41. Inevitable

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Melody

Pero yo a ti no. Pero yo a ti no. Pero yo a ti no. Pero yo a ti no. Pero yo a ti no. Pero yo a ti no. Pero yo a ti no. Pero yo a ti no. Pero yo a ti no. Pero yo a ti no. Pero yo a ti no. Pero yo a ti no....

Esas palabras llevan repitiéndose una y otra vez en mi mente durante los últimos tres días. Días en los cuales he estado llorando sin control y en los que Cameron no me dirigió ni una palabra.

Al principio pensé que lo había dicho sin pensar. A veces Cameron no tiene filtros a la hora de decir las cosas y pensé que eso es lo que habría pasado.

Pero en la primera noche me di cuenta de que sus palabras eran reales y lo nuestro había acabado definitivamente.

Estoy tumbada en la cama, fingiendo que duermo porque la verdad es que no creo que pueda pegar ojo. Estoy esperando a que venga Cameron, a lo mejor consigo hablar con él.

No sé cuanto tiempo pasa pero cuando miro el reloj son las cuatro de la mañana y es raro que él no se haya ido a dormir ya. Así que me armo de valor y salgo de la habitación con la intención de ir a buscarle.

Cuando entro al salón lo encuentro durmiendo en el sofá, si ese que era tan incomodo que preferirías dormir de pie.

Ahí me di cuenta de que no quería tener nada que ver conmigo y al siguiente día me lo confirmó aún más. Ni siquiera me habló, ni un mísero buenos días. A la hora de comer preparó dos platos, el mío lo dejo encima de la cocina sin decirme nada y el se fue a comer a su escritorio.

Si yo entraba en la misma habitación que estaba él se iba. Solo compartíamos espacio cuando él cocinaba y yo estaba en el sofá llorando silenciosamente.

Hoy me voy y no puedo evitar sentirme usada, yo le quería de verdad, me enamoré de él por loco que suene. Muchos pensareis que esos es imposible, que en dos meses uno no puede enamorarse pero así lo he sentido yo.

Hemos convivido las veinticuatro horas del día juntos, puede que la cuarentena haya magnificado todos los sentimientos pero eso no quita que mi realidad sea que le quiero.

Me siento patética al pensar que él sentiría lo mismo que yo. ¿Me ha utilizado para acostarse conmigo? Había confiado en él y no me arrepiento de haberlo echo pero... Puede que para Cameron fuera una simple distracción para pasar las horas.

Pero hay cosas que no me cuadran, cuando murió mi abuela él estuvo ahí cada segundo. No se separó de mi y él cariño que sentí no puede haber sido una farsa, ni siquiera puedo pensar en eso sin llorar.

Mi avión sale tarde por la noche y durante estos últimos días me he negado a sacar mi ropa del armario. Ya me he acostumbrado a que mis sudaderas tengan el mismo olor que las suyas y como mis pantalones se ven enanos comparados con los suyos.

Tampoco puedo imaginarme entrar en el baño y no ver nuestros cepillos de dientes juntos o la forma en la que mi shampoo y el suyo se pelean por sostenerse en el pequeño estante de la ducha.

Pueden ser cosas insignificantes, o a lo mejor ya estoy delirando, pero que a mi me recuerdan a todo lo que hemos pasado, a toda esta locura que ha sido convivir con Cameron Holt.

Ahora tengo que enfrentarme a lo inevitable, hacer las maletas y despedirme de este diminuto piso en el que he vivido lo mejor y lo peor de mi vida.

Sé que Camerón está dentro de la habitación, pero no puedo retrasar más este momento, así que abro la puerta y me adentro.

Toda mi seguridad se va de mi cuerpo en cuanto le veo en su escritorio con la cabeza entre las manos. Desde que rompimos cada vez que me lo cruzo se me forma un nudo en la garganta y solo quiero pedirle que me abrace, pero el ya dejo claro que cada uno iría por su lado.

– Tengo que hacer la maleta... – Mi voz es débil y se nota que estoy apunto de llorar.

Cameron se levanta de su escritorio y me mira, me mira fijamente por primera vez en días y vuelvo a sentir las mariposas en el estomago.

El nudo de la garganta es cada vez mayor y no creo que sea capaz de aguantar la lagrimas mucho más tiempo.

Él sigue ahí mirándome, abro la boca pero antes de que diga nada él me rodea y se marcha por la puerta no sin antes decirme algo.

– Al aeropuerto te llevo yo.

Ahora si que no lo aguanto más y dejo caer mis lagrimas y me tiro al suelo. Tres días sin hablarme e ignorándome completamente y abre la boca para decirme eso.

Ha vuelto a ser el mismo Cameron Holt del instituto, frio, insensible y cruel.

Abro el armario y saco mi maleta de debajo de la cama, ahora sí ha llegado la hora.

Me paso dos horas guardando toda mi ropa, mientras lloraba desconsoladamente, todo hay que decirlo. Cuando termino y estoy a punto de cerrar mi maleta algo en mi interior, no sé el que, me dice que coja una camiseta de Cameron.

Eso hago, le robo una de sus camisetas preferidas (si él me ignora y me rompe el corazón lo mínimo que puedo hacer es robarle la camiseta que más le guste) y la doblo metiéndola en la maleta.

Salgo al pasillo y dejo mi equipaje en la entrada bajo la atenta mirada de Cameron. No le miro porque se que si lo hago me derrumbaré y eso es lo último que quiero ahora mismo.

Me viene a la mente la primera vez que pisé su apartamento, estaba acojonada e ilusionada a la vez... Me parece que fue hace una eternidad pero en verdad solo pasaron dos meses.

Miro el reloj y en dos horas debería salir hacia el aeropuerto, si quiero llegar con antelación.

Esto está llegando a su fin. Me guste o no este momento era inevitable, tarde o temprano me tendría que despedir de Cameron pero pensé que lo haría cogida de su mano...

***

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Cuarentena con mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora