Cameron
Cada día me gustaba más Melody y mentiría si dijera que no quería más que unos simples besos o caricias pero no quería presionarla. Quería que ella estuviera cómoda y que estuviera preparada.
Mi primera vez fue con una chica del instituto que ni siquiera me acuerdo de su nombre. No había sido nada especial, simplemente fue en una fiesta y después de eso nunca volví a hablar con ella.
Después de aquella chica vinieron muchas más, mirando atrás veo lo mal que me comporté con algunas, fui un verdadero cabrón en el instituto, pero Melody me hace querer ser mejor persona.
Por eso es que llevo ya varios días pensando pensando en cómo arreglar un fallo del pasado, uno bastante gordo y de no haber sido por Melody nunca me habría acordado. Y sé que no puedo cambiar lo ocurrido, pero al menos puedo pedir perdón.
Melody estaba en el sofá riéndose de algo en el móvil, joder no me cansaba de mirarla, es guapísima.
– Melody una cosa. – Ella levantó la mirada y cuando me vio se sonrojó, me encantaba tener ese efecto en ella, a veces seguía sin creerme todo lo que estaba viviendo con ella. – A ver no sé cómo decirte esto...
Para que mentir, me avergonzaba de mi mismo y de mi actitud. No quería que la gente pensara que yo era así, las personas cambian y se arrepiente, he crecido como persona y quiero seguir mejorando.
– Creo que nunca te aclaré esto pero, en cuanto a lo que pasó en tu primer día de instituto... bueno lo que le hice al chico ese... – Melody frunció el ceño y se cruzo de brazos acomodándose mejor en el sofá. Estaba seria. – Pues que joder que me pasé y que fui un gilipollas, y sí, me merezco más que unas hostias por lo que le hice, pero...
– ¿A donde quieres ir a parar con eso? – Su voz era fría y estaba atenta a cada una de mis palabras.
– Pues a eso, a que fui un verdadero hijo de puta pero ya no soy así. Sé que el dicho de que las personas cambian es muy típico y que muchos lo usan como excusa pero ya no pienso así, ni siquiera sé porque me comporté de esa manera... – Empecé a hablar cada vez más acelerando, nunca solía ponerme nervioso, hasta que conocí a Melody.
– Eh eh Cameron, que vale. No te voy a mentir lo que hiciste fue repugnante pero también creo que las personas tiene derecho a cambiar. – Sin darme cuenta solté el aire que había estado reteniendo. – Lo que no entiendo es, ¿Por qué me lo preguntas ahora?
Casi se me olvidaba, yo no venia a darle una justificación a Melody, tenía una pregunta que hacerle.
– Pues verás, ¿puedes describirme cómo era ese chico? – Por mucho que había pensado e intentado recordar no me venía a la mente ninguna imagen de aquel chico.
– ¿Qué? ¿Por qué quieres que te describa a ese chico? – Su cara era un espectáculo, no estaba entendiendo nada. Pero no podía decirle el porqué, lo que voy a hacer lo hago por mí, no para demostrarle nada a nadie, ni siquiera a Melody.
– Tu solo descríbemelo por favor. – Melody no parecía muy contenta pero me contó todo lo que recordaba de él. – Muchísimas gracias Mel te debo una.
Salté prácticamente del sofá, no sin antes darle un pequeño beso en la mejilla.
Corrí hacia la habitación y cerré la puerta, necesitaba privacidad. Busqué desesperadamente mi móvil y marqué el número de la persona que sabía que me podía ayudar, Lorena, a los dos tonos me cogió el teléfono sin embargo al otro lado de la línea había otra persona...
– ¡Cam! ¡Cam! ¡Te echo de menos!– La vocecita de Ava sonó por toda la habitación dejándome sordo.
– Y yo a ti enana. – Por mucho que quisiera a esa niña ahora no era el momento para ponerme a hablar con ella. – Pero ahora tienes que hacerme un favor, dale a mamá el móvil ¿vale?
– ¡No! Yo quiero que juegues conmigo a las muñecas. – Aunque no la estaba viendo sabía que había puesto los morritos refunfuñones que pone cuando quiere algo.
– Ava cariño no puedo jugar a las muñecas, tengo que quedarme en casa. Avisa a mamá que estoy al teléfono y cuando pueda voy a tu casa a jugar a lo que tú quieras. – Negociar con una niñas de cuatro años es más difícil de lo que parece.
– ¡Pero quiero verte! – Noté como empezaba a sollozar y se me partió el alma.
– Ava, cariño, ya verás como muy pronto nos vamos a ver y te voy a llevar a comer muchísimos helados. – Mi oferta no pareció calmarla y siguió llorando más fuerte. Pero no me dio tiempo a volver a consolarla porque escuché como Lorena aparecía y la calmaba. A los dos minutos ella se puso al teléfono.
– Perdón estaba en la ducha y no me enteré de que Ava había cogido el móvil. – Me daba rabia no poder estar ahí para ayudarla, ser madre soltera en cuarentena es un trabajo duro. – ¿Porque me llamabas?
– A ver te va a sonar extraño pero, tú habías echo el anuario en el instituto, ¿no? Y habías necesitado el correo de los alumnos para que te mandaran las fotos, ¿verdad?
– Yo... si lo hice, ¿por qué lo preguntas? – Su voz reflejaba la confusión que debía estar sintiendo ahora mismo.
– Bien pues necesito que busques a un chico de pelo castellano rapado, ojos marrones, más o menos de mi estatura y que tenía un piercing en la oreja, y que me mandes su correo.
– ¿Te das cuenta de que podrías estar describiéndome a medio curso? Además, ¿Para que demonios lo quieres?
– Tu solo intenta conseguírmelo, es que necesito arreglar algo de alguna manera.
– Está bien lo intentaré, pero no te prometo nada.
– Gracias Lore, eres la mejor no te olvides. Y dile a Ava que yo también la echo mucho de menos y que pronto volveremos a jugar a las princesas. – Dicho eso colgué el teléfono y me tumbé en la cama esperando el correo.
Estuve media hora esperando, y mientras, me puse a mirar Instagram. Melody había subido a su historia una captura de ella hablando por FaceTime con ese tal Theo, ¿es que acaso no tenía mas amigos? Sin embargo no me dio mucho tiempo a pensar en eso porque me llegó un mensaje de Lorena con el correo y nombre del chico al que buscaba.
Ahora ya tenía todo para, al menos, pedir perdón por mis actos. No esperaba una respuesta, ni un perdón, solamente quería estar en paz conmigo mismo. Así que abrí el correo y me dispuse a escribirle:
Paul Thatcher,
Puede que no te acuerdes de mi, o que sí lo hagas y me odies. Si es la segunda lo entiendo perfectamente, yo también me odio por lo que hice.
Puede que te parezca extraño este correo pero quería escribirte y pedirte perdón...
***
Hola! Como ya sabéis estoy con exámenes y me es imposible actualizar tan seguido pero aquí tenéis otro capítulo.
Tener paciencia durante estas dos semanas porque pronto se viene lo mejor.
Muchas gracias otra vez por todas las lecturas, votos y comentarios. Acordaros que podéis seguirme en Instagram y tiktok @madameofbooks
ESTÁS LEYENDO
Cuarentena con mi crush
Teen FictionDos semanas en tu casa sin ir a la escuela y sin obligaciones es el sueño de cualquier adolescente. Ahora imaginaros que debéis pasar esas dos semanas sola en un piso con tu crush del instituto, que resulta no ser como te imaginabas. La convivencia...