2. Las reglas

240K 13.3K 10.3K
                                    

Melody

Bajé del coche y me quedé de pie observando el edificio. No era muy alto, era de ladrillos y una parte de él estaba cubierto por una enredadera. Los pisos tenían un pequeño balcón. Parecía bastante acogedor.

No me había dado cuenta que Cameron había cogido mi maleta y que estaba abriendo la puerta del edificio.

Corrí hasta llegar a él y entramos. Me fijé que el edificio no tenía ascensor así que, en silencio, seguí a Cameron por las escaleras.

Nos paramos en el cuarto piso, sacó una llave de su bolsillo y abrió la puerta.

Nada más entrar había un pequeño recibidor con un perchero y un pequeño mueble.

– Puedes dejar tu abrigo aquí, si quieres. – Le hice caso y le imité cuando colgó su abrigo en el perchero.

Seguimos un pasillo que daba al salón y que tenía unos grandes ventanales y un pequeño balcón. A la derecha estaba la cocina, no era muy grande pero tenía una pequeña barra con unos taburetes.

– Pues como ves este es el salón y la cocina, no son muy grandes, pero claro nunca pensé que tendría que compartirlo con otra persona. – Eso último lo dijo con un tono de desprecio que dejaba bastante claro que no le gustaba que estuviera aquí. Van a ser unas semanas interesantes.

Me dediqué a observar el salón y la cocina. Se notaba que era un piso de estudiantes porque, siendo sincera, no es que estuviese muy ordenado ni que tuviese una gran decoración.

– ¿Y donde voy a dormir? – Me atreví a preguntar cuando vi que no seguía enseñándome la casa.

Cameron se rascó la nuca y bajo la mirada hasta sus pies.

– Vale, aquí es donde tenemos un problema... – Levantó la vista y me miró fijamente a los ojos por primera vez desde que llegamos. – Solo hay una habitación, y por lo tanto solo una cama.

Me quedé en shock y creo que el notó porque estaba reprimiendo una sonrisa.

– ¿Como haremos entonces?

– Fácil, dormiremos los dos en la cama.

¡Qué! Cameron Holt quería que compartiéramos cama juntos. Mi mente no podía procesar toda la información que estaba ocurriendo. Tenía que decir algo, Cameron me estaba mirando expectante esperando algún tipo de reacción.

– Emmm... ¿Estas seguro? Si quieres puedo dormir en el sofá, no quiero causarte más molestias. – Por dios parecía una mosquita muerta, me daba pena hasta a mi misma. Un poco de actitud Melody.

– Créeme lo pensé pero ese sofá es más incómodo que dormir de pie. Acabarías con veinte contracturas. Ven te enseñaré la habitación.

Fuimos hasta un pasillo en el que había dos puertas. Cameron abrió la primera, el dormitorio.

Era bastante amplio comparada con el resto de la casa.

Había una cama doble en el medio de la habitación, en frente , un armario y en uno de los lados un escritorio con un montón de libros y un ordenador.

– Bueno esta es la habitación, como ves no es gran cosa pero nos apañaremos, supongo. Te haré un espacio en el armario para que puedas guardar tu ropa y si necesitas alguna camiseta o algo puedes coger de las mías. – La idea de llevar puesta una de sus sudaderas cruzó mi mente y no pude evitar sonreír al pensarlo.

– Genial muchas gracias. – Cameron dejó mi maleta al lado de la cama y salió de la habitación para enseñar la otra puerta, la cual supuse que era el baño.

Cuando abrió la puerta me sorprendió. Esperaba ver un simple baño con una pequeña ducha y un lavamanos. Sin embargo había una ducha bastante grande de cristal, pero lo que más me llamó la atención fue la gran bañera que había al final.

– Aquí está el baño, también te vaciaré uno de los cajones para que guardes tu cepillo de dientes y tal. Bueno te dejo que des una vuelta por el piso, voy a hacerte un hueco del armario. – Dicho esto salió de ahí y se encerró en su habitación.

Volví al salón, me senté en el sofá y le mandé un mensaje a mi madre de que ya estaba en su casa. Le conté que tal iba todo, ignorando el echo de que iba a dormir con Cameron en la misma cama.

Aproveché para mirar un poco Instagram, todos mis amigos estaban subiendo historias sobre la cuarentena. Dos semanas de vacaciones por la cara, me encanta.

Seguí mirando las insta stories de la gente hasta que Cameron apareció en el salón y se sentó en la butaca que había al lado del sofá.

Me miró fijamente y yo bajé mi móvil, me sentí un poco incómoda con sus preciosos ojos verdes puestos en mi pero intenté que no se me notara.

– Vale si queremos que esto funcione tenemos que tener unas reglas.

¿Reglas? Supuse que querría organizar algún tipo de horario de limpieza pero lo que soltó a continuación me dejó sin palabras.

– Vale lo primero de todo es nada de follar, he visto suficientes películas para saber cómo suelen acabar dos personas que comparten casa.

De repente me sentí atacada, como si supiera que tenía un crush en el desde que tenía trece años. Así que puse en marcha mi mecanismo de defensa. Mentir.

– Perdona. ¿Pero que te crees? Si ni siquiera eres guapo. – Ni yo me creía esas palabras.

– Bueno tú tampoco eres lo que se dice un bombón. Así que está bien que estemos de acuerdo en esto.

– Genial, bien.

– Bien.

Se creó un silencio incómodo y sentí como si las paredes se estuvieran acercando hasta dejarme sin espacio para respirar. Gracias a dios Cameron siguió hablando.

– La segunda regla será respetar los espacios personales del otro. Quiero decir si uno está en la habitación hablando con alguien, el otro se jode y va a otro sitio.

Esta regla me parecía bastante razonable. Todos queremos tener nuestro tiempo para nosotros.

– Vale y ya ultima regla será nada de cotillear las cosas de los demás, no es la primera vez que alguna chica ha empezado a rebuscar entre mis cosas.

Pero este chaval se tenía en un pedestal. Ni que fuera el rey del mundo.

– Veo que eres bastante modesto y humilde, así da gusto. – Puse los ojos en blanco y vi como se le formaba una sonrisa.

– Simplemente soy realista. – Al decir esto se levantó, me giñó un ojo y se encerró en la habitación.

Cameron Holt iba a volverme loca.

***

Instagram / TikTok : @madameofbooks

Cuarentena con mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora