43. Tensión

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Melody

No sé que demonios ha pasado ni cómo debo proceder ahora.

Después del sexo de reconciliación me metí en el la ducha y, aunque me gustaría, sé que no puedo encerrarme en el baño eternamente. Tengo miedo de que al salir Cameron haya cambiado de opinión, aunque la verdad tampoco sé si lo que pasó soluciona nuestros problemas... ¡Joder que lío!

Por mi cabeza pasan miles de dudas pero me armo de valor y salgo del baño. Fuera está Cameron sentado en el sofá y mirando el móvil.

Me acerco hasta él lo que hace que se percate de mi presencia quitando los ojos del aparato y fijándolos en mi.

– Deberíamos hablar... – Rompo el silencio con el miedo aún en el cuerpo.

Él me hace un gesto para que me siente a su lado y le hago caso mientras juego nerviosa con mis pulseras.

– Mel yo... Joder sé que la cagué el otro día gritándote y diciendo todo. Actúe como un maldito egoísta pero no quiero dejarte de ir, no quiero estar solo. – Me duele pensar en eso y sé que cuando me vaya va a ser algo que me atormentará.

–Te entiendo, pero ¿qué puedo hacer? No puedo llevarle la contraria a mi madre y después de la muerte de mi abuela... siento que debo estar ahí con ella.

En su cara puedo ver la decepción ante mis palabras así que desvío la mirada al suelo porque no quiero romper a llorar a otra vez.

Si me derrumbo delante suya y me dejo reconfortar en sus brazos puede que no quiera separarme de él nunca. Tengo que irme, es una realidad, y aunque duela lo mejor es aceptarlo y sobrellevarlo de la mejor forma posible.

– Entiendo. – Dice seco. – Creo que deberíamos ir al aeropuerto.

Se levanta del sofá y sé que le cuesta lidiar con lo que está sintiendo. Me siento como la mierda al dejarle y una parte de mí sabe que nunca me va a perdonar del todo.

Cogemos mis maletas y bajamos hasta la calle, no sin antes coger una mascarilla para el aeropuerto. Me sorprende volver a salir fuera, la imagen es desoladora, no hay nadie caminando y no hay coches por la carretera.

Para poder salir he tenido que imprimir un permiso que acredite el hecho de no estar cumpliendo la cuarentena. Si pudiera me llevaría a Cameron a mi casa pero por desgracia solo se pude viajar para repatriar a los que la cuarentena les pilló fuera de su ciudad.

Nos subimos al coche y el ambiente que se respira es incómodo. Aún nos queda un viaje largo y siento la necesidad de disculparme, aunque sea para quedarme tranquila.

– Cameron, quería disculparme por...

– Mejor no hables.

Su tono me sorprende, y más después de lo que pasó hace apenas tres horas, pero quiero pensar que no está enfadado conmigo, sino con el mundo en general.

Intento convencerme de eso para poder irme tranquila pero estoy segura que en cuanto cruce las puertas del aeropuerto mi corazón se romperá en trocitos.

Han sido dos meses intensos en los que él era el centro de todo. Me ha costado asimilarlo pero lo que hemos vivido no es la realidad.

Hemos vivido encerrados en una burbuja en la que solo éramos él y yo. No hemos echo cosas de pareja, no nos hemos relacionado con otras personas y, aunque me duela, puede que una vez que salgamos al mundo real lo nuestro no funcione.

Le miro de reojo mientras conduce y no tengo ninguna duda de que le quiero, de que se ha metido en mi piel y no va a haber manera de sacarlo y que pase lo que pase siempre tendrá un hueco en mi corazón.

Nunca podré agradecerle lo suficiente todo lo que ha echo por mi estos meses. Me ha apoyado en la época más difícil de mi vida y me ha aguantado pese a haberme comportado como una niñata... Aunque nunca admitiré que me equivoqué.

Empiezo a ver las señales del aeropuerto y mi corazón comienza a palpitar tan rápido que temo que se salga del pecho.

Muevo la pierna nerviosa, no tanto por el viaje, sino por lo que pasará entre Cameron y yo. ¿Se despedirá de mi? ¿O será igual de borde como cuando me recogió por primera vez?

Mi cabeza empieza a idear diferentes escenarios, lo que solo hace que mis nervios aumenten. Tengo ganas de llorar y la idea de que él me rechace me carcome por dentro.

Puede que antes no me haya dejado hablar pero pienso decirle todo lo que pienso porque si hay algo que odio son las palabras no dichas.

Prefiero arrepentirme de hacer algo que de no haberlo echo.

Empiezo a ver la fachada del aeropuerto y noto como Cameron se tensa en su asiento y aprieta con más fuerza el volante.

En cuanto llegamos y aparca delante de la central todo se vuelve demasiado real.

Ninguno se mueve de su asiento. Ninguno hace el amago de hacer o decir algo... Ninguno quiere que este momento llegue y por eso estamos intentando prolongarlo lo máximo posible.

Y por primera vez en dos meses siento que tengo que ser yo la que lleve las riendas de la situación, hoy me toca ser fuerte por los dos.

– ¿Me ayudas con las maletas?

Él asiente y salimos del coche. Me baja las maletas del maletero y nuestras miradas se encuentran por primera vez en todo el viaje.

– Cameron todo esto ha sido...

– Melody, no me hagas esto más duro. – Me interrumpe.

– ¡Necesito decírtelo o reventaré! – Él alza las cejas sorprendido por mi tono pero no parece molesto.

– Pues adelante, te escucho.

Cogí una bocanada de aire y me preparé para verbalizar todo lo que sentía por él.

***

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Cuarentena con mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora