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"Ella nunca estará a tu altura, Joss, dime que lo entiendes"

No, madre, no entiendo. Nací con un hueco en el cerebro.

~❜•❛•❜~


G i g i.

Estoy mimiendo.

Hoy no narro el capítulo porque la autora dice que ya me tiene harta *cara triste*.

Así que bye, zanahorias.

Sáltame.

Hasta aquí mi reporte, Joaquín.

~🌹•🌹•🌹~

J o s s.

Modo: serenidad.

Modo: a punto de caminar desnudo por la calle.

Modo: mis boxes son con dibujos de Spiderman.

Necesito tomar todas las fuerzas que tengo para poder caminar con firmeza justo como lo estoy haciendo ahorita. Dentro de mí hay un volcán en erupción y no tiene intenciones de detenerse. Una lava hirviendo que quema mi piel poco a poco. Mis sentimientos se sienten en una prisión, aborrezco no tener el control para someterlos. Aborrezco que quieran elegir por mí. Y eso es lo que mi madre quiere.

Nunca he tenido la voluntad suficiente para dejárselo bien en claro, que mi vida no le incumbe, que no tiene derecho a opinar, a escoger lo que, según ella, es correcto para mí. Ya le he dado mucho acceso a mis emociones, creí que estaba bien. Creí. Pero, ha rebasado el límite. No puedo, no puedo dejar que pretenda volverlo hacer. Controlarme.

Erika.

Esa mujer... la aburrí como a la sopa.

Ni siquiera recuerdo cuando fue que mi madre me la presentó. Literal, que es su estándar perfecto. Mujer curvilínea, alta, cabellera negra y ojos azules que te dejan ciego. Es una modelo canadiense que desea con todas su fuerzas poseerme, o eso es lo que mi madre ha afirmado más de una vez. Accedí a ser su amigo, nada más, para ese entonces no quise involucrarme con mujeres —con mujeres que mamá elegía, *carraspeo*—, porque era un fastidio.

Nooo.

De pronto siento como un pinchazo de amargura me atraviesa, y mascullo una maldición porque mi mal temperamento vuelve.

Si, ese que hace incluso llorar a mis empleados. No literalmente, pero... ¡bueno, se entiende!

De colmo, la trae sin sugerirme antes.

Edmund me da un vistazo, pero no se atreve a decirme nada, bien sabe que si lo hace, reventaré.

Para nadie es un secreto que la mujer que me dio la vida quiere que Erika y yo lleguemos a algo más. Pero, no puedo, no quiero, darle algo más que una amistad. Me rehúso. Esta demasiado obsesiva con que ocurra. Demasiado. No, no, en serio, es extremo.

Y ahora mucho menos le daré una oportunidad ahora que he conseguido a Gigi.

Eso hace que mi enojo incremente.

"Quiere conocer a Gigi".

Aprieto los puños. Y justo cuando llego a las puertas de mi penthouse en Alemania, me detengo. Me giro para hacerles una seña a mis guardaespaldas para que se vayan, no quiero que sean testigos de todo lo que le diré a mi madre, ellos obedecen de inmediato. Edmund toca mi hombro.

Lover ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora