33. Las interrupciones

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Cameron

Nunca pensé que el sexo podría llegar a ser algo más que placer... pero me equivocaba. Hacerlo con Melody sobrepasó los límites del deseo, había sentimiento, había cariño y había amor.

Hacerla mía fue increíble, aunque mentiría sino dijera que me asusté al ver las lágrimas corriendo por sus mejillas. Quería enseñarle a Melody demasiadas cosas, porque tenía claro que cuando cogiera experiencia sería mi perdición, pero para que engañarnos, ya lo era ahora.

Ya habían pasado varios días desde nuestro primer encuentro, porque sí, hubo más. Los dos estábamos en una burbuja, nos pasábamos los días comiéndonos a besos para en la noche hacer exactamente lo mismo.

Cada vez estaba más seguro de que quería a Melody, que la quería como nunca había querido a ninguna chica antes. Al principio pensé que sería cosa de la cuarentena, pero ahora sabía que no habría forma de quitármela de la cabeza, por eso pensé que era hora de dar el siguiente paso.

Me gustaría haberla conocido en una situación normal, poder llevarla a un restaurante, a una discoteca, presentarle a mis amigos, ir a la playa... Pero teníamos que conformarnos con mi diminuto apartamento, aunque a estas alturas ya podría denominarlo nuestro diminuto apartamento.

Ahora nos encontrábamos en el sofá escuchando algunos vinilos, Melody estaba tumbada sobre mis piernas y yo le acariciaba el pelo mientras la observaba, juro por Dios que nunca vi a una chica tan guapa.

– Parece ser que ya hemos roto todas la reglas que puse. – Ella levantó la visto y me sonrió al mismo tiempo que se sonrojaba.

– Como tú dijiste, las reglas están para romperlas. – Se levantó y me dio un suave beso en los labios.

Hacía tiempo que le quería preguntar algo a Melody pero nunca veía el momento, así que creo que simplemente se lo soltaré ahora.

– Melody quiero hablar contigo. – Se giró con una sonrisa y cogí aire para decirlo. – Me preguntaba si...

Ring Ring

Mi puto móvil tenía que sonar justo ahora, me disculpé y fui a ver quien cojones era que le iba a pegar una hostia, y como no, era Liam.

– ¿Que cojones quieres? – Contesté a la llamada de mala hostia por joderme el momento.

– Yo también me alegro de hablar contigo – Su ironía era obvia pero no iba a discutir con él, cuanto antes me contara para que me llamaba antes colgaría. – ¿Porque estás de mal humor? ¿Acaso te has peleado con Melody?

– Liam déjate de gilipolleces y dime que coño quieres.

– Vale vale, no se puede hablar contigo eh. Pues era por si me podías pasar el número de la amiga esa tuya... ¿Cómo se llamaba?

– ¿Quieres que te pase el teléfono de Lorena? – No estaba entendiendo nada, ellos dos nunca se habían llevado bien en el instituto. ¿Para que cojones me pedía su numero?

– No todos tienen la suerte de pasar la cuarentena con un pibón, a lo mejor debería darle una oportunidad.

– Mira Liam, no sé si esto es una puta broma o que coño es pero te digo que Lorena no está para tonterías. Yo si quieres te lo paso, allá tu.

Después de colgar y pasarle el número volví a donde estaba Melody, ahora sí que sí. Me acerqué a ella y le coloqué uno de sus mechones detrás de la oreja.

– Bueno volviendo a donde estábamos, te estaba diciendo que si...

Bip, Bip, Bip...

El puto microondas, esto tiene que ser una puta coña.

– Es mi Colacao, ahora vuelvo. – Fue corriendo hasta la cocina y cogió su taza dándole un sorbo. – Bueno dime que me querías decir.

Dicen que a la tercera va la vencida. – Bueno pues yo te quería decir que si tú...

¡Buuuuum!

¡Dios mío! ¿Has visto? Esa gaviota se ha estampado contra la ventana. – Fue corriendo a ver lo que pasó mientras que yo me cagaba en la puta gaviota, en el microondas y en el oportunista de Liam.

– ¡Estamos de puta coña! – Melody se giró asustada por mi grito pero se rió al instante a la vez que se acercaba otra vez a donde yo estaba.

– ¿Pero a ti que te pasa? – Me dio un pequeño beso en los labios pero yo la volví a atraer hacia a mi besándola con mayor intensidad. Ella abrió la boca dejando paso a nuestras lengua y por mucho que esto me gustara me aparté de ella, necesitaba decírselo de una maldita vez.

– Melody, ¿quieres ser mi novia? – Ella abrió los ojos como platos y una sonrisa gigante apareció en su cara, joder la quería con locura.

– ¿Me lo dices en serio? – Asentí y ella se tiró a mis brazos y nos sumimos en un profundo beso, cuando nos separamos me miró directamente a los ojos. – Me encantaría ser tu novia, Cameron Holt.

Oficialmente era mía, y yo era suyo. Era mi primera novia formal y seguía sin creerme toda nuestra historia juntos. Ella había sacado a un Cameron que no sabía que existía, me había enseñado a querer y me demostró que los sentimientos no son una debilidad, si no que te hacen más fuertes.

En tan poco tiempo Melody se había convertido en mi todo. Ver lo que estaba pasando ahí afuera, la gente muriéndose y perdiendo a sus seres queridos había echo que me diera cuenta de que el tiempo es un tesoro, y yo no quería desperdiciar ni un segundo con Melody.

Durante estas semanas todo era perfecto, estábamos mejor que nunca, habíamos avanzado y aprendido a funcionar juntos, a confiar el uno en el otro.

Cada vez que pienso en el primer día que la vi no puedo evitar reírme. Yo estaba cabreado porque me hubieran obligado a acoger a una niñata en mi casa, y ahora esa niñata se acababa de convertir en mi novia. Aún sigo buscando la cámara oculta.

Sin embargo esta tranquilidad no dudaría mucho, esto sólo era la calma antes de la tormenta...

***

Instagram / Tiktok: @madameofbooks

Cuarentena con mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora