5

2.4K 317 589
                                    


Netflix presenta: Gigi y Joss están en problemas.

~❜•❛•❜~

G i g i.

Azoté la puerta. Melissa dormitaba en su cama.

—¡Puerca! —grité irrumpiendo en su espacio.

Bien. Estoy molesta, más que molesta. ¿Pueden creer que gracias a esta mediocre conocí a ese bastardo? La situación debía ser al revés. Sin duda alguna tenía la venita en la sien a punto de reventar. Nada de lo que viví esta noche debía pasar. Gracias a eso tendré que evitar aún más cualquier cosa de semejante sujeto andante.

Cuando entré a casa las luces estaban encendidas, mamá ya había llegado lo cual fue muy inesperado porque estaba en la casa de su amiga. Supuse entonces que Melissa le había contado que no estaba con ella en el concierto y por ello mamá ahora se encontraba en el sofá, dormida, tal vez agotada. Me ponía los pelos de punta pensar que no durmió hasta ahora. Ella es de esas mujeres que duermen temprano.

La he preocupado, y en parte es mi culpa.

Pero, ¡vamos! Que Melissa también llevaba la mayor parte del peso.

Le jalé los pies.

Soltó un resoplido.

¡Qué por tu culpa me secuestraron!

—¡Melissa abre tus malditos ojos!

Me lanzó una almohada, las esquivé. Estaba adormilada, con las sabanas envueltas sobre su cuerpo como un burrito mal hecho.

—Vete al diablo —refutó escondida entre las sabanas—. Si acabas de llegar, bien. Pero no interrumpas mi sueño de belleza.

Bicha loca.

—¿Por qué me dejaste a la deriva como a un perro sarnoso? —cuestioné de brazos cruzados. Debía darme explicaciones—. Creo que ni a un perro sarnoso lo abandonan.

Murmuró algo inaudible.

Gritó.

Se viene la pelea gente.

—¡Podrías salir ya! —regañó cabreada—. Te dejé porque ni al caso, estabas merodeando como moribunda por ahí. Haciendo qué sé yo.

—Fui a comprar comida, bastarda —le recordé—. Y te avisé.

—No lo recuerdo y no me importa.

En momentos como estos las ganas de llorar me dominaban. Nunca he sido muy sentimental, las emociones casi nunca nublan mi juicio, sin embargo cuando a mi familia respectaba, ese criterio cambiaba. Porque a pesar de que los comentarios de los demás me resbalan, los de Melissa si me afectan. Y odio que sea de ese modo. ¿Dónde estaba la Melissa que me amaba? Esta no era, esta chica desvergonzada que me miraba con furia no era mi hermana, era distinta. Esta Melissa era una versión retorcida de la que no quiero ser participe.

La miré.

Me miró con los ojos bien abiertos mientras me señalaba la puerta.

—Solo para tu información; casi me violan hoy —comenté dirigiéndome a la salida.

Ella se tensó.

—Aguarda —me retuvo—. ¿En serio?, ¿quién?

Me sorprendió ver algo de interés en ella. Ella sabe que yo no mentiría con algo así. Un ápice de esperanza me ablandó. Anhelaba tanto volver a ser unida con mi hermana. Ser como antes. Antes de que él llegara...

Lover ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora