8. Cocinando

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Cameron

Melody me había pedido esta mañana que le enseñara a cocinar, me había parecido extraño que quisiera aprender pero teniendo en cuenta que no tenemos otra cosa que hacer acepté.

Durante toda la mañana había estado muy contenta, sin contar un momento en el que se puso bastante tensa sin razón aparente.

Es el tercer día con ella y parece que llevamos medio año juntos, sin duda han pasado demasiadas cosas.

Verla en ropa interior me había sorprendido, hasta me hizo plantearme las estúpidas reglas que puse el primer día.

Melody era una niña muy guapa, con un bueno cuerpo ¿Que había de malo en acostarnos?

Sin embargo saber que solo tiene diecisiete años y que, seguramente, se obsesionaría como la adolescente hormonal que es hace que me eche atrás.

Dejé esos pensamientos de lado y me centré en la receta que le iba a enseñar, aunque no sé cocinar muchas cosas puedo decir orgulloso que lo que sé lo hago de puta madre.

Recuerdo que en una de nuestras pocas conversaciones me había dicho que le gustaba el dulce así que prepararíamos un bizcocho de chocolate.

Me acerqué a la puerta de la habitación y llamé, no quería que me pasara como la otra vez, bueno si quería pero debía comportarme.

Volví a la cocina y Melody apareció, me quedé sin aliento cuando la vi.

Llevaba puesta una de mis camisetas y, sin razón alguna, sentí que se me iba a salir el corazón del pecho. Además llevaba una coleta alta que dejaba su preciosa cara al descubierto, las coletas me traen recuerdos impuros a la cabeza.

Intenté no pensar en eso porque si no la tarde se me iba a hacer muy larga.

– Espero que no te importe que cogiera una de tus camisetas, el primer día me dijiste que podía usarlas, no traje suficiente ropa y la mía se está lavando... – Me hace mucha gracia como siempre intenta justificar todo lo que hace y no puedo evitar reírme.

– No pasa nada, puedes usarlas cuando quieras. – Me encanta como te ves en ellas quise añadir pero me contuve.

No sé qué demonios me está pasando pero tengo que controlarme, será el echo de que sea la única chica que veo, la cuarentena ya pasa factura.

– Bueno había pensado que podíamos hacer un bizcocho de chocolate, ¿Te gustaba el chocolate verdad? – Una sonrisa apareció en su cara como si fuera una niña pequeña.

– ¡Si me encanta! Espero no estropearlo. – Se acercó a mi lado y se quedó mirando los ingredientes que había puesto en la encimera de la cocina.

– Bien pues empecemos, primero tienes que romper los huevos y ponerlos en el cuento ¿Eso sabras hacerlo verdad? – Ella me lanzó una mirada asesina.

– Por supuesto que puedo hacerlo. – Cogió el primer huevo, le dio dos golpes contra el bol y lo partió a la mitad, hizo lo mismo con el segundo. – ¿Lo ves? Perfecto.

Tenía los ojos brillantes, estaba orgullosa de ella misma y simplemente había roto dos huevos. Intenté no reírme pero me fue imposible.

– Vale cocinera ahora tienes que añadir el azúcar y batirlos.

Cogió el azúcar, que ya me había encargado de medir yo antes, y lo añadió al bol. Empezó a batir pero lo hacía fatal, si seguía así íbamos a tardar horas en acabarlo.

Cuarentena con mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora