3. Encerrados

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Cameron

Llevábamos cuatro horas juntos y ya tenía la necesidad de estar solo.

Siempre he sido muy independiente y la idea de tener que pasar dos semanas con esta niñata que no conocía no me hacía ni puta gracia.

Le había tenido que hacer un hueco en mi armario, en mi baño e iba a dormir en mi cama.

Además teniendo en cuenta que mi piso no es muy grande vamos estar juntos todo el maldito día durante dos largas semanas.

Prácticamente mi madre me había obligaba a acogerla diciendo que sus padres eran muy buenas personas y que su madre le había cubierto muchos turnos en el hospital cuando aún trabajaba ahí.

Además no tenía otra opción, ¿no?

Cuando me dijo que iba en mi instituto intenté recordar si la conocía pero no me sonaba de nada. Supongo porque es tres años menor, seguro que ella tampoco me conocía a mi. La situación era rara de cojones.

Al principio cuando la recogí fui un poco borde con ella. Seguía cabreado con mi madre por haberme obligado a meter a una desconocida en mi piso.

Y aunque me propuse ser amable le fui con esa mierda de las reglas. Aunque hice bien dejarle las cosas claras, por si acaso. Pero a la niña pareció sorprenderle que fuese tan directo lo que me causó gracia.

Melody parecía bastante tímida y lo agradecí porque no hubiera soportado a alguien que estuviese detrás de mí hablándome todo el tiempo.

Se fue haciendo de noche. Ella estaba en la habitación organizando su maleta así que me tomé la libertad para preparar una pizza para cenar.

Dentro de poco el presidente emitiría un comunicado en televisión sobre el confinamiento. Seguía sin poder creerme que de verdad iba a ocurrir.

Pasaron quince minutos y la pizza ya estaba lista. Me dirigí a la puerta de la habitación y llamé.

– La cena está lista y va a empezar el comunicado dentro de poco.

Volví a la sala, coloqué la pizza y unos platos en la mesita del centro. Encendí la tele.

Melody salió de la habitación con dos trenzas que me hicieron mucha gracia, y no pude evitar que se me escapara una risa.

– ¿De que ríes? – Frunció el ceño y se miró la ropa por si tenía algo mal, lo que me causó aún más gracia pero me controlé, no quería incomodarla.

– De nada, olvídalo. He echo pizza espero que te guste.

– Sí, cualquier cosas está bien, gracias. – Se sentó también en el sillón y empezamos a comer la pizza en silencio. Noté como de vez en cuando me echaba alguna que otra mirada pero decidí pasarlo por alto.

De repente la imagen del presidente salió en pantalla. Empezó a explicar la situación sanitaria y los efectos que el virus acusaba en la gente. Melody y yo escuchábamos atentos todo el discurso.

– Ponemos en el centro de nuestras prioridades la salud de las personas. Por eso hemos establecido que la circulación deberá realizarse individualmente y se limitarán las actividades de primera necesidad, tales como compras de alimentos o medicamentos, asistencia a centros sanitarios o entidades financieras, retorno a la residencia habitual o asistencia a personas vulnerables. También se exceptuarán los desplazamientos al lugar de trabajo, siempre que sean dentro de los establecidos, la retiraba de basura y los paseos con mascotas o personas discapacitadas. Fuera de esas excepciones queda completamente prohibido salir del domicilio. El incumplimiento de algunas de estas normas será penalizado con una sanción económica.

Solté todo el aire que, inconscientemente, había estado reteniendo. Esto era real, estábamos encerrados. Miré a Melody que seguía escuchando al presidente mientras jugaba nerviosa con sus trencitas.

– La declaración del confinamiento afectará a todo el territorio nacional durante los próximos 15 días, prorrogable en los términos y con los requisitos previstos a la normativa aplicable. El decreto entrará en vigor en el momento de su publicación, es decir, en cuanto acabe el comunicado.

El presidente se despidió dando fin al comunicado.

Nos quedamos durante dos minutos quietos asimilando todo lo que acababa de contarnos.

– Que fuerte... – Dijo Melody casi en un susurro. Se le veía un poco afectada. Pensé en ella, en que tampoco debería ser fácil estar aquí, lejos de su familia y con un completo desconocido.

– Vamos a estar bien ya verás, nos turnaremos para ir al supermercado y sacar la basura y poder tomar un poco el aire. – Intenté tranquilizarla pero no parecía haber surgido efecto, o a lo mejor era demasiado frío.

Nunca había tenido una novia formal, así que no sabía muy bien cómo tranquilizar a las mujeres, aunque sabía muy bien cómo hacerles otras cosas.

Además Melody aún parecía muy niña y no sabía cómo comportarme con ella. Ni siquiera sabía en que demonios estaba pensando ahora mismo.

Ella se levantó y empezó a recoger los platos pero le cogí de la mano obligándola a parar.

– No hace falta, ya lo recojo yo no te preocupes. – Quería ser amable con ella, al fin y al cabo vamos a pasar mucho tiempo juntos. Mejor llevarnos bien.

– Está bien. Si no te importa voy a irme a dormir, ha sido un día bastante complicado.

– No te preocupes, descansa. – Melody se fue por el pasillo a la habitación.

Recogí la mesa y lavé los platos. Si estuviera solo habría puesto una película o hubiera llamado a mis amigos para hablar pero no quería despertar a Melody, había tenido un día duro. Como todos en verdad.

Después de un rato decidí que era hora de irme a dormir. Era inevitable que este momento llegase, tendría que dormir con ella.

Nunca he dormido con una chica sin hacer nada sexual así que esto iba ser bastante raro.

Entré silenciosamente en la habitación. Melody estaba durmiendo tranquila en el lado derecho de la cama. Mierda yo quería ese lado, aunque ya es demasiado tarde supongo.

Me acerqué al lado contrario y abrí las sábanas suavemente, pude ver el pantalón corto del pijama de Melody, tenía un buen culo.

Joder no pienses en eso Cameron.

Me metí en la cama quedando de espaldas a ella. Apagué la luz y me fui a dormir con la imagen de Melody con su pantalón corto y sus trenzas.

***

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Cuarentena con mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora