me pareció ¿mono? ¿adorable? Menuda gilipollez. Aparté esos pensamiento de mi cabeza.

– Quería hacer unas tortitas para darte las gracias por acogerme en tu piso... pero me despiste y de repente estaba la sartén en llamas.

No sabía cómo sentirme al respecto. Ella había querido hacerme tortitas y yo me había reído de ella en su puta cara, no ha sido un buen comienzo.

– Bueno agradezco el detalle, pero a partir de ahora déjame la sartén a mi ¿Te parece bien cocinera?

Melody asintió y le dije que ya prepararía yo el desayuno. Ella se sentó en uno de los taburetes de la barra de la cocina mientras yo hacía unas tostadas y café.

Quise sacar algún tema de conversación pero no se me ocurría nada. Tenía que pensar en algo para conocernos, al fin y al cabo estamos los dos encerrados en un piso diminuto sin poder salir.

Dejé el desayuno en la barra y me senté a su lado. Ella empezó a comer tímidamente así que decidí hablar de algo para que esto no fuera tan incomodo-

– Así que vas al mismo instituto al que yo fui, ¿Las cosas siguen igual?

Una sonrisa apareció en su rostro.

– Es la misma mierda de siempre, el señor Michael suspendiendo y castigando a todo el que respira, la señorita Ashley sigue teniendo miedo a los alumnos y, como no, el entrenador Moore sigue siendo un baboso. – No pude evitar reírme.

Solo hacía tres años desde que me gradué pero me parecía una eternidad, el instituto fue la mejor época de mi vida.

– Puede que ya no esté pero ¿Sigue habiendo un graffiti en la fachada del gimnasio? – Aun recuerdo como mis amigos y yo, borrachos perdidos, se nos ocurrió colarnos en el instituto en mitad de la noche y hacer una pintada.

– Estaba hace poco, pero el nuevo director mandó que lo taparan. ¿Lo hiciste tú verdad?

– Sí, digamos que no estaba muy sobrio cuando decidí hacerlo. – Melody intentó esconder una sonrisa, pero no lo consiguió.

Acabamos de desayunar en silencio y ella se despidió diciendo que iba a darse una ducha. Puede que consigamos llevarnos bien, al fin y al cabo. Puede que la haya juzgado demasiado rápido.

Cogí mi móvil y llamé a mi mejor amigo, Liam.

– ¡Ey tío! Donde cojones te habías metido. Llevo llamándote desde ayer. ¿Que tal el confinamiento?

– No te cogí porque me pasó algo que no esperaba... – Dejé la frase sin acabar para escuchar la reacción de mi amigo. Liam siempre quiere saber todo lo que pasa, aunque no lo admita es un cotilla que se mete en todo.

– ¿Que pasó? Cuéntame. ¡Cameron! Como no me lo digas me salto la ley y voy a tu casa y te obligaré a que me lo cuentes.

Mis sospechas eran ciertas. Sabía que no sería capaz de dejar las cosas estar, tiene que enterarse de hasta el último detalle.

– Pues a unas horas de que se estableciera el confinamiento mis padres me llamaron para decirme que tenía que meter en mi piso a la hija de unos amigos suyos. Porque resulta que estaba sola en la cuidad y no tenía manera de volver a casa.

– ¡Estas de puta coña! ¿Vas a vivir con esa tía durante dos semanas? ¿Pero solo hay una cama? ¡Dios mío te la has tirado! ¿Está buena?

– Coño Liam cálmate un poco. Sí, estaré estas dos semanas con ella y dormiremos en la misma cama. Y no, no me he acostado con ella, ¡Que tiene diecisiete años joder!

– No me jodas Cameron tres años no son nada, pero no me has contestado. ¿Está buena?

¿Melody estaba buena? Claramente era una niña muy guapa, con su largo pelo marrón y sus ojos color miel. Y tenía un buen cuerpo, supongo. Además de un buen culo. La imagen de sus pantalones cortos de pijama me vinieron a la mente.

Relájate Cameron, es la hija de los amigos de tus padres, además que aún va al instituto.

– Bueno sin más, es guapa. – Intenté sonar lo más neutro posible para que Liam no me molestara más con el tema.

– Tío yo no sé cómo te lo montas para acabar en cuarentena con una tía buena en tu casa, por cierto ¿Cómo se llama?

– Melody, pero no va a pasar nada entre nosotros. Se lo dejé bien claro, no quiero que piense lo que no es.

– Tu siempre tan amable. – Aunque no le estuviera viendo supe que había puesto los ojos en blanco. – Pues a ver cuando me presentas a esa tal Melody.

– Tu no vas a conocer a nadie. Ya hablaremos más tarde, no me toques los cojones. – Liam y yo nos despedimos.

Recordé un trabajo de la universidad así que me fui hasta mi habitación para coger mi ordenador.

Abrí la puerta de golpe y la cerré al instante al verla.

Melody estaba en ropa interior.

La pregunta de Liam me vino a la cabeza ¿Está buena? Joder si lo está.

A lo mejor estas semanas van a ser más difíciles de lo que pensaba.

Cuarentena con mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora